Cd.
Victoria.- Noticia mayor este fin de semana, el gobierno de AMLO
y las administraciones estatales panistas lograron superar divergencias y ya tendrían
un acuerdo de principio sobre la operatividad del flamante Instituto de Salud
para el Bienestar (INSABI).
Se demuestra
con ello que la pluralidad partidista, lejos de obstaculizar, permite construir
consensos a partir de la expresión abierta y respetuosa de sus divergencias.
Resultaba,
pues, que los mandatarios albiazules tenían otra visión de las cosas, la
hicieron pública, se organizaron para defenderla y sobre ese principio trabajó la
negociación con el gobierno de MORENA.
Contrapeso habemus.
Se confirma lo dicho en este espacio hace unos días. El verdadero músculo del
PAN no está ni en sus fracciones parlamentarias ni en su comité ejecutivo
nacional, sino en sus gobernadores.
Algo equivalente
al PRI en los tiempos de FOX y CALDERÓN. Su “punch” descansó en las capitales
estatales y no en Insurgentes Norte, ni en las sedes parlamentarias.
Desde luego,
para el gobierno obradorista habría sido más cómodo aterrizar su decisión en
toda las geografía nacional sin encontrar resistencia.
Sin embargo,
la inconformidad de autoridades regionales hizo aflorar inconsistencias,
contradicciones, verdaderas lagunas en el planteamiento inicial del INSABI que
debieron ser abordadas y subsanadas, así fuera de palabra.
Un viejo
adagio epistemológico advierte que “las cosas no existen hasta que las nombras.”
No se refiere,
desde luego, a su existencia objetiva sino al lugar que deban ocupar en el mapa
mental de quien opera problemas y soluciones.
Por ello resultaba
urgente señalar que el planteamiento original no garantizaba la atención de
tercer nivel que el viejo modelo del Seguro Popular solía cubrir en los 66
padecimientos reconocidos por el Fondo de Protección contra Gastos
Catastróficos.
Sin este
fondo, al dolor por la enfermedad de los seres queridos se sumaría la devastación
del patrimonio familiar ante el alto costo de medicinas y tratamientos.
Desde su
trinchera, el obradorismo argumenta con suficiente razón que en años anteriores
se abusó de dicho fondo, se dispuso sin control, no siempre para la finalidad
que fue creado.
En todo caso, el
dispendio y el mal uso deben corregirse, sin echar al niño junto con el agua, ni
mutilar instituciones, ni hacer pagar a justos por pecadores.
Si falla la
vigilancia en la aplicación de los recursos, las medidas correctivas deben enfocarse
precisamente en la vigilancia, incrementar los mecanismos de transparencia,
dotar de garras y dientes a sus auditores.
Pero de ello a
cortar de tajo rutinas ya establecidas con éxito, hay un mundo de diferencia. De
aquí la razón de escuchar otras opiniones. La alerta roja que cundió en todo el
espectro político.
Para eso hay
partidos, poderes oficialmente autónomos y niveles de gobierno donde reina y
debe reinar la indispensable pluralidad.
Había
optimismo al concluir la reunión del presidente LÓPEZ OBRADOR con los
mandatarios panistas que encabeza el hidrocálido MARTÍN OROZCO SANDOVAL.
Hay
coincidencia en instaurar un solo modelo de salud, asumiendo los conceptos de universalidad,
progresividad y gratuidad en la atención médica para la población que carece de
seguro social.
Por supuesto,
aún falta mucho por hacer cuando deban definirse las reglas sobre las cuales
habrá de operar la transición hacia el financiamiento de las entidades
federativas en los tres niveles incluyendo los medicamentos gratuitos.
Un servicio de
salud “de calidad, oportuno y suficiente”, enfatizado semanas atrás por el
tamaulipeco FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA.
Se mantiene el
control de los estados en hospitales y clínicas. Se abre el camino a la
negociación para definir la transferencia de más de 40 mil millones de pesos a las
entidades federativas.
Amén de la
gratuidad progresiva, se respeta la libertad de los gobiernos estatales en la
adquisición de medicamentos. Lo podrán hacer por su cuenta.
Quedaría
abierta también la posibilidad de que los gobiernos estatales acepten el
esquema de compras consolidadas planteado por el gobierno obradorista (no solo
en medicinas, en todos los campos).
Hay un mundo
de trabajo por hacer. La diversidad de opinión y enfoques no desaparece, la
terquedad de AMLO tampoco.
Por lo pronto
importa consignar avances, producto del diálogo. En ningún campo conviene la
ruptura, mucho menos en el sector salud.