Cd. Victoria, Tam.- Por insistencia de los medios y, también, ante la acción protagónica
de los aspirantes, la sucesión tamaulipeca agita el panorama de manera intermitente.
La diferencia es que por primera vez en la historia no
son los aspirantes del PRI quienes calientan las plazas, ni siquiera el PAN
donde hoy impera una estricta disciplina interna.
Comprensiblemente, el ruido está en MORENA, partido en
el poder a escala federal, cuyo escaso nivel de desarrollo no le ha impedido la
arrebatinga por sobresalir y situarse en el corredor de la candidatura.
Por supuesto, cuentan los tiempos. Particularmente
ahora que los calendarios se desplazan como placas tectónicas, para alinearse
gradualmente hacia fechas únicas de votación.
Lo vimos en la megaelección del 2018. Presidencia, las
dos cámaras federales, muchos congresos locales, un sinfín de ayuntamientos,
también gobernadores.
Y resulta que el reacomodo aún tiene para rato, con un
ingrediente interesante, adicional.
Hay un importante margen de decisión para gobernadores
y congresos. Pueden (o no) ajustar calendarios para los periodos que vienen.
En el caso concreto de Tamaulipas, el gobierno que
viene tiene (el menos) dos opciones viables. Dos o cinco años. La determinación
es local, ningún poder federal nos obliga a nada.
¿Asoma acaso algún priísta, panista, morenista que quisiera
gobernar por dos años?
Mire usted, cuestión de imaginar los efectos que
tendría una determinación así.
Menos aspirantes en todos los partidos y también más
bajo perfil para un cargo que sería algo así como de “pisa y corre”.
Sería un régimen de “asumes y te vas”, es decir, de llegando
y prendiendo lumbre, asumir y convocar a nuevas elecciones.
¡Dos años!... ¿Quién la quiere?...
En Acción Nacional, que es partido de gobierno en
Tamaulipas, resulta lógico que se escuchen pocas voces, acaso ninguna, solo
murmullos. Al respecto, la única opción visible es el senador ISMAEL GARCÍA CABEZA
DE VACA.
En MORENA, habría que preguntar si dicha meta de 24
meses resulta apetecible para personajes como AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, HÉCTOR
MARTÍN GARZA GONZÁLEZ, CARLOS ENRIQUE CANTUROSAS, RODOLFO GONZALEZ VALDERRAMA, ADRIÁN
OSEGUERA KERNION y MARIO ALBERTO LÓPEZ, entre otros.
Más pobre en tiempo que una alcaldía. Por lo menos los
presidentes municipales tienen la posibilidad de reelegirse y (con apoyo del
voto) convertir sus tres en seis años. En Coahuila (caso especial) los
ayuntamientos duran cuatro.
¿Pero gubernaturas de dos?...
FELIPE GARZA, tal vez, o el niño aquel que vino de
Mante, ALEJANDRO GUEVARA, el que se gastó más en cabalgatas, borchinchos, impresos,
cartelones y espectaculares de lo que eroga un candidato a presidente de la
República.
Y todo para nada, pese al dudoso apoyo de la clase
militar. No logró la candidatura y su partido perdió de calle..
¿Dos o cinco?... Lo aconsejable es de cinco y (si de
México no apuran demasiado) de preferencia cabría imponer la voluntad soberana
de seis.
Nadie está obligado a cumplir más de lo que se reformó
en el sexenio anterior. Ahí termina la obligación de Tamaulipas.
Porque, mire usted, luego vemos casos patológicos como
el de un tal JAIME BONILLA, dineroso de profesión (quien sabe si empresario)
que tomó por asalto la gubernatura de Baja California.
Lo votaron para dos, pero agarró otros tres por su
cuenta, basándose en encuestas chatarra, consultas amañadas y diputados peleles
(de todas las facciones) que se plegaron a la chequera generosa y las gestiones
insistentes de la SEGOB, un segundo de a bordo por ahí, a la sazón
subsecretario.
Con la claridad que le caracteriza, conocedor del
derecho, postgraduado en Francia, el viejo patriarca PORFIRIO MUÑOZ LEDO habría
dictaminado desde su escaño que el vergonzante caso de BONILLA merecía la
desaparición de poderes, por representar una burla a la Carta Magna.
El problema de fondo es el desaseo que privó al
implementar la reestructuración de calendarios, para empatar procesos municipales,
estatales y federales.
Faltó cuidado y (por supuesto) paciencia. Se actuó
atropelladamente y votantes de diversos entidades federativas siguen pagando
las consecuencias.