Cd. Victoria, Tam.-
La candidatura panista a gobernador de Tamaulipas para el no tan lejano 2016
tiene dos prospectos fuertes en el reynosense PACO CABEZA y el laredano CARLOS
CANTUROSAS, sin descartar a la muy activa senadora MAKI ORTIZ.
En
cuanto a la joven alcaldesa matamorense LETY SALAZAR, a decir verdad, aún no
observa talla para contender en dichas lides.
No
obstante, si de algo podemos estar seguros es que LETICIA (aunque verde
todavía) llegó para quedarse a la polaka regional y tendrá gas para seguir
saltando cuando concluya su trienio.
Por supuesto,
necesitará desarrollar ese colmillo que hoy le falta. La pátina del tiempo,
diríamos, el temple. Aprender por ejemplo que, aún frente al mar más tempestuoso,
el capitán del barco es el único que tiene prohibido “apanicarse”.
Tampoco
debe quedarnos duda, todavía hay GUSTAVO CÁRDENAS para rato, aunque en esta
nueva etapa se pinte de naranja, tras su separación del PAN.
Organización
que lo llevó a la alcaldía de Victoria en 1992 y por la cuál fue diputado
local, senador, diputado federal y hasta funcionario del gobierno calderonista.
Si consigue
el liderazgo del Movimiento Ciudadano (MC), GUSTAVO se convertiría acaso en el
primer “amarrado” para la contienda del 2016.
Por
otra parte, la perspectiva del PRI y de las oposiciones variará mucho según la combinación
de elementos. Y vaya que es amplia la mixtura.
Con un
PRD prácticamente en el suelo y cuyos mejores tiempos quedaron en el olvido, su
escisión más sonada (MORENA, de AMLO) despliega hoy tareas de activismo
político. Lo cuál significa mayor división no solamente en las filas de la
izquierda sino en la oposición regional.
Interesante
también esclarecer de una vez por todas el estilo personal que imprima PEÑA
NIETO a la selección de candidatos a gobernador dentro de su partido.
Al
respecto hay dos opciones extremas:
(1) LA
CARTA DEL CENTRO. Que el retorno del tricolor a Los Pinos implique una
reinstalación tajante del llamado “Gran Elector”. De ser así poco o nada
tendrían que hacer los gobernadores de dicho partido, salvo esperar a que el
primer priísta de la nación palomee y decida, auxiliado por las opiniones
cercanas de Insurgentes norte y Bucareli.
(2) LA
CARTA LOCAL. La opción contraria es la que vivimos bajo los dos sexenios del
PAN, donde había muchos “grandes electores”, para ser exactos, uno en cada
gobernador priísta.
Lo
comenté aquí hace algún tiempo. En 1998, sabedor de que la alternancia era
inminente, el doctor ERNESTO ZEDILLO optó por partir su “dedo elector” en
cachitos, repartiendo estos entre los mandatarios del tricolor.
El caso
Tamaulipas fue uno de ellos, en la transición de MANUEL CAVAZOS a TOMÁS
YARRINGTON.
De esta
manera, para cuando llegó la derrota de LABASTIDA en 2000, los gobernadores ya
sabían lo que debían hacer. Convertirse en “presidentes” de sus respectivos
estados, asociarse entre sí para resistir al invierno panista y apostarle a un
eventual retorno dentro del mediano plazo.
Y, en
efecto, dicho plazo se consumó dos sexenios después, en 2012, con la victoria
de ENRIQUE PEÑA NIETO.
La
pregunta entre tantas es si ese dedo en cachitos que les fue dado en resguardo
por ZEDILLO en 1998, será devuelto al señor de Los Pinos.
(3) LA
CARTA CONSENSADA. Una opción intermedia podría ser bastante viable. Que no opere
una regla fija o inamovible (ni del centro, ni local) sino que se aplique una combinación
distinta y adecuada a las condiciones de cada entidad.
Concederles
a los gobernadores (por ejemplo) el derecho de veto, reconociendo, por
supuesto, que el alto mando nacional también podría vetar alguna propuesta
local que le pareciera impropia, abriendo con ello el abanico en aras de
encontrar prospectos que cuenten con el visto bueno en ambos lados de la mesa.
Ello en
el entendido de que siempre será de gran utilidad que el candidato en campaña tenga
buena química con el gobernador saliente para que este comprometa toda su
fuerza política en hacerlo ganar.