Cd.
Victoria.- Sin demeritar el respeto que merecen su persona,
su experiencia y capacidades, constituye un hecho cierto, objetivo, que la titular
de Salud LYDIA MADERO GARCÍA arrastra desde su llegada un problema serio de
imagen pública.
Y tiene que hacer algo porque en ello va
implícita la credibilidad de sus relaciones institucionales, la interacción
eficaz con su masa de colaboradores y el apoyo de la propia ciudadanía. Ese
núcleo humano al que de tiempo en tiempo llamamos con la palabra votante.
La explicación que se maneja en su
círculo cercano es que dicha malquerencia en el sector y en los medios se debe
a que la señora llegó con la firme convicción de acabar con corruptelas,
aviadurías, desorden, despilfarro y gastos innecesarios.
Añaden sus íntimos que la señora MADERO
es atacada hoy en día porque al corregir vicios está afectando intereses. La inquina
se extiende, pues, de las oficinas a la prensa.
CUIDADO
NECESARIO
Cabría, sin embargo, señalar algunos
detalles que acaso hicieran más fácil o menos tortuosa su encomienda
(“¡limpiar!”) si la dama desea hacer huesos viejos en el cargo y llegar
radiante a su plataforma de despegue en 2018.
Entre ellos, afinar su puntería para así dejar
caer la mano firme solo en dónde sea estrictamente necesario.
Que no paguen justos por pecadores,
porque si gente inocente sufre maltrato, amén de ser un abuso, le está
generando problemas al gobernador CABEZA DE VACA.
La Secretaría de Salud (lo sabemos) ha
sido tapadera de uno y mil vicios propios de la peor tradición mexicana.
Los trabajadores de toda la vida, esos
que checan tarjeta desde temprano a cambio de un sueldo miserable, suelen
comentar que existe una población flotante acumulada por años, compuesta por
recomendados que cobran muy bien sin trabajar.
Lo comenté aquí hace tiempo. Son los
renglones torcidos de la burguesía victoriana, los apellidos lindos a quienes
sus papis y mamis (a falta de oficio claro) les buscaron acomodo en la nómina,
con sueldazos que bien podrían repartirse entre una veintena de médicos.
La dependencia es un inmenso iceberg con
una proporción importante de su volumen sumergida. En la parte oscura del
organigrama anidan los aviadores de postín.
TIROS
DE PRECISIÓN
El más elemental sentido común
aconsejaría empezar por ahí el recorte, la purga, antes de emprender acciones
contra la pobre gente que sí trabaja, mutilando compensaciones, vales navideños
y demás.
Antes de que su feroz escoba acometa
contra esa burocracia fiel que otorga sustento a la secretaría, habría que
elaborar un diagnóstico fino y hacer las incisiones con bisturí, para no dañar
tejidos vitales.
No es doctora, dijo LYDIA al llegar. Sin
embargo, la tarea que tiene enfrente requiere del buen pulso y la precisión
milimétrica del mejor cirujano.
Porque los cortes de carnicero que hasta
ahora ha mostrado son indignos de una persona con su educación y cultura.
Llegó tirándole de tarrajazos al árbol.
Satanizando en bulto a sus trabajadores, con un despotismo inexplicable en
alguien que ha buscado el voto de manera recurrente.
Ya debería tener experiencia en el trato
con gente humilde y con esas clases populares que no estudiaron con monjas ni
tuvieron la fortuna de recorrer Europa en su juventud temprana.
Y, bueno, creo que las democráticas camisolas
blancas con el logotipo de Tamaulipas han demostrado ser muy útiles para
compatibilizar ánimos en los distintos niveles de la administración estatal.
Bastante más que esos vestidos de coctel
propios de alguna telenovela y los pants de marca que asoman por ahí a hora
temprana.
Dicen que en los detalles se esconde el
diablo. También estas minucias cuentan a la hora de construirse y proyectar una
saludable imagen pública.