Cd. Victoria, Tam.-
El país arde en los más diversos frentes regionales y no por acción de complots
tenebrosos sino por pura y simple lógica del subdesarrollo. Compromisos largamente
postergados que despiertan de su letargo tras largos años de abandono.
Grupos sociales
para los cuáles el tiempo se detuvo en la segunda mitad del lopezportillato y
jamás recuperaron su poder adquisitivo, ni en los tres regímenes posteriores de
tecnocracia tricolor (MMH, CSG, EZPL) ni en las dos administraciones conservadoras
derivadas de la alternancia.
En
total, cinco gobiernos y medio (de JLP a FCH) en los cuáles el salario mínimo
perdió de calle la carrera contra el costo de la vida.
Pasto seco
sobre el cuál FOX y CALDERÓN extendieron sus dos guerras (en efecto, dos) contra
las drogas.
VICENTE,
con su sueño guajiro de abrir espacios a la organización delictiva más cercana
a sus afectos, buscando imponer en el bajo mundo un esquema de mando único controlado
desde el litoral Pacífico.
Fracaso
estridente que rompería fronteras históricas, desatando una feroz lucha por el
control territorial que transformaría a las organizaciones delictivas -hasta
entonces compactas y discretas- en centros de reclutamiento masivo.
A
partir de FOX, el crimen organizado no será patrimonio de élites cerradas (eso
que en algún momento solía llamarse “cosa nostra”) y habría de convertirse en práctica
social capaz de convocar a legiones de descamisados con la promesa de dinero
rápido e impunidad.
En
dicho entorno llega FELIPE y lanza su segunda guerra, ya sin distingos, en
todos los frentes y territorios. Más gasolina a la hoguera.
Ante el
acoso del gobierno, el reclutamiento se extendió no solo entre los pobres de
desiertos y montañas sino que incorporó a sus similares del corredor
centroamericano.
Rebasadas
ampliamente las corporaciones de seguridad, desacreditados jueces y ministerios
públicos, el concepto de “Estado fallido” no solo se popularizó en los medios
nacionales y locales, sino que pareció definir el espíritu de la época.
Tal
ambiente de confrontación dio armas y dinero al resentimiento social. Fuego
sobre pasto seco, efectivamente, que arrebató al Estado el monopolio legítimo
de la violencia que hoy busca recuperar ENRIQUE PEÑA NIETO.
En
paralelo, organizaciones de tinte anarquista se multiplican en todo el país y
por momentos hacen sinergia con los grupos de autodefensa y presuntas policías
comunitarias del más variado origen.
Por
ello, sin menoscabo de duda, la gobernabilidad es el tema número uno en la
agenda del joven régimen peñista, antes y por encima de cualquier reforma
estructural.
El
próximo mes de mayo cumpliría un año de existencia el movimiento juvenil #YoSoy132
que irrumpió en plena campaña presidencial, con frases chillantes y algunas
banderas válidas que por momentos hacían recordar a los indignados europeos y a
los “ocupas” de Wall Street.
Poco tendrán
que celebrar los líderes de un proyecto que parece rebasado ampliamente por los
nuevos polos de inconformidad nacidos del hambre y no de la fugaz pataleta
contra candidatos y empresas televisivas.
La
irrupción de grupos anarquistas en las calles del Distrito Federal el primero
de diciembre pasado hizo ver al #YoSoy132 como un mero juego de niños.
Son
otros sectores los que hoy marcan la agenda social con suficiente filo y
hondura.
Este
fin de semana, la rectoría de la UNAM seguía tomada por un reducido grupo de
rijosos cuya fuerza parece descansar en su notoria vulnerabilidad ante el
Estado.
Actúan además
con una fe ciega en su presunta condición de “intocables”, que parece confundir
el concepto de autonomía con la autarquía territorial.
Atestada
la agenda interna ante el desafío delictivo heredado por la docena panista y la
violencia ideológica de nuevo cuño, la tarea de bombero que suele otorgarse a
la Secretaría de Gobernación tendrá oportunidad de mostrar su imaginación y
alcances. El verdadero “punch” del equipo que comanda el abogado OSORIO CHONG.