martes, 11 de marzo de 2014

Necromanía marceña

Cd. Victoria.- Cual si hubiese recibido un banderazo de salida, la opinocracia nacional dirigió gustosa sus baterías hacia el tema del momento: el narco que murió dos veces, NAZARIO MORENO, el Chayo, líder templario oriundo de Apatzingán.
El primer deceso, el ficticio, está datado en diciembre del 2010 y su puesta en escena corrió a cargo del extitular de Seguridad Pública GENARO GARCÍA LUNA.
No hubo imágenes del cadáver, ni de cerca ni de lejos, solamente la palabra del más alto funcionario federal en la materia.
Y con eso tuvieron los medios para creerle y dar por hecho lo que sin pruebas se aseguraba, huérfano de documentación, carente de datos duros, sólo la palabra de un funcionario (ya para entonces) muy desacreditado.
La segunda muerte, la verdadera, ocurrió el pasado domingo 9 de marzo, luego de que NAZARIO enfrentó a marinos y soldados camino a Tumbiscatío, Michoacán.
De esta si hubo abundancia de fotos, huellas dactilares y hasta examen de ADN, por si hiciera falta, confirmada a plenitud la identidad del forajido.
La información viene esta vez de fuente inapelable: el abogado MONTE ALEJANDRO RUBIDO, titular del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

DEL PASMO AL DELIRIO
Morir dos veces, fantasía que estremece corazones y excita la imaginación en medios y vecindarios. Tema de peluquerías y charlas de cantina, en todas sus variantes: el primer muerto era un clon, un zombi acaso al que sólo podrían acabar con balas de plata.
Y bueno, el reclamo social (no por burlón menos encorajinado) contra las falsificaciones cinematográficas del ingeniero GARCÍA LUNA pide a gritos su comparecencia o incluso su detención.
Y se extiende de manera inevitable hacia FELIPE CALDERÓN, con la misma mezcla de rabia y humor fúnebre.
Ayer en #Twitter, el autor de esta columna:
-“¡Como quitarle un pelo a un gato que de 100 mil muertos se le haya levantado uno!”
En efecto, a CALDERÓN se le trepó el muerto o, mejor aún, andaba (como él) de parranda, detalle que además era “vox populi” en la cuenca templaria. Faltaba su confirmación.
Inevitable también entre los escribanos la presunta cita literaria al “Don Juan” de ZORRILLA, apócrifa, en efecto: “Los muertos que vos matasteis gozan de cabal salud”.
No es de ZORRILLA (aclaración prudente, aunque la leyenda urbana así lo presuma) sino del dramaturgo francés PIERRE CORNEILLE en cuya comedia “Le Menteur” (“El Mentiroso”, 1644) un mancebo se jacta de haber eliminado a su rival de amores, siendo desmentido por su criado con dicha afirmación (“Les gens que vous touez se portent assez bien.”)

¿DUDAR DE TODO?
Acaso el detalle más relevante sea la duda expuesta por CIRO GOMEZ LEYVA en su columna de este lunes.
Si el “Chayo” no había muerto pierden credibilidad otras muertes del bajo mundo anunciadas bajo el calderonismo.
La gente, pues, tiene sobrado derecho a descreer al comprobar el engaño, la falsificación cínica propagada antes de manera estentórea, disfrazada de noticia en espacios estelares.
Máxime cuando se recuerda que el perpetrador de dicha infamia fue GARCÍA LUNA, el mismo que antes fabricó en calidad de “reportaje exclusivo” el presunto arresto de FLORENCE CASSEZ, después reclasificado como montaje tosco.
Y acaso lo que más preocupe sea el daño a la credibilidad de las instituciones vinculadas a la seguridad y la justicia.
Lo cuál, en buena medida, exigiría una satisfacción impostergable: que los mentirosos rindan cuentas y (más todavía) que la razón para ser requeridos sea por sospecha de encubrimiento.
Nada ayuda más a un delincuente que el declararlo muerto y añadirle el respectivo asterisco en la lista oficial de los “más buscados” expuesta en Internet. Falleció, ya no indaguen.
Hay agitación, un sentimiento agrio en la opinión pública nacional a ese respecto. La muerte como tema laberíntico y juego de espejos que se multiplica sin límite.
Desazón, reconcomio, estremecimiento lúgubre acaso propio del primero de noviembre, sólo que en pleno marzo. Necromanía marceña.