Cd.
Victoria, Tam. Entre memoriosos fue
la disputa, la semana anterior, a propósito del caso ROBLES BERLANGA: ¿cuál es
el antecedente más antiguo de un miembro del primer equipo presidencial que
haya caído tras las rejas?
Por principio, justo es recordar que el afán de tapar
corruptelas y desviaciones al mandatario anterior fue una costumbre firme, una
tradición celosamente respetada que se extendió entre los gobiernos tricolores
desde CALLES hasta DÍAZ ORDAZ.
Los golpes eran por debajo de la mesa, nada público,
menos aún con desenlace penitenciario.
Por citar algunos ejemplos (algunos), la austeridad reiterada
y manifiesta de ADOLFO RUIZ CORTINES (1952-58), era un reclamo sutil y una
distancia crítica hacia el estilo dispendioso, frívolo y voraz del sexenio
alemanista. Pero no aplicó castigos.
Cuando LUIS ECHEVERRÍA (1970-76) vocifera contra los “emisarios
del pasado”, un servil eco mediático prende la hoguera contra el diazordacismo,
pero el lenguaje cifrado predomina, sin llegar jamás al ministerio público.
Más decidido, su amigo JOSÉ LÓPEZ PORTILLO (1976-82) encarcela
a dos secretarios de estado echeverriístas, el de Comunicaciones y Transportes
EUGENIO MÉNDEZ DOCURRO y el de Reforma Agraria FELIX BARRA GARCÍA.
“Romper para estabilizar”, explicaría JLP en sus
memorias, inaugurando así el uso político del expediente judicial contra
(presuntos o reales) actos de corrupción para transferirle culpas al pasado
inmediato.
Con tales antecedentes, se fue formando (pian pianito)
una costumbre, una expectativa en la prensa y también entre la clase política, al
momento en que arriba MIGUEL DE LA MADRID (1982-88).
¿Quiénes serán los chivos expiatorios esta vez?, ¿A
qué exfuncionarios les toca ser “cabeza de turco”?
Entendido el concepto de “chivo expiatorio” como el
animal que la antigua tradición judía (Levítico 16) llevaba al altar para pagar
culpas humanas.
La “cabeza de turco” viene de las Cruzadas y remite
literalmente al cráneo del enemigo cercenado y expuesto a la mirada pública,
como trofeo de guerra.
PODA CÍCLICA
De manera simbólica, chivos o turcos, ambas alegorías
se cumplen en los ajustes de cuentas mexicanos.
Por ello, al llegar DE LA MADRID, la opinión pública
nacional ya miraba con inocultable morbo hacia la piedra de los sacrificios.
Puntual llegó la respuesta tras la persecución y
encarcelamiento del extitular de PEMEX JORGE DÍAZ SERRANO y el exdirector de la
policía capitalina ARTURO DURAZO MORENO.
La tradición continúa seis años después con CARLOS
SALINAS (1988-1994), pero sin tocar a miembros del gabinete lamadridista, salvo
el caso del extitular de Agricultura EDUARDO PESQUEIRA quien nunca estuvo preso,
solo devolvió dinero.
Bastante más severo será el operativo contra el
sindicalismo petrolero encabezado por JOAQUÍN HERNÁNDEZ GALICIA, SALVADOR
BARRAGÁN CAMACHO y PEPE SOSA, entre otros.
Con el advenimiento de ERNESTO ZEDILLO (1994-2000) la maquinaria
de la justicia seguirá generando escándalos para la entonces llamada “política
de nota roja”.
Nadie como ZEDILLO llegará más cerca, al emplazar toda
la fuerza del aparato nada menos que contra RAÚL SALINAS DE GORTARI, hermano
del expresidente.
Lo señalaron como autor intelectual de la muerte de
JOSE FRANCISCO RUIZ MASSIEU pero enseguida le llegaron más cargos, enriquecimiento
ilícito y defraudación fiscal, entre otros.
La historia atestigua que los dos gobiernos albiazules
de VICENTE FOX (2000-06) y FELIPE CALDERÓN (2006-12) se abstuvieron de dicha
práctica acaso por identificarla como “demasiado priísta”.
Y también porque los panistas tomaron nota de un fenómeno
recurrente. El acusador se convierte en acusado seis años después. El frío verdugo
frecuentemente deriva en perseguido de la justicia.
Por eso ni FOX ni CALDERÓN impusieron castigos al
pasado inmediato. Tal costumbre no regresaría hasta el retorno del PRI a Los
Pinos y el ascenso de ENRIQUE PEÑA NIETO (2012-18) con la captura de ELBA
ESTHER GORDILLO.
NUEVA HORNADA
Y bueno, el presidente LÓPEZ OBRADOR cumplirá el
primero de septiembre próximo sus primeros nueve meses en el cargo.
En tan corto tiempo ya es posible enumerar al menos
cinco “cabezas de turco”, cinco trofeos, empezando con el empresario
siderúrgico ALONSO ANCIRA.
El hombre es acusado de realizar operaciones
fraudulentas con Petróleos Mexicanos y está preso en España, sujeto a proceso
de extradición. Su presunto cómplice EMILIO LOZOYA, exdirector de PEMEX, se
encuentra prófugo.
Un tercer personaje sería JUAN COLLADO quien, sin ser
funcionario público, ha presado sus caros servicios a los renglones torcidos de
la clase en el poder que hoy está en la mira de la FGR.
Con el ingreso de ROSARIO ROBLES a la prisión de Santa
Martha Acatitla la justicia arrastra a un miembro del gabinete presidencial.
En paralelo (aunque con un historial de fechorías muy
propio) habría que considerar a su exnovio el empresario argentino CARLOS
AHUMADA, hoy libre por torpezas de la fiscalía.
Finalmente, AMLO está encaminando su 4T hacia el
corredor punitivo que en un principio quiso evitar. La política de nota roja.
Lo he comentado aquí, México pertenece a la escasa
minoría de países latinoamericanos que jamás han encarcelado a un expresidente.
Cité el ejemplo de Perú, donde cinco mandatarios han sido juzgados por
corrupción y abusos de poder.
Una curiosidad de estos procesos es que suelen
escalarse, buscar nuevas víctimas, tornarse adictivos, en especial, cuando
funcionan como distractores ante la tardanza de buenos resultados económicos.
Todo indica que esta es la ruta a seguir.
Veremos.