Cd.
Victoria.-
Competitividad a la baja, lo que no destruye la complicidad, lo destruye el
odio. Con el megaproceso del año entrante a la vista, cabe la incertidumbre de
quiénes serán los competidores principales. Entre qué partidos y personajes
estará la victoria.
Queda poco de las tres grandes organizaciones
que se repartían el poder tras el arribo de VICENTE FOX en 2000 y el
advenimiento de la alternancia, PAN, PRI, PRD.
Curiosamente, son las tres instituciones
partidistas que signarían 12 años después (diciembre de 2012) el denominado
“Pacto por México” con un programa común de reformas estructurales que a la
postre devoró a sus promotores.
Dos de esos tres abajofirmantes (PAN y
PRD, aún cuesta trabajo creerlo) se aliarían en 2018 tras la candidatura de
RICARDO ANAYA, añadiendo al MC.
Proyecto que, si bien mejoró el
resultado electoral de JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA en 2012 (el segundo lugar, en vez
del tercero), situó al propio ANAYA en una distancia lamentable de 31 puntos abajo
del ganador, AMLO.
Aunque hubo un daño aún mayor al sistema
de partidos que apenas hoy estamos viendo. A la vista del elector promedio, se
perdió el necesario contraste doctrinal entre izquierda, centro y derecha.
Si ahora sabemos que dicho acuerdo
antinatura fue aceitado con prebendas, solo confirma su carácter artificioso.
Comprensible para el Partido Acción Nacional que siempre defendió esas banderas
privatizadoras.
Pero oneroso para dos instituciones
partidistas que se dicen herederas del general LÁZARO CÁRDENAS, el PRI y el PRD.
Postrados ambos ante el proyecto neosalinista que encarnó ENRIQUE PEÑA NIETO.
La política al servicio del dinero grande.
MAGRA COSECHA
Hoy vemos los resultados, con un PRD al
borde de la inanición al que solamente le queda la gubernatura de Quintana Roo
(en coalición con el PAN) y la de Michoacán, que estará en juego el próximo
año.
Y un PRI que (mire usted) sigue teniendo
la mayor cuota nacional de gobernadores (doce) cuyos cargos estarán en disputa
en los próximos tres años, a saber:
Ocho en 2021, junto con la elección legislativa federal intermedia: Campeche, Colima,
Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas
Dos más en 2022: Hidalgo y Oaxaca.
Y otros dos en 2024, paralelos a la
disputa presidencial: Coahuila y Edomex.
Es el PRI que hoy recibe en pleno rostro
los cubetazos de lodo arrojados por el obradorismo, con información provista
por un operador tricolor, el extitular de Pemex, EMILIO LOZOYA AUSTIN.
Auténtica garganta profunda, si
recordamos el seudónimo empleado por el hombre “atrás de las cortinas” que
proporcionó a la prensa norteamericana la información del caso Watergate para
derribar al presidente NIXON en 1974.
En cuanto al PAN, sus nueve gobernadores
lo colocan en segundo término después del PRI y por encima de MORENA que tiene siete.
Priva el bajo perfil en las dirigencias
partidistas, lo mismo si hablamos del tricolor ALEJANDRO MORENO (“Alito”) que
del albiazul MARKO CORTES o (peor todavía) un ánima en pena de nombre ÁNGEL
ÁVILA, hoy a cargo del PRD.
TAMPOCO ARRIBA
Del partido gobernante no podríamos
decir grandes cosas, salvo que la última dirigencia nacional electa concluyó su
periodo el 20 de noviembre del 2018 (¡hace 21 meses!) y es fecha que no se
resuelve totalmente su relevo.
Dos veces grave si además recordamos que
MORENA es el partido en el poder, el que fundó y dirigió el propio LÓPEZ
OBRADOR y donde la truculenta YEIDKOL POLEVNSKY maniobró para quedarse 14 meses
más, siendo depuesta (¡extirpada!) hasta el 20 de enero del 2020.
En manos de ALFONSO RAMÍREZ CUELLAR, el
Movimiento de Regeneración Nacional forcejea todavía en los prolegómenos de una
elección donde no se acaban de poner de acuerdo en cuanto al método y el
universo de votantes a considerar.
Demasiados brincos para un suelo que (si
decisión hubiera en Palacio Nacional) debiera estar muy parejo y haberse
resuelto por la vía más limpia desde el referido 20 de noviembre de 2018.
Los observadores opinan que AMLO
gobierna sin oposición, aunque el diagnóstico pudiera ser mucho peor. No tiene
contrapesos ni hacia el interior de MORENA.
Toda la partidocracia está débil. La
fuerza del PAN descansa en sus gobernadores, porque en el ámbito nacional no
logra reponerse de sus dos desastres consecutivos, el de JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA
en 2012 y el de RICARDO ANAYA en 2018.
El PRI es tierra de nadie, tras el
naufragio de PEÑA NIETO y la triste candidatura de PEPE TOÑO MEADE, que mereció
un deshonroso tercer lugar.
Sin olvidar las posteriores acusaciones
de corrupción que hoy tienen hundidas a sus principales figuras: el propio
PEÑA, VIDEGARAY, OSORIO, MEADE y compañía.
Con un país enfermo y sin recursos, que para el 2021 muy apenas estará levantándose de la pandemia, la disputa por el poder luce escuálida, sin liderazgos fuertes ni deslindes claros en el plano ideológico.
Partidos pobres en ideas, más que velar sus armas, parecería que sus únicos argumentos disponibles serán las cubetadas de lodo. El camino fácil de la descalificación.