Cd. Victoria.- Gobernadores, congresos locales y ayuntamientos son los últimos bastiones políticos que le quedan a la sociedad civil para defenderse de una enfermedad que masacra familias y devasta la economía nacional.
Ello ante un gobierno federal notoriamente inepto, ya no digamos para enfrentar con solidez la pandemia, ni siquiera para diagnosticar con honestidad y rigor la magnitud del problema.
Y, también, ante un Congreso de la Unión dominado de manera aplastante por MORENA, donde enmudecen y se achican las bancadas opositoras de partidos como el PAN, PRI y PRD, muy por abajo de sus mínimos históricos.
Cualquiera habría pensado que la alta letalidad del COVID en tierras mexicanas sería factor determinante para que el régimen obradorista accediera a modificar su postura.
La mala noticia es que no asoma el discernimiento en Palacio Nacional. Por el contrario, la mediocridad y el conformismo afloran en discursos y posicionamientos.
Peor todavía, se ufanan felizmente de estar haciendo las cosas bien (requetebién) dejándose arrastrar por un extraño optimismo que solamente ellos ven.
Fantasía convertida en cantaleta oficial, cuando repiten como mantram la frase de “ya pasó lo peor”, mientras estudios más rigurosos nos indican que lo peor apenas está por venir.
De manera inexplicable, campean las sonrisas y los chistoretes mañaneros en Palacio Nacional. Nos gobierna la simulación, entre el juicio a LOZOYA (sin LOZOYA) y la rifa del avión (sin avión).
Montajes, en efecto. Todo ello, completamente a espaldas de la tragedia nacional llamada coronavirus y sus efectos sociales, por igual, malignos. Caída brutal del PIB, desempleo, cierre de empresas.
ANTIVIRAL EN MARCHA
Entre las pocas voces sensatas, se deja oír la del canciller MARCELO EBRARD impulsando el propósito de que México llegue puntual a la cita con el inminente proceso de vacunación masiva.
Muy bien que se piense así, aunque nadie debe quedarse con los brazos cruzados en municipalidades y entidades federativas.
Las administraciones estatales van a necesitar una actitud exigente y proactiva, sobre todo en aquellos estados del norte donde no gobierna MORENA. Como Tamaulipas, por citar un ejemplo.
No debemos olvidar que los afectos geográficos de AMLO se ubican bastante lejos de nosotros, muy al sur, en la cintura del país, el istmo, el México más antiguo, el país agrario, indígena, Tabasco, Campeche, Chiapas, Oaxaca, Guerrero, Michoacán, Morelos.
Tenemos un presidente con mentalidad chauvinista y cuasi centroamericana, que no dudó en sacar la chequera para hacer donaciones millonarias a los gobiernos de Guatemala, El Salvador y Honduras, pero le piensa dos veces cuando le reclaman en México el desabasto de medicamentos contra el cáncer.
Y esto lo deben tomar muy en cuenta los estrategas de salud en los gobiernos estatales. Sería un error grave que esperen sentados la llegada de las vacunas. No están los tiempos para permanecer pasivos o quedarse con los brazos cruzados.
En particular con este gobierno federal que parece tener secuestrado el presupuesto de la República en su afán por dedicarlo de manera exclusiva (y excluyente) a los caprichos presidenciales.
Léase refinería de Dos Bocas, aeropuerto de Santa Lucía, tren maya, universidades patito, Banco del Bienestar, ninibecas.
Un gobierno que para salvaguardar tales caprichos, es capaz de mutilar toda suerte de funciones al Estado, como ocurrió con organismos medioambientales y de investigación científica, fideicomisos para la protección al patrimonio, museos, estudios de energía. En otras áreas quitó hasta las computadoras.
CON QUÉ OJOS…
El adelgazamiento del gasto corriente tiene un límite. Habrá un momento en que ya no es grasa sino músculo y hueso lo que les quede por cercenar. Partes y funciones vitales.
Dado el costo de la vacunación en todo un país, la inquietud que asoma en medios y entre analistas económicos tiene que ver con la solvencia del Estado para afrontar un compromiso de dicha magnitud.
De aquí la razón para que la vieja bandera federalista se haga efectiva en manos de los mandatarios estatales. La soberanía de las entidades, como principio para adoptar estrategias de salud propias, al ritmo que mejor convenga a las regiones.
Llegado el momento, nada bueno podemos esperar del doctor HUGO LÓPEZ GATELL, salvo una renuncia que, por terquedad de su jefe, ya tardó mucho en llegar. La letalidad es inocultable.
Estamos superando los 50 mil muertos en unas cifras oficiales en las que nadie cree y por el contrario, los analistas más conservadores multiplican por 3, otros por 5, alguien más por 7, buscando desentrañar las cifras reales.
La suerte está echada para este gobierno y su epidemiólogo de cabecera. El desenlace que les espera no es muy distinto a la inminente derrota de DONALD TRUMP y la demanda por genocidio llevada a la corte de La Haya contra JAIR BOLSONARO.
En aras de la franqueza, ni la rifa del avión ni todos los escándalos de corrupción que puedan publicitar hoy, la próxima semana y los meses siguientes les alcanzan para encubrir su fracaso brutal en la gestión de la pandemia.