Cd. Victoria.- Cual si hubiese recibido un banderazo de salida, la opinocracia nacional
dirigió gustosa sus baterías hacia el tema del momento: el narco que murió dos
veces, NAZARIO MORENO, el Chayo, líder templario oriundo de Apatzingán.
El primer deceso, el ficticio, está
datado en diciembre del 2010 y su puesta en escena corrió a cargo del extitular
de Seguridad Pública GENARO GARCÍA LUNA.
No hubo imágenes del cadáver, ni de
cerca ni de lejos, solamente la palabra del más alto funcionario federal en la
materia.
Y con eso tuvieron los medios para creerle
y dar por hecho lo que sin pruebas se aseguraba, huérfano de documentación, carente
de datos duros, sólo la palabra de un funcionario (ya para entonces) muy desacreditado.
La segunda muerte, la verdadera, ocurrió
el pasado domingo 9 de marzo, luego de que NAZARIO enfrentó a marinos y
soldados camino a Tumbiscatío, Michoacán.
De esta si hubo abundancia de fotos,
huellas dactilares y hasta examen de ADN, por si hiciera falta, confirmada a
plenitud la identidad del forajido.
La información viene esta vez de fuente
inapelable: el abogado MONTE ALEJANDRO RUBIDO, titular del Sistema Nacional de
Seguridad Pública.
DEL PASMO AL DELIRIO
Morir dos veces, fantasía que estremece
corazones y excita la imaginación en medios y vecindarios. Tema de peluquerías
y charlas de cantina, en todas sus variantes: el primer muerto era un clon, un
zombi acaso al que sólo podrían acabar con balas de plata.
Y bueno, el reclamo social (no por
burlón menos encorajinado) contra las falsificaciones cinematográficas del
ingeniero GARCÍA LUNA pide a gritos su comparecencia o incluso su detención.
Y se extiende de manera inevitable hacia
FELIPE CALDERÓN, con la misma mezcla de rabia y humor fúnebre.
Ayer en #Twitter, el autor de esta
columna:
-“¡Como quitarle un pelo a un gato que
de 100 mil muertos se le haya levantado uno!”
En efecto, a CALDERÓN se le trepó el
muerto o, mejor aún, andaba (como él) de parranda, detalle que además era “vox
populi” en la cuenca templaria. Faltaba su confirmación.
Inevitable también entre los escribanos la
presunta cita literaria al “Don Juan” de ZORRILLA, apócrifa, en efecto: “Los
muertos que vos matasteis gozan de cabal salud”.
No es de ZORRILLA (aclaración prudente, aunque
la leyenda urbana así lo presuma) sino del dramaturgo francés PIERRE CORNEILLE
en cuya comedia “Le Menteur” (“El Mentiroso”, 1644) un mancebo se jacta de
haber eliminado a su rival de amores, siendo desmentido por su criado con dicha
afirmación (“Les gens que vous touez se portent assez bien.”)
¿DUDAR DE TODO?
Acaso el detalle más relevante sea la
duda expuesta por CIRO GOMEZ LEYVA en su columna de este lunes.
Si el “Chayo” no había muerto pierden credibilidad
otras muertes del bajo mundo anunciadas bajo el calderonismo.
La gente, pues, tiene sobrado derecho a descreer
al comprobar el engaño, la falsificación cínica propagada antes de manera
estentórea, disfrazada de noticia en espacios estelares.
Máxime cuando se recuerda que el
perpetrador de dicha infamia fue GARCÍA LUNA, el mismo que antes fabricó en
calidad de “reportaje exclusivo” el presunto arresto de FLORENCE CASSEZ,
después reclasificado como montaje tosco.
Y acaso lo que más preocupe sea el daño
a la credibilidad de las instituciones vinculadas a la seguridad y la justicia.
Lo cuál, en buena medida, exigiría una
satisfacción impostergable: que los mentirosos rindan cuentas y (más todavía)
que la razón para ser requeridos sea por sospecha de encubrimiento.
Nada ayuda más a un delincuente que el declararlo
muerto y añadirle el respectivo asterisco en la lista oficial de los “más
buscados” expuesta en Internet. Falleció, ya no indaguen.
Hay agitación, un sentimiento agrio en
la opinión pública nacional a ese respecto. La muerte como tema laberíntico y
juego de espejos que se multiplica sin límite.
Desazón, reconcomio, estremecimiento
lúgubre acaso propio del primero de noviembre, sólo que en pleno marzo. Necromanía
marceña.