jueves, 10 de abril de 2014

Seguridad, grave atraso



Cd. Victoria.- No solo en Tamaulipas ni únicamente en México, en todo el mundo la formación de cuerpos policiales con capacidad de respuesta superior (equiparable a la instrucción militar) constituye una tendencia irreversible.
Lo he comentado en este espacio poniendo de ejemplo las gendarmerías de Chile, Brasil, Canadá, España y, desde luego la francesa que es de donde viene el nombre (“gens d'armes”, gente de armas).
Contra lo que pudiera pensarse, un gendarme no es cualquier policía, aunque aquí en México hemos usado incorrectamente la palabra desde los tiempos de CANTINFLAS, para referirnos al agente de banqueta y crucero.
Lo contrario es precisamente la verdad. El auténtico gendarme es aquel elemento de seguridad que recibió instrucción intensa para hacer frente a la criminalidad con las capacidades, conocimientos y pertrechos que tendría un soldado en el frente de batalla.

OMINOSO REZAGO
Así lo entienden ENRIQUE PEÑA NIETO y EGIDIO TORRE CANTÚ. Es el concepto que inspira proyectos como la ya próxima gendarmería nacional y la Policía Estatal Acreditable.
Instituciones civiles capaces de hacerse cargo, en el mediano plazo, de las tareas de seguridad hoy en manos de SEMAR y SEDENA.
Son los hombres duros, bien entrenados, lo suficientemente armados y pagados que México necesitaba desde mediados del siglo 20 en los tres niveles, incluyendo el municipal.
No ocurrió así y el rezago es colosal. Durante muchos años dejamos medrar a corporaciones débiles que muy apenas recibían una embarradita de conocimientos elementales.
Ello, más un adiestramiento escueto que en el lapso de pocos meses otorgaba placa, pistola y sueldito de sirvienta a muchachos rústicos que ni lejanamente podrían afrontar dificultades mayores.
Lo cuál quedó demostrado durante la situación de emergencia que empezamos a vivir desde que la torpeza de VICENTE FOX desató la guerra entre cárteles y el reclutamiento masivo de jóvenes sicarios.
Virulencia inédita que luego se magnificaría con CALDERÓN, tomando desprevenidos a estados y municipios.
Sus débiles, mal pagados y peor capacitados agentes del orden fueron rebasados de calle por ese salto cualitativo y cuantitativo que observó la delincuencia organizada durante la docena panista y alcanzó su clímax en el funesto año de 2010.
En la primera década del siglo 21 solamente las fuerzas castrenses se encontraban en condiciones de afrontar la crisis, mientras los mandos civiles replanteaban sus estrategias en base al diagnóstico de situaciones nuevas.
La respuesta tardó pero llegó. Había que refundar las corporaciones policiales en los tres niveles de gobierno para ponerlas a tono con la inusitada capacidad operativa del hampa.

METAS Y PROPÓSITOS
En medios nacionales se dijo hace tiempo que la primera persona en vislumbrar como posible asesor al general colombiano OSCAR NARANJO fue nada menos que JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA quien al arranque de su campaña planteó al electorado una “policía con formación militar”.
Al paso de los meses, quien terminaría entendiéndose con NARANJO fue el priísta ENRIQUE PEÑA NIETO, cuyo gobierno contaría con los servicios de dicho experto al inicio de su administración.
Preparar cuadros capaces era el reto y hacia allá se están moviendo prácticamente todos los gobiernos de los estados.
Desde luego, contrasta la urgencia de la población (su clamor impostergable ante el flagelo de la violencia) con la capacidad de respuesta mostrada hasta ahora por las autoridades.
El rediseño institucional está lejos todavía de alcanzar sus propósitos generales, aunque justo es decir que va cumpliendo palmo a palmo sus metas específicas. Camina ya en el camino correcto.
El diagnóstico que hermana a los gobiernos de ENRIQUE PEÑA NIETO y del tamaulipeco EGIDIO TORRE CANTÚ coincide en (1) la profundidad del cambio requerido y (2) la magnitud titánica del desafío que en muchos casos debió partir de cero para crear instituciones nuevas.
En esta tarea se encuentran ahora.