Cd.
Victoria, Tam. En materia electoral,
un error lógico entre quienes hacen vaticinios a botepronto deriva de equiparar
en resultados los procesos federales y estatales.
Lo cierto es que se trata de dos fenómenos muy diferentes.
Una lectura superficial tiende a confundirlos, porque ciertamente se parecen en
su mecánica externa.
Y esto va desde hacer fila credencial en mano frente a
la casilla electoral, hasta cruzar las papeletas y que alguien se sirva
marcarnos el dedo pulgar, señal de la obligación cumplida.
Aunque el comportamiento del elector suele variar de
una votación local a una federal, a menudo drásticamente.
Cuestión de recordar el contraste tan marcado entre la
elección federal de 2015 (la intermedia de PEÑA NIETO) y la gubernamental
tamaulipeca de 2016.
En 2015, mire usted, los priístas se llevaron carro
completo.
Y el optimismo era tanto que de su triunfo derivó una
frase feliz (ocho de ocho), pues el tricolor se adjudicó TODAS las curules de
mayoría, incluyendo (de pilón) a BALTAZAR por pluri.
Ordenados por número de distrito, los ocho ganadores
de entonces fueron:
1. YAHLEEL ABDALA, 2. ESTHER CAMARGO, 3. EDGAR MELHEM,
4. CHUCHÍN DE LA GARZA, 5. MIGUEL GONZÁLEZ, 6. ALEJANDRO GUEVARA, 7. ESDRAS ROMERO
y 8. PALOMA GUILLÉN.
En 2016, sin embargo, apenas al siguiente año, vendría
la debacle.
Drástico el cambio de panorama, los ganadores de 2015
serán los rostros sombríos de 2016.
El PAN le arrebataría al PRI la gubernatura, quedándose
además con 21 alcaldías y 20 diputaciones locales.
Queda claro, pues, que nos encontramos ante dos
especies distintas, dos animales diferentes, los comicios federales y locales.
ERROR DE CÁLCULO
Y la diferencia se impone, mire usted, aún cuando ambas
especies se verifiquen el mismo día, en urnas vecinas, como ocurrió en el
megaproceso de 2018.
De la mesa federal a la estatal, si bien (1) el PAN habrá
de perder sus dos escaños senatoriales de mayoría y seis de nueve diputaciones
federales, no obstante (2) en la misma fecha, el partido albiazul incrementaría
de 24 a 31 los ayuntamientos bajo su control en Tamaulipas.
En el caso concreto del 2018, asomó la garra del Movimiento
de Regeneración Nacional (MORENA).
Dicha novedad impactó en Tamaulipas donde se llevó las
dos senadurías (AMÉRICO VILLARREAL, LUPITA COVARRUBIAS) y seis curules de
distrito, a saber: OLGA ELIZONDO, HECTOR VILLEGAS, ADRIANA LOZANO, ERASMO
GONZÁLEZ, OLGA PATRICIA SOSA y SERGIO ZERTUCHE ZUANI.
Lo cuál parecía, a ojos de sus seguidores, casi un
milagro, algo demasiado bueno para ser verdad. Fue sin duda, el llamado “Efecto
AMLO” lo que catapultó estos triunfos.
El tema es que los estrategas y operadores de MORENA
no lo entendieron así. Le dedicaron más tiempo a celebrar sus triunfos que a
prepararse para la justa del 2019 por el congreso local.
Cometieron aquel exceso de confianza que en la antigua
Roma se conocía como “dormirse en sus laureles”, en la fama de la victoria
previa, sin preocuparse por los desafíos venideros.
Peor aún, al dibujar la prospectiva del 2019, los
morenistas miraban hacia sus victorias federales, sin contemplar acaso que el
mismo día, en urnas y mesas vecinas, el PAN se estaba adjudicando un avance
sustantivo en materia de alcaldías, al subir de 24 a 31.
Este último sería (a la postre) el referente
principal, el más cercano, a lo que ocurrió el domingo antepasado en
Tamaulipas, el carro completo (o casi) obtenido por Acción Nacional, al
llevarse 21 de 22 distritos.
MALA LECTURA
Al final del día, la cúpula de MORENA incurriría en el
mismo error del equipo baltazarista en 2016, cuyos personeros estaban más
focalizados en cómo se iban a repartir el pastel que en ganar la elección.
¿El resultado?, a la mañana siguiente, dirigentes y
simpatizantes del obradorismo en Tamaulipas lucían la misma cara de BALTAZAR tres
años atrás.
El adversario no solo les ganó, ¡les pasó por encima!,
sin que metieran siquiera las manos para impedirlo.
Demasiada arrogancia, decíamos en el caso de HINOJOSA
OCHOA y sus íntimos.
A los obradoristas habrá que recordarles que apenas
acaban de llegar (como partido) a Tamaulipas.
Solo tienen comités fuertes en un puñado de
municipalidades.
Es decir, su presencia se encuentra todavía en la fase
clientelar, tienen más simpatizantes que militantes.
Para colmo, el comité estatal anduvo perdido durante
la contienda, ante la enfermedad terminal de su dirigente TOÑO LEAL DORIA.
El hombre pasó los últimos dos meses previos a la
elección internado en un hospital de Monterrey por un cáncer de páncreas.
Tarde se percató el obradorismo regional que el 2019,
definitivamente, no sería su año. Se derrumbó el PRI, MORENA no avanzó, el
triunfo fue para quien supo hacer la tarea en tiempo y forma, el gobernante
Acción Nacional.