Cd.
Victoria.- En 1999, al arranque del gobierno tomasista, un
derrumbe grave en la recién inaugurada carretera Rumbo Nuevo (Juan Capitán-Chihue)
provocó una ola de inconformidad ciudadana contra el gobierno anterior, que
encabezó MANUEL CAVAZOS LERMA.
Según el
diagnóstico difundido, el apuro por terminar la obra habría subestimado el
potencial destructor del agua.
Al no
canalizar los escurrimientos de la sierra bajo la carpeta asfáltica, la
naturaleza impuso su ley.
Devastó
amplios tramos ahí donde la obra humana se había convertido en un obstáculo.
A ello se
agrega la impericia (hija de la prisa) en la construcción de taludes, las
paredes serranas, cuyo corte exige inclinación y compactación para prevenir
deslaves.
YARRINGTON
había logrado la candidatura con todo el apoyo de MANUEL CAVAZOS.
Aunque, una
vez en el poder, la regla imperante tarde o temprano impondría el corte del
cordón umbilical, propio de los viejos regímenes presidencialistas.
Eso que JOSÉ
LÓPEZ PORTILLO llamaba “romper para estabilizar”, tomar distancia hacia el
antecesor, de manera suave o terminante, según los ánimos.
El problema de
“Rumbo Nuevo” no hizo más que acelerar dicho rompimiento.
Al paso de las
semanas, las tareas de peritaje culparon al extitular de la SEDESOL cavacista,
el arquitecto PEDRO HERNÁNDEZ CARRIZALES.
Investigación
que había sido impulsada desde el congreso local por la diputación panista y
perredista, exigiendo llevar hasta el fondo el deslinde de responsabilidades.
Se libró,
pues, la orden de aprehensión, cuyo cumplimiento tendría lugar hasta noviembre
del 2000, al ser ubicado en Mérida, Yucatán.
Junto con
PEDRO, en distintas etapas, fueron arrestados cinco funcionarios de la misma
SEDESOL y tres empresarios contratistas.
YA EN
BARANDILLA
La prensa que
cubrió el arribo del arquitecto HERNÁNDEZ CARRIZALES al penal de Tamatán tomó
nota puntual de su declaración banquetera, defensiva y estentórea, encapsulada
en una sola frase:
-“¡Yo no me
mandaba solo, no me mandaba solo!”, gritaba, en franca referencia a su superior
jerárquico, CAVAZOS LERMA.
Desde el poder
legislativo, panistas y perredistas exigían a YARRINGTON que procediera contra
CAVAZOS, en base al dicho insistente de PEDRO.
Su coartada
central (“no me mandaba solo”) sería después ratificada en su comparecencia
formal ante la procuraduría.
Lo dijo de
manera franca, de todas sus acciones estaba enterado CAVAZOS. El exfuncionario
detenido solo obedecía órdenes.
La nota
sacudió a la estructura de gobierno, al propio TOMÁS, a la contralora AÍDA
ACUÑA y al entonces procurador EDUARDO GARZA RIVAS.
A la postre el
caso se focalizó en PEDRO HERNÁNDEZ y su círculo inmediato.
Ni un
milímetro más allá, se boletinó con lujo de precisión y amplia difusión que no
había “elementos para llamar a cuentas al exgobernador”.
Y, por si
hubiera alguna duda, se dictó auto de no ejercicio de acción penal (inejercicio,
inacción, impunidad) en favor de CAVAZOS por el tema específico de la carretera
dañada.
Un chiste
racista que por entonces corrió entre cafés y cantinas fue que, en casos así,
“el hilo se rompe por lo más delgado y además por lo más oscuro.”
SEMEJANZA
HABEMOS
Mire usted, el
tema viene a cuento dos décadas después, tras la detención en Málaga, España,
de EMILIO LOZOYA AUSTIN, extitular de PEMEX.
El hombre es acusado
de recibir sobornos multimillonarios vinculados al caso ODEBRECHT, más los
expedientes que resulten, que son, por igual variados y cuantiosos.
Pero resulta
que EMILIO trae de abogado al exfiscal antidrogas del salinismo JAVIER COELLO
TREJO, feroz tacleador en sus tiempos de policía, lo sigue siendo ahora como
defensor.
Esgrime sus
argumentos como hachas de guerra y apunta con ellos cual si fueran fusiles de
asalto.
Tajante, frío
y muy preciso, su frase de combate es que LOZOYA (mire usted): “no se mandaba
solo.”
Lo dijo en
pantalla frente a LEO ZUCKERMAN y también con CARMEN ARISTEGUI y con ello
definió prácticamente una estrategia que se observa dotada de un poderoso
condicionante.
Si van contra
su cliente, tendrán que ir contra ENRIQUE PEÑA NIETO.
En bien de
este argumento cabe añadir la nota que el pasado miércoles publicó el WALL
STREET JOURNAL asegurando que el gobierno de AMLO ya investiga también a PEÑA.
Aunque el gozo
se fue al pozo durante la mañanera de este jueves cuando ANDRÉS MANUEL, ante
pregunta explícita, respondió muy a su estilo, pausado, entrecortado, diluido.
Cito textual:
-“No tengo… información, sobre que exista… esta investigación… como lo sostuvo… ehhh… el Wall Street Journal… no tengo yo… ehhh… elementos… para sostenerlo… lo que existe es la investigación, el proceso… contra el exdirector de Pemex… mm.… LOZOYA… no hay una investigación, que yo sepa… en contra del expresidente PEÑA…”
-“No tengo… información, sobre que exista… esta investigación… como lo sostuvo… ehhh… el Wall Street Journal… no tengo yo… ehhh… elementos… para sostenerlo… lo que existe es la investigación, el proceso… contra el exdirector de Pemex… mm.… LOZOYA… no hay una investigación, que yo sepa… en contra del expresidente PEÑA…”
Pero bueno, dígase
lo que se diga, el parecido con el caso tamaulipeco sigue ahí.
Un funcionario
de primer nivel (allá EMILIO, aquí PEDRO) es juzgado por corrupción y, en ambos
episodios, su defensa señala como argumento central que el acusado “no se
mandaba solo”, pues recibía órdenes superiores (allá de PEÑA, aquí de CAVAZOS).
Aparece entonces,
la ayuda providencial. Y esta consiste en deslindar y dejar fuera de toda
sospecha a los peces gordos, aquí al jefe de PEDRO y allá al jefe de EMILIO.
Para ser más
precisos, quienes obsequian la gracia de la impunidad son (nada menos que) los
titulares del Ejecutivo en turno, uno estatal y el otro federal, en 2000 y en
2020.
Aquí
YARRINGTON, allá LÓPEZ OBRADOR.