Cd.
Victoria, Tam. Tras la elección interna
del domingo pasado, el Comité Ejecutivo Nacional del PRI (CEN) dejó bien claro
que tiene mayor fidelidad a sus vicios que al instinto de supervivencia.
Desde su debacle histórica aquel primero de julio de
2018, el más elemental sentido común aconsejaría (mínimamente) emprender una
magna tarea de renovación y autocrítica.
1.- Renovación del CEN que, por principio, debería emanar
de una competencia equitativa donde el todavía presidente ENRIQUE PEÑA NIETO tuviera
terminantemente prohibido meter las manos.
2.- Y también autocrítica para detectar y señalar con
todas sus palabras asignaturas urgentes como:
(a) Los errores cometidos por la administración saliente,
que expliquen el avasallante voto de castigo sufrido por el tricolor.
(b) Deficiencias graves en la selección de las
candidaturas, especialmente en la nominación presidencial donde se reincidió en
el dedazo, coartando con ello la voluntad de las bases.
(c) Y, peor todavía, el que esta decisión haya recaído
en un personaje de perfil tan cuestionable como PEPE TOÑO MEADE, sin militancia
priísta, ni experiencia electoral, ni músculo social, de temple blandengue derivado
de su formación exclusivamente técnica.
(d) Finalmente, también tendrían que poner en la
picota el desempeño organizativo y proselitista de los dos dirigentes
nacionales (ENRIQUE OCHOA REZA y RENÉ JUÁREZ CISNEROS) que sucesivamente operaron
dicho proceso electoral.
CIEGOS, SORDOS, MUDOS…
Huelga recordar que nada de esto hicieron. El PRI
posterior a la derrota de MEADE continuó manejándose en la misma línea autocomplaciente.
Dos semanas después de las elecciones, el 16 de julio,
RENÉ JUÁREZ renunció a la presidencia partidista, quedando en su lugar (por
prelación) la por entonces secretaria general CLAUDIA RUIZ MASSIEU.
Piezas dispuestas por el propio PEÑA NIETO, ni por
asomo pasó por sus cabezas hacer un examen crítico de los errores cometidos en
gobierno y partido.
Como si nada hubiera pasado, continuaron bregando
hacia las elecciones regionales de 2019, donde los malos resultados se habrían
de profundizar.
Al respecto, aunque ya es historia, vale la pena
recordar los resultados obtenidos por este partido el verano pasado.
En Tamaulipas, de 36 curules (22 de mayoría, 14 pluris)
el PRI perdió en todos los distritos, debiendo conformarse con 6 butacas de
carácter plurinominal, la bancada más pobre de este partido en la historia del
estado.
En Quintana Roo, de un total de 25 asientos (15 de
mayoría, 10 pluris) el tricolor solo alcanzó una plurinominal.
En Baja California, donde el total es también de 25
(17 de mayoría, 8 pluris), el PRI por igual se quedó con una plurinominal.
Por supuesto, el PRI perdió las dos gubernaturas
(Puebla y Baja California) y en ayuntamientos, la cosa no podría pintar mejor.
Una sola alcaldía (de 11) en Aguascalientes; ninguna
(de 5) en Baja California (todas las ganó MORENA) y solamente en Durango registraron
buenos números (16 de 39 gobiernos municipales) que, de cualquier manera, representan
menos de la mitad.
PROCESO INFAME
Dicen que la realidad nos enseña a fregadazos, aunque (me
permito añadir) en el caso del PRI, sus operadores actuales ni con fregadazos
entienden.
La elección del nuevo Comité Ejecutivo Nacional (presidencia
y secretaría general) fue sucia con ganas. Queda claro que no conocen otra
manera de hacer las cosas.
La presunta fórmula ganadora (con más 84.7% de los
votos) es la encabezada por el gobernador campechano con licencia ALEJANDRO
MORENO, al que sus coterráneos le dicen “ALITO”, aunque en redes ya le están
llamando “AMLITO”.
Su mancuerna es CAROLINA VIGGIANO, una dama de
trayectoria plurinominal y multirregional, pues siendo hidalguense (donde ha
sido dos veces diputada) es también la esposa de exgobernador coahuilense RUBEN
MOREIRA.
Pero eso no es todo, durante un tiempo desempeñó paralelamente
dos cargos, la presidencia del DIF estatal en Saltillo (2011-2017) y la
dirección general del CONAFE (2012-2015), en la capital mexicana.
En cuanto a la fórmula perdedora, estuvo constituida
por la exgobernadora yucateca IVONNE ORTEGA y el diputado sonorense JOSÉ
ENCARNACIÓN ALFARO. Se les reconoce una votación de 9.17%.
Una tercera opción, de bajísimo perfil, fue la
conformada por la veracruzana LORENA PIÑÓN y el exregidor de Reynosa DANIEL
SANTOS. Su cosecha fue un triste 2.47%
En cuanto a IVONNE, ha sido muy explícita en sus
denuncias sobre el presunto fraude, desde la víspera y en la jornada electoral
misma.
Al final del día prevaleció lo que ya sabemos y
conocemos. Padrón incompleto, elección inequitativa, acarreo de votantes, relleno
y embarazo de urnas, compra y coacción del voto.
Cabe recordar la advertencia que hizo LUIS CARLOS
UGALDE, exdirector del IFE entrevistado en la semana previa por el canal
Foro-TV de TELEVISA.
Anticipó UGALDE que, de no realizar cambios sustantivos,
el PRI “podría entrar en un periodo de extinción”, pues en 2021 se competirán 8
de las 12 gubernaturas que este partido tiene y podría perder "casi todas
o todas".
En este sentido, el fiasco electoral del domingo
pasado es casi un tiro de gracia. La negativa a renovarse está colocando al
partido tricolor a las puertas de su debacle definitiva.
La historia después dirá que jamás quisieron
verdaderamente cambiar.