Cd.
Victoria, Tam.- La relación jamás ha
sido buena entre el tabasqueño y el zacatecano. Del trópico al altiplano hay
diferencias de temperamento, prioridades distintas, humores encontrados.
Ambos brillaron en sus respectivas patrias chicas al
tiempo que desarrollaban una carrera política nacional. Los dos fueron
dirigentes estatales del PRI en su entidad y rompieron con el partido tricolor
antes de buscar la gubernatura por su respectivo estado.
La diferencia es que el zacatecano sí lo logró
(1998-2004) mientras que el tabasqueño lo intentó y perdió en dos ocasiones
consecutivas, en 1988 por el Frente Democrático Nacional (FDN) y en 1994 por el
Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Ganaría la jefatura política de una entidad
federativa, pero en la Ciudad de México (2000-2006). Ya desde entonces, la
tercera sería la vencida.
En paralelo, MONREAL, con categoría de exgobernador, dejaría
el PRD para irse al Partido del Trabajo (PT) y desde ahí coordinar las campañas
obradoristas de 2006 y 2012.
La vida los une y separa. Como militante de MORENA,
MONREAL fue electo jefe de la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México
(2014) mientras AMLO construía su postulación hacia el 2018, que finalmente
ganó bajo el lema de “la tercera es la vencida”.
Más diferencias, ANDRÉS MANUEL fue presidente nacional
de dos partidos (PRD y MORENA), pero carece de la experiencia legislativa de
RICARDO, quien ha sido tres veces diputado federal (dos por el PRI, una por
MORENA) amén de dos senadurías (una por el PRI y otra por PT-MORENA).
CARRILES VECINOS
Sirvan estos datos para decir que el crecimiento de
ambos en política corrió parejo, construyendo sus respectivas carreras de
manera independiente.
Los dos, por cierto, bajo el influjo inicial del ingeniero
CUAUHTÉMOC CÁRDENAS. en el PRI y luego en la oposición de izquierdas.
Por ello la relación mutua ha sido siempre COLATERAL y
nunca subordinada ni bajo mando jerárquico el uno del otro. Se han procurado
lealtades pero no obediencia.
Relación, por cierto, muy distinta a la que AMLO tiene
con personajes como MARCELO EBRARD, a quien rescató tras el naufragio de MANUEL
CAMACHO SOLIS (1994), para hacerlo Secretario de Seguridad en el Distrito
Federal y luego titular de SEDESOL, heredándole la jefatura capitalina en 2006.
Por igual, ANDRÉS MANUEL ejerce un liderazgo moral sobre
gente que se formó a su sombra como MARTI BATRES, MARIO DELGADO y CLAUDIA
SHEINBAUM, entre tantos más.
En un grupo político, a los subordinados se les da
órdenes. Con los aliados, en cambio, siempre se negocia, es un forcejeo, un
toma y daca. Este es el caso de MONREAL.
La diferencia es que ahora LÓPEZ OBRADOR dejó de ser un
proyecto para convertirse en realidad absoluta. Es el Presidente de la
República y esto impone una disparidad abismal hacia su viejo aliado MONREAL,
de manera muy particular, en el manejo de sus diferencias que ya no puede ser
el mismo.
PLEITO POR EPISODIOS
El más reciente capítulo de esta larga y recurrente divergencia
entre el zacatecano y el tabasqueño está en los periódicos de esta semana.
Su cuestionamiento al canciller MARCELO EBRARD por el
tema del Tercer País Seguro que la administración TRUMP pretende imponer a México
en relación a los migrantes centroamericanos.
Pero si hoy el pleito es con MARCELO, antes lo fue
contra MARTÍ BATRES al orquestar su desplazamiento en el liderazgo de la Cámara
Baja y también con OLGA CORDERO por el asunto de las autodefensas.
Sin olvidar la suspensión de ALEJANDRO ROJAS DÍAZ
DURÁN (operador de MONREAL) por pretender desplazar a YEIDCKOL POLEVNSKY durante
la selección de candidatos en Tamaulipas.
Querella que enseguida se reciclaría por el caso
Puebla, donde cuestionó la reiterada candidatura de MIGUEL BARBOSA.
El mismo señor ROJAS DÍAZ DURÁN que mantiene vivas sus
aspiraciones de contender el otoño entrante por la presidencia de MORENA.
Desde luego, todas estas broncas tienen por telón de
fondo la cruenta lucha que de manera muy adelantada se está librando por la
candidatura presidencial del 2024.
Y en esto, mire usted, funciona la misma regla que
antes conocimos en los tiempos del viejo PRI.
En el criterio del Gran Elector, los disciplinados
tienen ventaja sobre los insurrectos.
Son más confiables los acólitos que los aliados, la
querencia es mayor con los discípulos que hacia los colaterales.
Si el zacatecano no lo asimila, vamos a ver un
espectáculo algo estridente en los próximos meses, una guerra fratricida cuyo
perdedor se anticipa desde ahora. El hilo revienta en la cúpula senatorial.