Cd. Victoria, Tam.- Dentro del panorama binacional, el 2020 empieza con dos procesos en
paralelo que prometen el suficiente ruido mediático para todo el mes.
El de mayor envergadura será, sin duda, el proyecto
para desaforar a DONALD TRUMP. Propuesta que, como sabemos, podría ser aprobada
por la mayoría demócrata en la Cámara de Representantes pero abortada por la
mayoría republicana en el Senado.
Algo muy parecido al “impeachment” emprendido contra
BILL CLINTON por el caso LEWINSKY en 1999.
Con la diferencia de que los republicanos dominaban entonces
la Cámara Baja, pero los demócratas pararon en seco el proyecto desde la Cámara
Alta.
Por ello, nada impide pensar que de nueva cuenta volverán
a quedar “tablas”.
De hecho, el despido de un presidente por esta vía
jamás ha ocurrido en toda la historia de los Estados Unidos.
Al presidente ANDREW JOHNSON (1868) lo condenó también
una cámara y lo salvó la otra.
Es decir, siguió gobernando pese a la malquerencia abierta
de un importante grupo legislativo.
El único episodio relativamente exitoso fue el de
RICHARD NIXON en 1974, aunque el procedimiento de su destitución jamás se llevó
a cabo.
El presidente se adelantó a los acontecimientos y
prefirió dimitir antes de ser humillado por el congreso.
El habilidoso “RICKY-tricky” echó a correr para evadir
el castigo.
Cambió su renuncia por impunidad.
Esto es, la suspensión definitiva del proceso que
debió llevar a media docena de cómplices a la cárcel (incluyéndolo a él) pero quedó
cancelado días después.
Amén de que su sucesor, el hasta entonces vicepresidente
GERALD FORD, indultaría a NIXON poco después.
La salida de RICHARD se anunció el 8 de agosto, el
perdón de GERALD fue firmado el 8 de septiembre del mismo 1974. Exactamente un
mes.
Por eso NIXON se despidió a carcajadas en su último
paseo por los hermosos jardines de la Casa Blanca hasta el helicóptero que lo
llevaría a su retiro.
La foto haciendo la “V” de la victoria con ambas manos
fue más que elocuente.
EL MEXICANO
Un segundo escándalo sería el juicio ahora en marcha
contra el expolicía calderonista GENARO GARCÍA LUNA en la corte de Brooklyn,
Nueva York.
Lo cual fue confirmado al cerrar la semana, tras su muy
personal decisión de declararse “not guilty” (“inocente”, pues) en los cuatro
cargos que se le imputan.
Es decir, de (1) conspiración internacional para
distribuir internacionalmente cocaína, (2) conspiración para distribuir y
poseer cocaína, (3) conspiración para importar cocaína y (4) declaraciones
falsas ante el servicio aduanero de Estados Unidos.
Mire usted, en la víspera se cruzaron apuestas en torno
a la referida decisión.
De haber aceptado sus culpas, ahorraría mucho dinero al
erario estadounidense y ello podría significarle una rebaja importante en la condena.
Por el contrario, al declararse “inocente” GENARO
desafía abiertamente al fiscal y lo reta a probar sus acusaciones.
Las cuáles, de resultar ciertas, agravarían drásticamente
el castigo.
Ello, a menos que ocurra un cambio de postura antes o
durante la próxima audiencia, programada para el 21 de enero, en dos semanas
más.
Tendríamos, por lo pronto, un estatus de “not guilty”
sujeto a negociación.
Corren 14 días (acaso menos) para saberlo.
Todo dependerá de lo que pueda ofrecer a cambio un
hombre con la información del ingeniero GARCÍA LUNA
Mire usted, por supuesto que sabe demasiado.
Trabajó una década para dos administraciones priístas
(SALINAS y ZEDILLO) en el CISEN y en la Policía Federal Preventiva.
Y luego 12 años más bajo los gobiernos panistas de FOX
y CALDERÓN, como director de la AFI y Secretario de Seguridad.
En efecto: “He knows too much”…
Bastante, acaso, lo suficiente para poner a temblar a quienes
ocuparon Los Pinos y oficinas aledañas desde 1988 hasta 2012, por lo menos.
Y bueno, se insiste en la broma del ventilador.
Ese gigantesco abanico que amenaza a la clase política
de hoy, ayer y antier.
Se dice que cuando alguien con la jerarquía de GENARO,
decide expulsar todo lo que sabe, la inmundicia se dispersa en cantidades
abundantes y en todas las direcciones posibles. Salpica a todo mundo.
Salvo que ocurra algún imponderable, este “show” podría
superar en magnitud a todos los anteriores, incluyendo, por supuesto, al de JOAQUÍN
ARCHIVALDO GUZMÁN LOERA.
Al baile vamos.