miércoles, 23 de septiembre de 2015

Madrugar y cicatrizar

Cd. Victoria.- Sin importar en manos de quienes queden las candidaturas de todos los partidos a gobernador de Tamaulipas, de algo podemos estar seguros: será necesaria una inmensa “operación cicatriz”, acaso como nunca, particularmente en el PRI.
La explicación es sencilla y ha sido tema de dos columnas anteriores. Hay demasiados aspirantes operando a cielo abierto. Bastantes más de los necesarios.
Y esto significa muchos grupos en movimiento y engorda. Tantos, que cuando los procesos internos terminen, van a seguir en pié de guerra y difícilmente retornarán a sus casas así nomás por decreto.
Pedirán a gritos cariño o amagarán con buscarlo en otra parte, entre otras razones porque desearán recuperar el dinero y tiempo invertidos.
Dicho de otra manera, desde hace tiempo está muerta y enterrada la vieja regla del sistema resumida por FIDEL VELÁZQUEZ con aquella amenaza ladina de “el que se mueve no sale en la foto.”
Lo contrario impera hoy: “debes moverte para que te tomen en cuenta.”

COMPETENCIA
Al respecto, sabrá usted que la disciplina partidista murió con la alternancia, entre otras razones, porque los aspirantes descubrieron que la movilización de gente tiene un valor en el mercado electoral.
Es decir, representa un poder que puede ser endosado a otras causas y reimplantado con éxito en otros partidos.
Gajes de la competencia, aquí entramos a lo que podríamos llamar la “portabilidad” del capital político acumulado en meses de recorridos, presentaciones, discursos, banquetes, presencia mediática y acuerdos con individuos, grupos y sectores, incluidos los innombrables. La grilla acumulada hace roncha.
Y no se les puede pedir hieráticamente “disciplina” a los aspirantes que se quedaron en el camino, como fue tradición hasta los tiempos de AMERICO VILLARREAL y MANUEL CAVAZOS, dos gobernadores que (por cierto) tuvieron serias dificultades en sus elecciones intermedias.
Ello ocurrió, precisamente, porque fuerzas y grupos de origen tricolor se mudaron a la trinchera contraria para buscar, desde allá, lo mismo.
De los indisciplinados sería entonces el reino de la alternancia desde aquellos años ochentas y noventas, mientras no se encontrase un antibiótico.

CONTRA EL TIEMPO
En efecto existen algunos remedios contra este mal que le ha costado al tricolor perder alcaldías y gubernaturas en manos de expriístas.
Dos lineamientos: madrugar y cicatrizar, aplicables incluso a cualquier organización política, llámense PRI, PRD o PAN.
Y es que, a estas alturas, la vieja ambición de “todo para el ganador” representa una invitación franca a desertar, a tocar otras puertas para buscarle salida a la energía humana acumulada.
Aplíquese aquí el dicho vulgar de quien opta por ubicar a sus adversarios adentro (para que orinen hacia afuera) y no a la inversa, que sería algo calamitoso. Ya le pasó al PRD con MORENA en el Distrito Federal.
Siempre tendrá sus ventajas que la cúpula se adelante a las ambiciones de sus militantes más ambiciosos y acorte los tiempos buscando impedir que sus grupos internos crezcan más allá de lo prudente hasta tornarse incontrolables.
En gubernatura como en alcaldías, retardar demasiado las decisiones básicas encarece el segundo aspecto de esta cura: la operación cicatriz que significa la incorporación, la suma de los perdedores (al menos de los más fuertes).
Más ahora que las oposiciones han perdido todo escrúpulo ideológico en la incorporación de cuadros priístas.
Agarran prácticamente todo lo que se caiga de la mesa tricolor, siempre y cuando les represente alguna ventaja en las urnas.
Y mire usted que por ventaja no debemos entender necesariamente la victoria. En muchas ocasiones basta con que incrementen los votos de las urnas plurinominales, que es su fuente primordial de ingresos.