jueves, 22 de diciembre de 2016

Lydia Madero

Cd. Victoria.- Sin demeritar el respeto que merecen su persona, su experiencia y capacidades, constituye un hecho cierto, objetivo, que la titular de Salud LYDIA MADERO GARCÍA arrastra desde su llegada un problema serio de imagen pública.
Y tiene que hacer algo porque en ello va implícita la credibilidad de sus relaciones institucionales, la interacción eficaz con su masa de colaboradores y el apoyo de la propia ciudadanía. Ese núcleo humano al que de tiempo en tiempo llamamos con la palabra votante.
La explicación que se maneja en su círculo cercano es que dicha malquerencia en el sector y en los medios se debe a que la señora llegó con la firme convicción de acabar con corruptelas, aviadurías, desorden, despilfarro y gastos innecesarios.
Añaden sus íntimos que la señora MADERO es atacada hoy en día porque al corregir vicios está afectando intereses. La inquina se extiende, pues, de las oficinas a la prensa.

CUIDADO NECESARIO
Cabría, sin embargo, señalar algunos detalles que acaso hicieran más fácil o menos tortuosa su encomienda (“¡limpiar!”) si la dama desea hacer huesos viejos en el cargo y llegar radiante a su plataforma de despegue en 2018.
Entre ellos, afinar su puntería para así dejar caer la mano firme solo en dónde sea estrictamente necesario.
Que no paguen justos por pecadores, porque si gente inocente sufre maltrato, amén de ser un abuso, le está generando problemas al gobernador CABEZA DE VACA.
La Secretaría de Salud (lo sabemos) ha sido tapadera de uno y mil vicios propios de la peor tradición mexicana.
Los trabajadores de toda la vida, esos que checan tarjeta desde temprano a cambio de un sueldo miserable, suelen comentar que existe una población flotante acumulada por años, compuesta por recomendados que cobran muy bien sin trabajar.
Lo comenté aquí hace tiempo. Son los renglones torcidos de la burguesía victoriana, los apellidos lindos a quienes sus papis y mamis (a falta de oficio claro) les buscaron acomodo en la nómina, con sueldazos que bien podrían repartirse entre una veintena de médicos.
La dependencia es un inmenso iceberg con una proporción importante de su volumen sumergida. En la parte oscura del organigrama anidan los aviadores de postín.

TIROS DE PRECISIÓN
El más elemental sentido común aconsejaría empezar por ahí el recorte, la purga, antes de emprender acciones contra la pobre gente que sí trabaja, mutilando compensaciones, vales navideños y demás.
Antes de que su feroz escoba acometa contra esa burocracia fiel que otorga sustento a la secretaría, habría que elaborar un diagnóstico fino y hacer las incisiones con bisturí, para no dañar tejidos vitales.
No es doctora, dijo LYDIA al llegar. Sin embargo, la tarea que tiene enfrente requiere del buen pulso y la precisión milimétrica del mejor cirujano.
Porque los cortes de carnicero que hasta ahora ha mostrado son indignos de una persona con su educación y cultura.
Llegó tirándole de tarrajazos al árbol. Satanizando en bulto a sus trabajadores, con un despotismo inexplicable en alguien que ha buscado el voto de manera recurrente.
Ya debería tener experiencia en el trato con gente humilde y con esas clases populares que no estudiaron con monjas ni tuvieron la fortuna de recorrer Europa en su juventud temprana.
Y, bueno, creo que las democráticas camisolas blancas con el logotipo de Tamaulipas han demostrado ser muy útiles para compatibilizar ánimos en los distintos niveles de la administración estatal.
Bastante más que esos vestidos de coctel propios de alguna telenovela y los pants de marca que asoman por ahí a hora temprana.
Dicen que en los detalles se esconde el diablo. También estas minucias cuentan a la hora de construirse y proyectar una saludable imagen pública.