Cd. Victoria, Tam.-
La vejez como naufragio, el diagnóstico implacable de CHATEAUBRIAND convertido después
en lugar común, hoy repiquetea insistente en mis oídos cuando leo lo que está
pasando con JOSÉ LUIS CUEVAS.
Mexicano
ilustre, querido, multipremiado, contemporáneo a personajes como FUENTES y
MONSIVAIS en ideas, andanzas e intereses, celebridad de exportación en el mundo
de la plástica, CUEVAS vive ahora una crisis senil que acaso no merezca o tal
vez ameritaría una cobertura menos oprobiosa.
Capitalino,
nacido en 1934, JOSE LUIS estaría sufriendo de aislamiento, abandono y maltrato
por parte de su actual cónyuge BEATRIZ BAZÁN, según denuncia interpuesta por
las tres hijas del pintor ante la Procuraduría del DF.
Y aquí
es donde el litigio familiar se convierte en pleito judicial para luego rebasar
los límites de lo escatológico, en detrimento de la dignidad personal.
Un
reporte de LA JORNADA publicado este domingo 14 de abril describe puntual la situación
del artista, motivo de la denuncia. Dice:
-“La tarde
del pasado 24 de marzo XIMENA CUEVAS encontró a su padre en el baño de la
recámara, sentado en el escusado con un pañal a los tobillos lleno de
excremento y orines, ardiendo en calentura, por lo que fue trasladado al
hospital Médica Sur.”
Abandono,
en efecto, imagen viva de la incuria.
En otra
nota del mismo domingo, la declarante afirma en EL ECONOMISTA que su padre ha
padecido, a resultas del cuidado deficiente, problemas como intoxicación medicamentosa,
infección pulmonar, deshidratación y desnutrición.
Lejano,
pues, el legendario “charm” de aquel hombre cuya mirada de cristal parecía
diseñada para invocar el suspiro femenino.
Recordar
y recrear. En su mejor momento (¿Los setentas?) fue tema de moda y asunto de
sobremesa la egolatría de CUEVAS.
Aunque,
a decir verdad, más que un ego inmenso, necesario sería el consignar una
colección exuberante de egos, a cual más sofisticados y en perpetua
alternancia, siempre al acecho, pugnando por sobresalir.
Divertida,
por supuesto, la leyenda de que el artista habría nacido en los altos de una
fábrica de lápices y papeles llamada “El lápiz del águila”.
Origen
y destino. Ojo de águila el suyo que después demostraría, precisamente, mediante
el lápiz y el papel.
Más encantadora
la anécdota de un CUEVAS con apenas 18 años cuyo hermano médico le permite
entrar al hospital psiquiátrico “La Castañeda” donde realiza bocetos empleando
como modelos a enfermos mentales.
Habrá
quienes recuerden a JOSE LUIS caminando por el centro antiguo de la capital
mexicana, dando cátedra desde su museo, ilustrando obras de KAFKA o
documentales de BARBACHANO, exponiendo sus autorretratos en la UNAM,
profetizando contra las dictaduras en Roma o recibiendo algún homenaje en Nueva
York.
Yo lo evoco
ya cincuentón de blue jeans, playera floja y mocasines, un tanto desaliñado, mirando
aparadores por la calle Hidalgo de Ciudad Victoria.
Desde
luego, fiel a su política de dejarse querer, aplaudir, premiar, apapachar por
cuanta institución mostrara interés sustantivo en ello, como por ejemplo, la
Universidad Autónoma de Tamaulipas o las oficinas de cultura gubernamentales.
En fin,
los abogados de la familia dicen ahora que el artista podría haber sido víctima
de delitos tipificados como abandono de persona, tentativa de homicidio, además
de la presunta violación a la ley para adultos mayores.
La
etapa actual de su vida es todo menos apacible, mientras sus voceros destacan
entre las actividades relevantes del presente 2013 la puesta en circulación de
su libro “Cartas amorosas a BEATRIZ del CARMEN”, la compañera hoy envuelta en
polémica.
Despiadado,
el padre tiempo no hace excepciones. La demolición de orgullos es su goce más
exquisito y tiene por herramienta favorita a la ley de la gravedad con la que
descuartiza hasta al temperamento más altivo.
Acaso por
ello en las ilustraciones antiguas, el tiempo, al igual que la muerte, carga
guadaña.