Cd. Victoria.- Así lo exigen diez gobernadores de cuatro partidos, PAN, PRI, PRD y MC (más un independiente) incluyendo al panista de Tamaulipas FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA.
Dicen que el hilo se rompe por lo más delgado, ¿pero es realmente HUGO LÓPEZ-GATELL quien oculta cifras, enreda la estadística, minimiza los números de muertes y contagios, por decisión propia?
En todos estos meses en que ha desempeñado la vocería federal en asuntos de COVID19, el también Subsecretario de Salud ha dado indicios de conocer mejor el problema de lo que suponen sus detractores.
A principios de la pandemia comenté en redes que GATELL me parecía un hombre inteligente y bien informado cuando hablaba ante las cámaras desde alguna entrevista callejera o en algún espacio de su dependencia.
Comenté también que la calidad de sus intervenciones baja mucho en veracidad, rigor y precisión cuando está presente LÓPEZ OBRADOR.
Y ocurrió que, al paso de las semanas, ya encaminado en sus informes diarios de cada noche, el vocero de salud acabaría doblando completamente la cerviz para avalar lo que ANDRÉS MANUEL quiere y necesita: un discurso tranquilizador, una narrativa feliz, aunque falte a la verdad.
Por poner algunos ejemplos, GATELL recomendando encarecidamente el cubrebocas y AMLO insistiendo en no usarlos, despreciando a quienes se lo exigen.
O bien GATELL recomendando quedarse en sus casas, mientras el presidente se iba de gira como más le gusta, puebleando y en contacto estrecho con la gente.
Lo vimos también en algunas exposiciones muy sinceras del epidemiólogo sobre la gravedad de la crisis sanitaria. Franqueza que parecía enmendar al día siguiente, retomando el discurso minimalista.
Me pregunté entonces y me lo sigo preguntando ahora, ¿Qué tendría que haber ocurrido entre ambos episodios, en los entretelones de Palacio Nacional?
En redes se insiste que cuando se pasa de la raya y tiene algún desplante de sinceridad, le jalan las orejas y al día siguiente enmienda la plana.
Entre el decir y el desdecirse a menudo pasa una jornada. Lo cual nos deja entrever que existe una voluntad superior empeñada en la falsificación de las cifras, buscando inútilmente disimular la tragedia.
FORCEJEOS EN LA CÚPULA
De aquí las diferencias (inocultables, ríspidas) que se han suscitado entre el médico y la jefa del gobierno capitalino CLAUDIA SHEINBAUM.
Por principio se insistió en medios sobre un reclamo muy severo que CLAUDIA le habría asestado a HUGO a principios de junio pasado, al preguntarle: “¿Cuándo le vas a dejar de mentir al presidente?”
En semanas posteriores la guerra entre ambos funcionarios se extendió (y se libra todavía) en torno al llamado “semáforo de la epidemia”.
El lector estará enterado que los niveles de riesgo (de alerta) detectados en cada entidad se tipifican en cuatro categorías, con un color distinto. El verde es alerta baja, el amarillo es media, el naranja es alta y el rojo se considera como alerta máxima.
También sobre esto se pelean. El doctor suaviza su diagnóstico de cada día, mientras la señora SHEINBAUM se inconforma, basada en una realidad que ella, antes que nadie, conoce bien en su diario recorrido por las calles de la capital mexicana.
Aunque esto no resuelve la duda planteada líneas arriba: ¿es realmente GATELL quien desvirtúa y enreda las cifras para oscurecer el diagnóstico o solamente cumple órdenes?
Mi impresión personal es lo segundo y baso esta creencia en los deslices (a manera de lapsus linguae) que en las primeras semanas dejó escapar el subsecretario, cuando se salía del guión. Diagnósticos funestos, en franca contradicción con la máscara sonriente.
Y creo que la orden viene de mero arriba porque hay una decisión ya tomada de no gastar en la pandemia más de lo necesario. Por esto no se hicieron pruebas, de aquí la terquedad remolona a reconocer el carácter letal del coronavirus.
Importa mucho precisar estos datos porque, de manera inexorable, llegará el tiempo de rendir cuentas y deslindar responsabilidades por la desastrosa gestión del problema.
Una rápida ojeada a la opinocracia nacional, redes y medios, nos muestra que el epidemiólogo de la 4T ya reúne hoy en día, una larga fila de verdugos afilando su hacha.
Por ello importa saber si realizó su tarea desinformativa por decisión propia o por cuenta de alguien más. El lector tiene la última palabra.