jueves, 7 de marzo de 2013

Chávez en 1994


Cd. Victoria, Tam.- La muerte del presidente venezolano HUGO CHÁVEZ FRÍAS me hizo hurgar en mis archivos personales hasta dar con un par de documentos fílmicos que descargué hace tiempo de YouTube con la apreciable ayuda de Firefox.
Había querido guardarlos en razón de su valor histórico, aunque también porque en ocasiones ocurre que los retiran del portal sin mayor explicación, perdiéndose con ello la oportunidad de consultarlos online.
De ellos tomo los hechos que narro a continuación. Observando y escribiendo.
El 13 de diciembre de 1994 el aún joven teniente HUGO CHÁVEZ realiza un inusual viaje a La Habana. Tenía 40 años, jamás había estado en Cuba y tampoco conocía a su gobernante.
El video muestra a un CHÁVEZ espigado, fresco, acaso con 25 o 30 kilos menos que el bulldog rollizo de rostro abotagado que una década después veríamos gobernar con mano de hierro en Palacio de Miraflores.
El CHÁVEZ de 1994 tenía todavía el candor del revolucionario romántico aún no contaminado por el poder. Había luz en sus ojos, altivez, esperanza.
Ataviado con pantalón y casaca verde olivo de larga botonera y cuello Mao, lo veo bajar con notable agilidad por la escalinata del avión tras llegar al aeropuerto “José Martí”, donde lo aguardaba el comandante FIDEL CASTRO.
El audio enrarecido por el medio ambiente no permite escuchar de FIDEL más allá de un “¿Cómo está usted?, ¡Bienvenido!”, al tiempo que le extiende un abrazo y pronuncia algunas palabras -rasposas, ininteligibles- al oído del huésped.
Más engolada, la voz de CHÁVEZ deja mejor registro al micrófono…
-“¡Un gran honor conocerlo después de tantos años!”
Por entonces HUGO no ocupaba cargo alguno en Venezuela. Era tan sólo un perseguido político que recién había dejado la cárcel.
Viejo zorro con una gran visión de futuro, FIDEL le otorga a ese desconocido la recepción propia de un Jefe de Estado.
Mejor aún, durante esa primera estancia del teniente CHÁVEZ en Cuba, fue huésped de honor en el aula magna de la Universidad de La Habana, donde pronunciaría uno de los mejores discursos de su vida.
Ingeniero en Ciencias y Artes Militares, durante sus años de preparación castrense HUGO RAFAEL CHÁVEZ FRÍAS acumuló títulos de la más diversa especie.
Entre ellos, un diplomado en Comunicación y Electrónica, dos cursos consecutivos en el área de Blindados, otro más en Guerras Políticas efectuado en Guatemala, una maestría en Ciencias Políticas en la Universidad Simón Bolívar y un curso de Comando y Estado Mayor en la Escuela Superior del Ejército.
Con esa preparación, en 1992, teniendo 38 años, acaudilla un intento de golpe de Estado contra el Presidente CARLOS ANDRÉS PÉREZ. La asonada, desde luego, falla y CHÁVEZ va a dar a prisión.
Sin embargo, el presidente PÉREZ tenía los días contados. Al año siguiente, el Congreso venezolano habría de removerlo del cargo tras un grave escándalo de corrupción, para llamar de inmediato a elecciones.
Ocurre entonces que el nuevo Presidente RAFAEL CALDERA, en un gesto de amistad hacia todos los partidos, decide indultar a los presos políticos del anterior gobierno, entre ellos a HUGO CHÁVEZ.
Este es el CHÁVEZ que llega aquel diciembre a Cuba. El que haciendo gala de modestia, dice en su discurso ante la Universidad de La Habana:
-“Yo no merezco este honor, aspiro a merecerlo algún día, en los meses y en los años por venir. Primera vez que vengo físicamente, porque en sueños a Cuba venimos muchas veces los jóvenes latinoamericanos.”
Así se conocieron HUGO y FIDEL, así empezó una amistad entre dos hombres que en edad se llevaban 28 años.
Nadie hubiera imaginado en aquel 1994 que al paso de los años HUGO sería presidente y líder de un bloque bolivariano de países sudamericanos, capaz de retar a Estados Unidos.
Tampoco que Venezuela se convertiría en el principal socio comercial de Cuba y que un CHÁVEZ enfermo mortalmente de cáncer viviría sus meses finales en la isla, junto a su mentor político, antes de regresar a morir en Caracas.