jueves, 14 de marzo de 2013

Años duros, papa moderado


Cd. Victoria, Tam.- En vísperas de la elección romana, la mayoría de los vaticanólogos coincidían en que las viejas pugnas entre liberales y conservadores no aflorarían esta vez como solían observarse en los concilios del siglo 20.
Y la razón era muy sencilla. Las administraciones conservadoras de WOJTYŁA y RATZINGER habrían barrido prácticamente con los “papables” progresistas, de manera tal que la disputa por el poder se estaría librando entre dos facciones de la derecha.
Finalmente, al segundo día de las votaciones el colegio cardenalicio se decantó en la persona del cardenal JORGE MARIO BERGOGLIO, a quien difícilmente podríamos calificar como liberal, aunque sí de perfil templado.
Ciertamente, el hombre reúne en su perfil tres hitos históricos de un jalón, al ser latinoamericano, argentino y jesuita, características que ningún antecesor suyo había tenido por separado.
Sin embargo, medios de prensa se encargaron de recordar ayer mismo que BERGOGLIO fue superior de la Compañía de Jesús durante la dictadura argentina, tiempo en el cuál observó un comportamiento demasiado complaciente (colaborador, incluso) con los operadores de la guerra sucia.
Algunas de sus negativas nos permiten un acercamiento a su perfil ideológico: se opone al aborto y a la legalización de las drogas; al matrimonio entre personas del mismo sexo y la distribución gratuita de anticonceptivos.
También original e inédito el nombre que eligió como papa, FRANCISCO I, referencia obvia a FRANCESCO D’ASSISI, el santo italiano del siglo 13, símbolo de la sencillez, la humildad y la pobreza, virtudes ciertamente poco vistas en la augusta sede vaticana.
En todo caso, la elección de dicha figura como ejemplo, tal vez indique alguna suerte de deferencia hacia los pobres del planeta, aunque faltaría por ver si tal simpatía implica el confrontar (o cuestionar) a su contraparte, los dueños de la riqueza.
La jornada de este miércoles fue en verdad emotiva (un mar de gente, de cámaras centelleando en la plaza de San Pedro) pese a la rudeza del clima (lluvia, viento y granizo en pleno marzo) la presencia de lo inesperado (esa gaviota que se posa en la chimenea poco antes de la fumata blanca) lo inexplicable (¿De dónde salieron tantas banderas argentinas?) o, incluso, hasta el humor involuntario (la figura contrahecha, voz de flautín incluida, del cardenal francés JEAN-LOUIS TAURAN, protodiácono y anunciante oficial).
Más allá de los cuestionamientos ideológicos, el nuevo pontífice FRANCISCO I es un buen comunicador, aunque personalista. Informa él, desde su pulpito, no le gustan las entrevistas.
En su primera salida al balcón lució seguro, dejando ver un rostro afable que no parece temer al encuentro con las multitudes (a diferencia de TAURAN, quien se veía peor que apanicado, retorcido, descompuesto).
El nuevo papa BERGOGLIO parece solvente en el manejo del espacio escénico, disfruta el momento, no se apresura, se da el lujo de improvisar, observa con detenimiento a la gente y actúa en consecuencia.
En este sentido, su tarea pastoral podría asemejarse un tanto a la de WOJTYŁA y cubrir esa necesidad colectiva que RATZINGER no supo llenar.
Este jueves FRANCISCO I presidirá a media tarde (hora de Roma) su primera eucaristía con los cardenales en la Capilla Sixtina.
El sábado ofrecerá audiencia a los medios y el domingo encabezará otro acto masivo en la Plaza de San Pedro, esta vez un Ángelus, imagínese usted.
Y, bueno, me faltan datos de su biografía para saber si algún detalle (aunque sea lejano o tangencial) coincide con la clave “Petrus Romanus” que profetizó el arzobispo irlandés MALAQUÍAS de Armagh en relación al entrante papa, como lo hizo con todos los anteriores desde el medioevo.
Quien sí pareció llevarse las palmas (al menos en las redes sociales) fue el médico francés MICHEL de NOSTRADAMUS, cuyas cuartetas escritas en el siglo XVI pronosticaron para esta vez un “papa negro”, no necesariamente de piel.
El negro es el uniforme de los jesuitas.