Cd.
Victoria, Tam. La humanidad se
encamina de manera ineludible a dos grandes revoluciones tecnológicas íntimamente
ligadas entre sí, para las cuáles México haría bien en estar preparado.
Son dos temas, mire usted:
(1) El reemplazo de los hidrocarburos (gasolina, diésel)
por motores eléctricos.
(2) Y la generación de electricidad para todo uso, mediante
páneles solares que permitirán abaratar drásticamente el costo del fluido en
cualquier inmueble (habitacional, comercial, industrial).
En el primer caso, lo comenté en esta columna el 20 de
mayo pasado, que los países desarrollados se encuentran ya en cuenta regresiva
para instaurar una nueva legislación que dejará de fabricar vehículos de
combustión interna para abrir paso a los eléctricos.
Estamos a 2019, dicha medida empezará a implementarse
en Holanda (2025), el Reino Unido (2020) y China (2040), por citar algunos
ejemplos.
Los españoles están también programados para 2040,
aunque los estudiosos del calentamiento global insisten en acelerar este cambio
para una fecha cercana al 2035 en toda la Unión Europea.
En cuanto al método para operar dicho reemplazo,
también hay variantes.
Algunas naciones preferirán empezar sustituyendo los
vehículos nuevos, dejando que el viejo parque vehicular de gasolina se retire
gradualmente al concluir su tiempo natural de uso, lo cual ocurriría alrededor
de 2050.
Pero especialistas con más prisa piensan que el
reemplazo debe ser inducido mediante el financiamiento gubernamental, como
ocurrió con los televisores analógicos de cinescopio, cuando fueron desplazados
por los digitales de plasma.
En el segundo tema arriba mencionado, ya lo podemos
ver en marcha en muchas ciudades del país, donde hogares, negocios, fábricas,
centros comerciales, captan energía solar desde patios, techos y azoteas, misma
que la Comisión Federal de Electricidad toma y aprovecha, para bonificarla
luego en el correspondiente recibo bimestral.
Llevado esto a una práctica generalizada, estaríamos
hablando de la GENERACIÓN SOCIAL de la electricidad, con un abaratamiento
sustantivo que, en un mediano plazo, permitirá abandonar el consumo de gas
doméstico para reemplazarlo por calentadores y estufas eléctricas.
Los hidrocarburos están, pues, en retirada. Y esto lo
comentaba hace medio siglo el ingeniero HEBERTO CASTILLO, líder social y
dirigente partidista, con trayectoria reconocida en el mundo de la academia y
la investigación científica.
Decía don HEBERTO que el verdadero valor de los
hidrocarburos (petróleo, gas) es como materia prima, por la variedad infinita
de productos industriales que derivan de ellos.
Por lo mismo (comentaba el ingeniero) resultaba una
verdadera lástima que todavía los estuviéramos quemando como combustible.
Los primeros vehículos eléctricos (los recordará
usted) eran feos con ganas, unas tortuguitas lentas y hambrientas de recarga en
el plazo corto, incómodas, de espacio reducido.
Hoy se fabrican de todos tamaños, para todos los
gustos, en prácticamente todos los rubros y modelos que podemos observar en la
industria automotriz de gasolina.
Y bueno, el valor de todas estas observaciones tiene
que ver con la estrategia energética que tiene en marcha el gobierno de la
Cuarta Transformación, el de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
En este sentido, podría ser justificable la costosa
refinería de Dos Bocas, Tabasco, si está pensada para producir resinas,
plásticos, esmaltes, colorantes, fibras sintéticas, detergentes, parafinas y
otros derivados.
Aunque también resulta preocupante si (como pregona
AMLO) la multimillonaria inversión tiene por meta surtir el mercado de los
automotores para ya no tener que importar gasolina.
Sobre todo si recordamos que la gasolina y el diésel
son productos que dejarán de ser requeridos por la industria automotriz en el
plazo de la próxima generación. Van prácticamente de salida.
No podríamos decir lo mismo del gas que (aun perdiendo
a su consumidor doméstico) sigue siendo un insumo vital para el funcionamiento
de calderas industriales. El gas tiene futuro, la gasolina no.
Parecería, pues, una obcecación de ANDRÉS MANUEL, el
llevar inversiones cuantiosas a su terruño (Tabasco) que en un plazo razonable
perderán utilidad.
El país parecería estar quedando al margen de la Revolución
Energética que hoy se encamina en Estados Unidos, Europa y el continente
asiático, con China como país de vanguardia.
Si los gobernantes abanderados por MORENA no quieren
tomar esta bandera, más temprano que tarde otros sectores la estarán enarbolando.