martes, 29 de septiembre de 2015

La víspera y el trueno

Cd. Victoria.- Repasando archivos y constatando fechas, fue un 20 de enero de 2010 cuando consigné en esta columna la designación del doctor RODOLFO TORRE como precandidato único del partido tricolor a la gubernatura.
Cabría tomar ese dato como referencia, sin olvidar los necesarios ajustes que derivan de recientes cambios en nuestro calendario electoral.
Cabe la pregunta, ¿Nos iremos a la vacación navideña con alguna sospecha fundada en cuando a la identidad del susodicho?
Hay quien piensa que sí, por lo menos en esta capital cueruda de urracas y cotorras, universalmente afamada (como la vieja Sicilia) por sus secretos tan (pero tan) celosamente guardados que todo mundo los conoce.
Aunque en otras trincheras consultadas se dice que nones, basándose en el estilo personal de ENRIQUE PEÑA NIETO, a la sazón Presidente de la República y jefe nacional de su partido.

HERMES RELOADED
Para Tamaulipas, pues, pudiera sobrevenir algo cercano a un “eruvielazo”, si hemos de recordar la forma como se resolvió el caso mexiquense en marzo de 2011, a favor del entonces alcalde de Ecatepec ERUVIEL AVILA.
De sopetón y sin decir agua va, cuando las redes sociales se debatían y arrebataban entre los nombres del diputado federal LUIS VIDEGARAY y el presidente municipal de Huixquilucan ALFREDO DEL MAZO, entonces llegó ERUVIEL.
El gobernador saliente, un PEÑA NIETO ya para entonces encaminado de manera franca tras la Presidencia, asestaría así un albazo ejemplar, ofreciendo con ello una probadita en torno a su estilo personal de administrar las sucesiones regionales.
Por semanas los medios especularon mucho en cuando a sus razones. Se argumentó que (1) VIDEGARAY estaba contemplado para empresas mayores (lo cuál fue cierto) y que (2) DEL MAZO habría sido vetado por la mano peluda de Agualeguas, debido a una vieja rivalidad familiar, aunque también (3) que ERUVIEL, a la chita callando, traía buenos números.

ACLARACIÓN PUNTUAL
Buenos (ojo) aunque no necesariamente los mejores. La popularidad en la víspera debe ser contemplada aquí como elemento coadyuvante, entre un conjunto amplio de variables (trayectoria, preparación, experiencia) y, muy particularmente, la confianza de quien decide.
Indispensable entender lo anterior para quedar advertidos desde ahora que toda popularidad previa al proceso interno ni es ni puede ser factor decisivo.
Ello, en la medida en que puede estar adulterada por la exposición mediática del momento. A la cuál no todos van y por ello está sesgada, carece de valor concluyente.
Y esto significa que cualquier medición temprana (y mire usted que ahorita, en el presente otoño, es muy temprano) constituye una foto del momento.
Registra ruido, matraca, vocinglería especulativa, pero no reporta factores de mayor peso como la credibilidad comparativa de cada aspirante o la percepción ciudadana de sus capacidades.
Sería cruel que contempláramos esto como un concurso de belleza que deba regirse por alguna suerte de “aplausómetro”, algo propio de los certámenes de baile televisivos.

FINIQUITO
La balanza, pues, dará de qué hablar en su momento (ni antes ni después, decía la vieja regla) aunque la diferencia en tiempos de la alternancia es que quienes naufraguen deberán ser rescatados.
No los pueden dejar sueltos, a riesgo de que ese capital político ruede en una dirección distinta a la del partido oficial.
Los tiempos, pues, marcan enero, con algunas luces pálidas en diciembre que acaso algunos telescopios de precisión puedan detectar, no todos.
O, mejor dicho, será difícil saber quién está en lo cierto ante la exuberancia de pronósticos fraguados en la subjetividad de la simpatía y la debilidad de la conveniencia, aunque sin prospectiva alguna.
Animo, ya falta menos.