lunes, 8 de febrero de 2021

¡Sí es otro San Fernando!

Cd. Victoria.- Aún no se dispersaba el olor de los cuerpos calcinados en Santa Anita de Camargo, cuando ya doña OLGA SÁNCHEZ CORDERO, titular de SEGOB, con su estilo minimalista y pudibundo, aseguraba que el caso sería distinto a lo ocurrido en San Fernando.

¡Ande usted!... Fueron sus declaraciones en la mañanera del 27 de enero. Empezaba apenas la investigación, los peritos se encontraban en la tarea inicial de levantar evidencias, desenterrar, analizar, identificar a las víctimas, pero la señora ya tenía conclusiones tajantes que anunciar.

¿Por qué tanta prisa para hacer deslindes y en base a qué?... Mire usted, entre otras imprecisiones, OLGUITA se refiere al asunto en singular (“por ningún motivo es igual a lo que sucedió en San Fernando”).

Parecería que la dama conoce el tema solo de oídas. Alguien debe explicarle que no fue un escándalo sino dos los que registra la prensa de aquella época (2010 y 2011).

El primero, en efecto, fue una carnicería brutal registrada entre el 22 y 23 de agosto de 2010 en el ejido El Huizachal. Las cifras oficiales hablan de 72 ejecutados, 58 hombres y 14 mujeres, en su mayoría migrantes: 21 hondureños,​ 14 salvadoreños y​ 10 guatemaltecos, entre otros.

El segundo en 2011 y más que un episodio, se trató de un hallazgo de fosas clandestinas, acaso resultado de varios eventos anteriores registrados en la región.

Al respecto se habla de 193 víctimas, aunque tratándose de restos humanos, siempre pueden ser más, según la extensión y la profundidad de las excavaciones.

En ambos descubrimientos se presume la autoría del crimen organizado. Si alguna complicidad hubiera de las corporaciones municipales, estatales y federales, sería por inacción o encubrimiento.

Pero la señora SÁNCHEZ CORDERO insiste en que la más reciente masacre de Santa Anita de Camargo “no es otro San Fernando” porque: “estamos avanzando en la investigación de manera contundente.”

Quiero entender que su deseo de hacer distingos vendría de los presuntos avances logrados por el gobierno obradorista en el acopio de datos. La declarante finca la diferencia en un aspecto tan vaporoso y elusivo como es la actitud oficial.

“No es otro San Fernando” (declama) porque ahora tienen más información; “no es otro San Fernando” porque (canturrea) lo investigan mejor. Y “no es otro San Fernando” porque ahora gobierna la 4T y el profeta ha dicho que no somos iguales. Subjetividad pura.

 

OTROS DATOS

Pero la realidad dice lo contrario. Disculpe usted, pero si hay elementos suficientes para equiparar el tema de Camargo con las tragedias anteriores.

Particularmente, con la de 2010, donde: (1) indocumentados centroamericanos, (2) cruzan el territorio nacional (3) buscan llegar a Estados Unidos, (4) son interceptados por grupos delictivos que cobran peaje a las rutas de pateros y (5) al no conseguirlo, deciden matarlos.

Mire usted, doña OLGA, el esquema es idéntico, no sé de dónde saca usted la diferencia. O quizás lo único distinto es que los asesinos de Camargo son policías y esto (fíjese nada más) torna más grave el asunto.

Y no estamos hablando de policías comunes y corrientes. Son “rambos”, fuerzas especiales, gente muy selecta, bastante más preparada y capacitada, mejor armada, equipada y pagada. Ellos fueron.

Aunque esto no cambia el patrón común de ambos episodios criminales, agosto de 2010 y enero de 2021. Objetivamente hay elementos claros que los emparentan. Es el mismo esquema de secuestro, extorsión y muerte, solo que peor, porque los perpetradores esta vez portaban placa y uniforme.

Está por verse si el gobierno de LÓPEZ OBRADOR es capaz de marcar una diferencia con respecto al gobierno de FELIPE CALDERÓN, al que le tocó lidiar con las masacres previas.

El reporte más reciente de la fiscalía tamaulipeca nos dijo este sábado que de los 19 cadáveres ya se han identificado 16, 14 guatemaltecos y 2 mexicanos.

Se sabe que los 12 policías detenidos han estado compareciendo a puerta cerrada y no precisamente por el miedo al contagio de Coronavirus. Son gentilezas, consideraciones, cortesías, por la estrecha cercanía que priva entre quienes interrogan y quienes son interrogados.

Por todo ello, el temor al carpetazo es real. Se funda en experiencias anteriores, cuando han prometido investigar hasta las últimas consecuencias, caiga quien caiga y todo queda en el más vergonzoso parto de los montes.

De no haber deslinde claro de responsabilidades, de no llegar hasta las debidas consignaciones y sentencias ejemplares contra los ejecutores y sus jefes, el fracaso de la justicia será doble. Para el estado y la federación.