Cd. Victoria, Tam.- Si
un día viene a México el pontífice JORGE MARIO BERGOGLIO -el Papa de la
pobreza- acaso le interese saber que 15 paisanos nuestros enlistados en FORBES
(SALINAS, ARANGO, AZCÁRRAGA y demás) suman con sus respectivas fortunas la
nimiedad de 148 mil 500 millones de dólares.
Cifra
por cierto, muy cercana a las reservas internacionales del país entero: 163 mil
384 millones, al 12 de marzo pasado, según reporte oficial del Banco de México.
Al
argentino que acostumbra traer las suelas gastadas, caminar la legua, viajar en
metro, en autobuses urbanos y ha prometido una Iglesia para los olvidados del
planeta, podría también atraerle conocer a la misteriosa cenicienta sindical
que compraba 15 pares de zapatos de un tarjetazo en NEIMAN MARCUS.
Hombre
austero y de intensa vida pastoral, el actual papa FRANCISCO pudiera quedar
sorprendido de que en este país donde hay al menos 50 millones de personas por
debajo de la línea de la pobreza, una sindicalista como la señora GORDILLO adquiera
en la referida tienda un anillo de 350 mil dólares.
Ciertamente,
el nuevo Jefe del Estado Vaticano, es poco dado al lujo. Dice inspirar su vida
en la humildad de San FRANCISCO de Asís, vivía en un apartamento pequeño y
solía cocinar su propia comida.
Se sabe
que no ha querido emplear, de entrada, algunos de los atavíos propios de su
investidura, como el pectoral de oro que portaron sus antecesores.
Este
hombre que tantas veces se quejó de las condiciones de extrema pobreza en que
viven los obreros de Buenos Aires, ¿Tendría algo que decirle a los tres grandes
magnates mineros de México (SLIM, BAILLERES, LARREA) cuyos trabajadores reciben
un salario medio de 4 mil 500 pesos mensuales, buena parte de ellos sin
seguridad social ni servicio de salud alguno, a pesar de ser empresas tan
probadamente rentables?
Tiene
muchos “asegures” el hablar de una “Iglesia sin riqueza”, oiga usted, como lo
hace ahora el nuevo obispo de Roma.
Apenas
el 15 de febrero pasado, el tema de las finanzas vaticanas fue noticia de primera
plana mundial cuando el todopoderoso Instituto para las Obras de Religión (IOR,
o, para fines prácticos, Banco Vaticano) nombró como nuevo director al abogado
germano ERNST VON FREYBERG.
Lo cuál
levantó ámpula entre los observadores internacionales pues este chico FREYBERG
llegó a dirigir las finanzas eclesiales con antecedentes que lo vinculan a la
industria militar europea. Los extremos, en efecto, se tocan.
Recuérdense
los escándalos del Banco Ambrosiano, institución paralela al IOR, cuyo derrumbe
en 1982 puso en evidencia multimillonarios actos de corrupción y lavado de
dinero donde estaban involucrados miembros de la más alta curia católica, en
sociedad con organizaciones mafiosas.
Hay
mucho dinero en el IOR, el banco de la Iglesia, como para que hoy un Jefe de la
misma nos venga con el estribillo de una misión pastoral “pobre”, inspirada en
el santo de ASIS o, mejor aún, en JESUS de Nazaret.
De
repente me parece que el señor BERGOGLIO quisiera hablar como el llorado papa
JUAN PABLO I (ALBINO LUCIANI) aquel que buscó desde posiciones definitivamente
liberales purgar de corrupción a la estructura vaticana y solo vivió 33 días
para contarlo.
Aunque
no debiéramos hacernos muchas ilusiones. Ni BERGOGLIO tiene la claridad
ideológica de LUCIANI ni tampoco su vitalidad, ni sus años. Entre ambos una
diferencia tan grande como la que media ente caridad y justicia social.
Algo se
avanzará, sin duda, sobre todo en el plano testimonial. Aunque me pregunto qué
hará la institución eclesial cuando se tope con la pared de acero del gran
capital y su lógica implacable.
Le
ocurrirá lo mismo que a todos los proyectos demócrata-cristianos. Se habrán de
diluir sus grandes propósitos en excusas que transfieren la culpa de su fracaso
al individuo, a las mezquindades e imperfecciones de la naturaleza humana, para
no abordar –como se debe— su incapacidad para abordar la realidad en su
dimensión sistémica.