domingo, 23 de agosto de 2020

2021: partidocracia débil

Cd. Victoria.- Competitividad a la baja, lo que no destruye la complicidad, lo destruye el odio. Con el megaproceso del año entrante a la vista, cabe la incertidumbre de quiénes serán los competidores principales. Entre qué partidos y personajes estará la victoria.

Queda poco de las tres grandes organizaciones que se repartían el poder tras el arribo de VICENTE FOX en 2000 y el advenimiento de la alternancia, PAN, PRI, PRD.

Curiosamente, son las tres instituciones partidistas que signarían 12 años después (diciembre de 2012) el denominado “Pacto por México” con un programa común de reformas estructurales que a la postre devoró a sus promotores.

Dos de esos tres abajofirmantes (PAN y PRD, aún cuesta trabajo creerlo) se aliarían en 2018 tras la candidatura de RICARDO ANAYA, añadiendo al MC.

Proyecto que, si bien mejoró el resultado electoral de JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA en 2012 (el segundo lugar, en vez del tercero), situó al propio ANAYA en una distancia lamentable de 31 puntos abajo del ganador, AMLO.

Aunque hubo un daño aún mayor al sistema de partidos que apenas hoy estamos viendo. A la vista del elector promedio, se perdió el necesario contraste doctrinal entre izquierda, centro y derecha.

Si ahora sabemos que dicho acuerdo antinatura fue aceitado con prebendas, solo confirma su carácter artificioso. Comprensible para el Partido Acción Nacional que siempre defendió esas banderas privatizadoras.

Pero oneroso para dos instituciones partidistas que se dicen herederas del general LÁZARO CÁRDENAS, el PRI y el PRD. Postrados ambos ante el proyecto neosalinista que encarnó ENRIQUE PEÑA NIETO. La política al servicio del dinero grande.

 

MAGRA COSECHA

Hoy vemos los resultados, con un PRD al borde de la inanición al que solamente le queda la gubernatura de Quintana Roo (en coalición con el PAN) y la de Michoacán, que estará en juego el próximo año.

Y un PRI que (mire usted) sigue teniendo la mayor cuota nacional de gobernadores (doce) cuyos cargos estarán en disputa en los próximos tres años, a saber:
Ocho en 2021, junto con la elección legislativa federal intermedia: Campeche, Colima, Guerrero, San Luis Potosí, Sinaloa, Sonora, Tlaxcala y Zacatecas

Dos más en 2022: Hidalgo y Oaxaca.

Y otros dos en 2024, paralelos a la disputa presidencial: Coahuila y Edomex.

Es el PRI que hoy recibe en pleno rostro los cubetazos de lodo arrojados por el obradorismo, con información provista por un operador tricolor, el extitular de Pemex, EMILIO LOZOYA AUSTIN.

Auténtica garganta profunda, si recordamos el seudónimo empleado por el hombre “atrás de las cortinas” que proporcionó a la prensa norteamericana la información del caso Watergate para derribar al presidente NIXON en 1974.

En cuanto al PAN, sus nueve gobernadores lo colocan en segundo término después del PRI y por encima de MORENA que tiene siete.

Priva el bajo perfil en las dirigencias partidistas, lo mismo si hablamos del tricolor ALEJANDRO MORENO (“Alito”) que del albiazul MARKO CORTES o (peor todavía) un ánima en pena de nombre ÁNGEL ÁVILA, hoy a cargo del PRD.

 

TAMPOCO ARRIBA

Del partido gobernante no podríamos decir grandes cosas, salvo que la última dirigencia nacional electa concluyó su periodo el 20 de noviembre del 2018 (¡hace 21 meses!) y es fecha que no se resuelve totalmente su relevo.

Dos veces grave si además recordamos que MORENA es el partido en el poder, el que fundó y dirigió el propio LÓPEZ OBRADOR y donde la truculenta YEIDKOL POLEVNSKY maniobró para quedarse 14 meses más, siendo depuesta (¡extirpada!) hasta el 20 de enero del 2020.

En manos de ALFONSO RAMÍREZ CUELLAR, el Movimiento de Regeneración Nacional forcejea todavía en los prolegómenos de una elección donde no se acaban de poner de acuerdo en cuanto al método y el universo de votantes a considerar.

Demasiados brincos para un suelo que (si decisión hubiera en Palacio Nacional) debiera estar muy parejo y haberse resuelto por la vía más limpia desde el referido 20 de noviembre de 2018.

Los observadores opinan que AMLO gobierna sin oposición, aunque el diagnóstico pudiera ser mucho peor. No tiene contrapesos ni hacia el interior de MORENA.

Toda la partidocracia está débil. La fuerza del PAN descansa en sus gobernadores, porque en el ámbito nacional no logra reponerse de sus dos desastres consecutivos, el de JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA en 2012 y el de RICARDO ANAYA en 2018.

El PRI es tierra de nadie, tras el naufragio de PEÑA NIETO y la triste candidatura de PEPE TOÑO MEADE, que mereció un deshonroso tercer lugar.

Sin olvidar las posteriores acusaciones de corrupción que hoy tienen hundidas a sus principales figuras: el propio PEÑA, VIDEGARAY, OSORIO, MEADE y compañía.

Con un país enfermo y sin recursos, que para el 2021 muy apenas estará levantándose de la pandemia, la disputa por el poder luce escuálida, sin liderazgos fuertes ni deslindes claros en el plano ideológico.

Partidos pobres en ideas, más que velar sus armas, parecería que sus únicos argumentos disponibles serán las cubetadas de lodo. El camino fácil de la descalificación.