Cd.
Victoria.- Sin importar en manos de quienes queden
las candidaturas de todos los partidos a gobernador de Tamaulipas, de algo
podemos estar seguros: será necesaria una inmensa “operación cicatriz”, acaso
como nunca, particularmente en el PRI.
La explicación es sencilla y ha sido tema
de dos columnas anteriores. Hay demasiados aspirantes operando a cielo abierto.
Bastantes más de los necesarios.
Y esto significa muchos grupos en
movimiento y engorda. Tantos, que cuando los procesos internos terminen, van a
seguir en pié de guerra y difícilmente retornarán a sus casas así nomás por
decreto.
Pedirán a gritos cariño o amagarán con
buscarlo en otra parte, entre otras razones porque desearán recuperar el dinero
y tiempo invertidos.
Dicho de otra manera, desde hace tiempo está
muerta y enterrada la vieja regla del sistema resumida por FIDEL VELÁZQUEZ con
aquella amenaza ladina de “el que se mueve no sale en la foto.”
Lo contrario impera hoy: “debes moverte para
que te tomen en cuenta.”
COMPETENCIA
Al respecto, sabrá usted que la disciplina
partidista murió con la alternancia, entre otras razones, porque los aspirantes
descubrieron que la movilización de gente tiene un valor en el mercado
electoral.
Es decir, representa un poder que puede ser
endosado a otras causas y reimplantado con éxito en otros partidos.
Gajes de la competencia, aquí entramos a lo
que podríamos llamar la “portabilidad” del capital político acumulado en meses
de recorridos, presentaciones, discursos, banquetes, presencia mediática y
acuerdos con individuos, grupos y sectores, incluidos los innombrables. La
grilla acumulada hace roncha.
Y no se les puede pedir hieráticamente “disciplina”
a los aspirantes que se quedaron en el camino, como fue tradición hasta los
tiempos de AMERICO VILLARREAL y MANUEL CAVAZOS, dos gobernadores que (por
cierto) tuvieron serias dificultades en sus elecciones intermedias.
Ello ocurrió, precisamente, porque fuerzas
y grupos de origen tricolor se mudaron a la trinchera contraria para buscar,
desde allá, lo mismo.
De los indisciplinados sería entonces el
reino de la alternancia desde aquellos años ochentas y noventas, mientras no se
encontrase un antibiótico.
CONTRA
EL TIEMPO
En efecto existen algunos remedios contra
este mal que le ha costado al tricolor perder alcaldías y gubernaturas en manos
de expriístas.
Dos lineamientos: madrugar y cicatrizar,
aplicables incluso a cualquier organización política, llámense PRI, PRD o PAN.
Y es que, a estas alturas, la vieja ambición
de “todo para el ganador” representa una invitación franca a desertar, a tocar
otras puertas para buscarle salida a la energía humana acumulada.
Aplíquese aquí el dicho vulgar de quien
opta por ubicar a sus adversarios adentro (para que orinen hacia afuera) y no a
la inversa, que sería algo calamitoso. Ya le pasó al PRD con MORENA en el Distrito
Federal.
Siempre tendrá sus ventajas que la cúpula
se adelante a las ambiciones de sus militantes más ambiciosos y acorte los
tiempos buscando impedir que sus grupos internos crezcan más allá de lo
prudente hasta tornarse incontrolables.
En gubernatura como en alcaldías, retardar
demasiado las decisiones básicas encarece el segundo aspecto de esta cura: la
operación cicatriz que significa la incorporación, la suma de los perdedores
(al menos de los más fuertes).
Más ahora que las oposiciones han perdido
todo escrúpulo ideológico en la incorporación de cuadros priístas.
Agarran prácticamente todo lo que se caiga
de la mesa tricolor, siempre y cuando les represente alguna ventaja en las
urnas.
Y mire usted que por ventaja no debemos
entender necesariamente la victoria. En muchas ocasiones basta con que
incrementen los votos de las urnas plurinominales, que es su fuente primordial
de ingresos.