Cd.
Victoria.-
Avanza la bola de nieve, con ansias de ser avalancha. Fueron primero por EMILIO
LOZOYA y luego apuntaron más arriba, VIDEGARAY, OSORIO, NUÑO.
Ya están llegando a PEÑA, el caso GARCÍA
LUNA los lleva a CALDERÓN, en ambos lados de la frontera. La corte neoyorquina
y con los arrestos de policías corruptos en territorio nacional.
Y tiembla FOX. Ninguno de sus elefantes
blancos pasaría la prueba del ácido (ingresos reales versus ingresos
reportados) de una auditoría fiscal en toda forma.
Desde la sombra, un murmullo fúnebre
apunta hacia el innombrable. Serpiente antigua, el prevaricador de Agualeguas, hoy
involucrado (involucrable) en componendas obscenas.
Operador mendaz, ahí donde los asuntos
públicos y los negocios privados se tocan. Tendría metidas las manos en las
triangulaciones de ODEBRECHT. Y en tantas cosas más.
Astuto por definición, CARLOS SALINAS DE
GORTARI podría ser pillado con los dedos en la puerta, hoy que su hijo EMILIANO
es señalado de nueva cuenta en negocios turbios.
Pero persisten las dudas:
(1) ¿Hay realmente la intención de que los
presuntos implicados (al menos los principales) respondan ante el Ministerio
Público?, ¿o se conformará la justicia obradorista con el baño de lodo
mediático?
(2) Y en ocasión de que comparezcan,
¿existe la voluntad de llevar cada caso (y todos los casos) hasta sus últimas
consecuencias en un tiempo razonable, con resultados visibles?, ¿o utilizarán a
la Fiscalía únicamente como pasarela que exponga y denigre a los personajes
pero a la postre los deje sin castigo?
¿JUICIO O CIRCO?
La gente se ha vuelto muy desconfiada y
el propio ANDRÉS MANUEL lo supo cuando habló al principio de su administración de
circos mediáticos. Política de nota roja que encarcela enemigos pero no
modifica prácticas corruptas.
A la postre, los perseguidores se
convierten en perseguidos, la inmoralidad continúa porque es sistémica, los
individuos son desechables. Se les persigue y castiga, para arrojar carne a los
leones y que el circo siga funcionando.
Lo he mencionado varias veces en esta
columna. ECHEVERRÍA satanizando a los diazordacistas, LÓPEZ PORTILLO juzgando
echeverriístas, DE LA MADRID persiguiendo lopezportillistas y ZEDILLO
encarcelando a RAÚL SALINAS, el hermano incómodo.
Es, hasta ahora, lo más alto que se ha
llegado. Nunca un expresidente. Lo cual resulta más comprensible (y trágico) si
lo visualizamos en el contexto latinoamericano. Asunto también comentado en
esta columna.
México muestra un vergonzante rezago
junto a países como Perú, Argentina, Colombia, Brasil, El Salvador, Guatemala,
donde enjaular exmandatarios, uno tras otro, se ha convertido en una alegre
costumbre. Una práctica casi deportiva desde hace, por lo menos, tres décadas.
Somos la excepción, pero podríamos dejar
de serlo. Para dicho propósito, hoy figuran cuatro prospectos, en estricto
orden cronológico: SALINAS, FOX, CALDERÓN y PEÑA.
Lo cual, por cierto, no debe estar
sujeto a consulta popular alguna. La observancia puntual de la ley es
obligación elemental que se asume con el cargo (cumplir y hacer cumplir) y
jamás debe someterse al regateo político.
AQUELLA VISITA
Nos consta que no le gustaba a LÓPEZ
OBRADOR la política de nota roja. Lo sabemos en Ciudad Victoria porque en su
primer viaje como presidente lo dijo en las escalinatas de Palacio de Gobierno,
15 y 16 Hidalgo y Juárez, frente a la prensa, junto al gobernador CABEZA DE
VACA.
Sentía desprecio por el uso de la
justicia como herramienta para ajustar cuentas a grupos políticos del pasado, por
quienes hacen gala de presunta lucha contra la corrupción.
No le gustaba, ahora le gusta, ¿qué cambió?...
Son varios factores pero trataré de agruparlos en uno. La tormenta múltiple que
se desató sobre el país con: (1) el derrumbe del mercado petrolero, su efecto
económico, (2) la pandemia y la inconformidad social que suscita su desastroso
manejo, y (3) la grosera ausencia de resultados en el combate a la criminalidad.
De todo esto culpan al presidente. Sinergia
macabra que vulnera seriamente la legitimidad del régimen obradorista, al
confrontar su numerología mentirosa con la tragedia mexicana de cada día.
Viendo las cifras de mortandad, desempleo,
cierre de negocios, familias que sufren violencia cotidiana, el impacto brutal
de la pandemia, ¿cuánto queda de aquellos 30 millones que votaron por AMLO?
Acaso pensó ANDRÉS MANUEL que el voto
era regalado. La realidad le demuestra que es prestado y su refrendo está
supeditado a buen gobierno. Sujeto a resultados.
Son malas noticias para el gobierno,
ciertamente. Aunque resultan peores para las personalidades hoy susceptibles de
investigación penal, por corruptelas lo suficientemente conocidas: ESTAFA
MAESTRA, caso ODEBRECHT, entre otras.
EMERGENCIA OBLIGA
Y mire usted, la aprobación de la
contrarreforma energética asoma, de pronto, como una vertiente poco conocida de
ODEBRECHT, pues va más allá de los negocios para infectar la esfera netamente
política.
Estamos hablando de una colusión entre
tres organismos partidistas (Pacto por México, PRI, PAN, PRD) en un paquete de
procesos legislativos al que hoy le descubren pasadizos secretos, acuerdos
oscuros, fantasmas en el closet.
Hubo reparto cuantioso que, además de diputados,
senadores, gobernadores, involucra directamente a quienes ocuparon las
dirigencias de dichos partidos, desde el primer encuentro sostenido con OSORIO
CHONG, aquel 2 de diciembre del 2012, cuando se firmó el acuerdo.
Por el PRI CESAR CAMACHO; por el PAN, GUSTAVO
MADERO y RICARDO ANAYA, en el PRD el “Chucho mayor” JESÚS ZAMBRANO.
Fueron 18 meses de contactos íntimos y votaciones
tumultuarias en ambas cámaras, entre diciembre del 2012 y la mitad del 2014,
cuando ya todo el paquete estaba aprobado, en lo que entonces se consideró
tiempo récord, para vanagloria de la propaganda gubernamental.
A todo esto nos lleva una pieza clave
como es EMILIO LOZOYA AUSTIN, exdirector de PEMEX quien además participó desde
la campaña presidencial en el manejo de financiamiento ilegal, proveniente de
la multicitada trasnacional brasileña.
Son demasiados casos en paralelo que
ciertamente incluyen (1) malos manejos en PEMEX, pero también (2) dinero sucio en
campañas y (3) cuantiosos sobornos a partidos y fracciones legislativas durante
la operación del Pacto por México.
EN POCAS PALABRAS
Nunca un presidente de la República ha
estado tan presionado para recurrir a la política de nota roja como hoy lo está
LÓPEZ OBRADOR. El caos del COVID19 y la debacle económica lo ameritan
sobradamente.
Necesita no uno ni dos, acaso media
docena de golpes espectaculares y muy sólidos jurídicamente, si en verdad
quiere una votación amable en junio del 2021, en curules federales y en
gubernaturas.
No puede quedarse en el mero gesto, ni
en ademán, ni en la simulación, ni conformarse con el desprestigio de sus
adversarios corruptos.
Por elemental supervivencia política, debe
atorarle a fondo, hasta la empuñadura, pésele a quien le pese. Llevarse cercas,
como decimos en el rancho, no hay de otra.
Alguna vez le preguntaron al CHE GUEVARA
por qué fusilaba a traidores durante la lucha armada en la Sierra Maestra.
Respuesta simple, categórica: son ellos o nosotros.