Cd. Victoria, Tam.-
En la víspera de los comicios venezolanos, el excanciller de México JORGE
CASTAÑEDA GUTMAN estimó (palabras más, adjetivos menos) que en justicia debía
ganar el partido causante de la crisis en dicha nación sudamericana para que fuese
un gobiermo de la misma vertiente política quien asumiera los costos de la
herencia dejada por HUGO CHÁVEZ.
Pues
bien, tras una elección tan apretada, es difícil saber si la exigua ventaja que
hoy presume el oficialismo se sostendrá en las próximas horas.
Aún así
vale la pena conocer en perspectiva el comportamiento del chavismo en las urnas
durante las cinco elecciones presidenciales en que ha participado.
Ojo con
las diferencias.
(1) La
primera data de 1998, es el ascenso de CHAVEZ y su frente Polo Patriótico.
Triunfa con 56% del voto sobre una coalición de derecha abanderada por HENRIQUE
SALAS que alcanza el 39%, es decir, 17 puntos abajo (números redondos).
(2) En
2000 CHAVEZ vuelve a ganar, esta vez al centrista FRANCISCO ARIAS, 59% contra
37%. La diferencia es de 22 puntos.
(3) En
2006, tercer victoria al hilo, sobre el centro-izquierdista MANUEL ROSALES, 62%
contra 36%. Ventaja insólita de 26 puntos.
(4) En
2012, con la crisis económica a cuestas y el cáncer encima, aparece un
adversario joven y carismático, HENRIQUE CAPRILES. Fue el cuarto (y postrero) éxito
de HUGO CHAVEZ con 55% versus 44%. ¡Apenas 11 puntos de distancia!
(5) Pues
bien, este domingo, el chavismo ya sin su líder original y encarnado en NICOLAS
MADURO dice haber derrotado otra vez a CAPRILES, aunque ahora con un marcador,
en números redondos, de 50% contra 48%.
¡Lo
supera tan sólo con dos puntos!
Si se
cumpliera, pues, la expectativa señalada en las primeras líneas, será entonces
el abanderado socialista quien pague, efectivamente, los platos rotos del
pasado inmediato.
Mismos
que hoy se expresan en una severa crisis económica y un índice de criminalidad
superior (lea usted) al de México.
Hasta
se diría que CAPRILES perdiendo gana pues no le tocaría lidiar con ese toro salvaje
en que se ha convertido la tarea de gobernabilidad en su país.
O, más
cómodo aún, podrá observar desde la barrera como la feroz bestia sacude a
MADURO, limitado además por su bajo perfil escolar, su pobre background ideológico
y esa retórica infame.
Tan precario
es su discurso que un mes de campaña le bastó para acumular un muestrario de dislates
tan estridentes como el “no tengo cash” de ZEDILLO, la “lavadora de dos patas”
de FOX, el “haiga sido” de CALDERÓN o los enredos de PEÑA en la Feria del
Libro.
Más que
una figura de izquierda, el perfil timorato de NICOLAS parecería recordar al de
nuestros viejos líderes cristeros o (su reencarnación posterior) algún especialista
en enchiladas potosinas.
Hombre
que arenga y reza al mismo tiempo, sus alocuciones de campaña tendrían formato
de homilías pueblerinas.
Hizo de
CHAVEZ un santo al día siguiente de su muerte, convirtió su recuerdo en
remembranza lloriqueante y el funeral en su primer acto de campaña.
Después
repetiría una vieja tesis conspiranoide, la del cáncer presuntamente inducido
vía envenenamiento (¿Por quien más?) por el imperialismo norteamericano, sus
adláteres, lacayos y compañeros de ruta (todo eso).
También
diría que el arribo del papa BERGOGLIO habría sido una gestión exitosa del
mismísimo CHÁVEZ ante la más alta autoridad celestial.
Después
llegó el cuento aquel del pajarito.
El ave habría
sorprendido a NICOLÁS al tiempo de su plegaria matutina mientras oraba frente a
un CRISTO en una capilla “chiquitica” de madera, para girar tres veces sobre su
cabeza antes de pararse en una viga y emprender con él una especie de diálogo a
silbidos.
Traduciendo
a conveniencia el lenguaje de los pájaros, MADURO interpretará los gorjeos como
un mensaje que literalmente le dice: “Hoy arranca la batalla, vayan a la
victoria, tienen nuestra bendición.”
¡Carajo,
esto es casi Pentecostés pero en versión para teatro de revista!
La elección
vino después.