lunes, 15 de abril de 2013

La guadaña del tiempo


Cd. Victoria, Tam.- La vejez como naufragio, el diagnóstico implacable de CHATEAUBRIAND convertido después en lugar común, hoy repiquetea insistente en mis oídos cuando leo lo que está pasando con JOSÉ LUIS CUEVAS.
Mexicano ilustre, querido, multipremiado, contemporáneo a personajes como FUENTES y MONSIVAIS en ideas, andanzas e intereses, celebridad de exportación en el mundo de la plástica, CUEVAS vive ahora una crisis senil que acaso no merezca o tal vez ameritaría una cobertura menos oprobiosa.
Capitalino, nacido en 1934, JOSE LUIS estaría sufriendo de aislamiento, abandono y maltrato por parte de su actual cónyuge BEATRIZ BAZÁN, según denuncia interpuesta por las tres hijas del pintor ante la Procuraduría del DF.
Y aquí es donde el litigio familiar se convierte en pleito judicial para luego rebasar los límites de lo escatológico, en detrimento de la dignidad personal.
Un reporte de LA JORNADA publicado este domingo 14 de abril describe puntual la situación del artista, motivo de la denuncia. Dice:
-“La tarde del pasado 24 de marzo XIMENA CUEVAS encontró a su padre en el baño de la recámara, sentado en el escusado con un pañal a los tobillos lleno de excremento y orines, ardiendo en calentura, por lo que fue trasladado al hospital Médica Sur.”
Abandono, en efecto, imagen viva de la incuria.
En otra nota del mismo domingo, la declarante afirma en EL ECONOMISTA que su padre ha padecido, a resultas del cuidado deficiente, problemas como intoxicación medicamentosa, infección pulmonar, deshidratación y desnutrición.
Lejano, pues, el legendario “charm” de aquel hombre cuya mirada de cristal parecía diseñada para invocar el suspiro femenino.
Recordar y recrear. En su mejor momento (¿Los setentas?) fue tema de moda y asunto de sobremesa la egolatría de CUEVAS.
Aunque, a decir verdad, más que un ego inmenso, necesario sería el consignar una colección exuberante de egos, a cual más sofisticados y en perpetua alternancia, siempre al acecho, pugnando por sobresalir.
Divertida, por supuesto, la leyenda de que el artista habría nacido en los altos de una fábrica de lápices y papeles llamada “El lápiz del águila”.
Origen y destino. Ojo de águila el suyo que después demostraría, precisamente, mediante el lápiz y el papel.
Más encantadora la anécdota de un CUEVAS con apenas 18 años cuyo hermano médico le permite entrar al hospital psiquiátrico “La Castañeda” donde realiza bocetos empleando como modelos a enfermos mentales.
Habrá quienes recuerden a JOSE LUIS caminando por el centro antiguo de la capital mexicana, dando cátedra desde su museo, ilustrando obras de KAFKA o documentales de BARBACHANO, exponiendo sus autorretratos en la UNAM, profetizando contra las dictaduras en Roma o recibiendo algún homenaje en Nueva York.
Yo lo evoco ya cincuentón de blue jeans, playera floja y mocasines, un tanto desaliñado, mirando aparadores por la calle Hidalgo de Ciudad Victoria.
Desde luego, fiel a su política de dejarse querer, aplaudir, premiar, apapachar por cuanta institución mostrara interés sustantivo en ello, como por ejemplo, la Universidad Autónoma de Tamaulipas o las oficinas de cultura gubernamentales.
En fin, los abogados de la familia dicen ahora que el artista podría haber sido víctima de delitos tipificados como abandono de persona, tentativa de homicidio, además de la presunta violación a la ley para adultos mayores.
La etapa actual de su vida es todo menos apacible, mientras sus voceros destacan entre las actividades relevantes del presente 2013 la puesta en circulación de su libro “Cartas amorosas a BEATRIZ del CARMEN”, la compañera hoy envuelta en polémica.
Despiadado, el padre tiempo no hace excepciones. La demolición de orgullos es su goce más exquisito y tiene por herramienta favorita a la ley de la gravedad con la que descuartiza hasta al temperamento más altivo.
Acaso por ello en las ilustraciones antiguas, el tiempo, al igual que la muerte, carga guadaña.