martes, 15 de enero de 2013

Neorrealismo panista


Cd. Victoria, Tam.- Un amplio abanico de interpretaciones suscitó el reporte final (para mi gusto, sincero) del dirigente panista GUSTAVO MADERO en torno al refrendo efectuado en diciembre para actualizar su padrón de militantes y adherentes.
El resultado fue que un 80% del millón 868 mil 565 miembros no confirmó su permanencia, lo cuál redobló la andanada de críticas hacia la organización albiazul.
Los (de por sí) oscuros augurios respecto al futuro del PAN derivados de la debacle electoral reciente, se tornaron aún más fúnebres cuando se supo que entre esa andanada de tránsfugas estarían personalidades de renombre como el empresario LORENZO SERVITJE y el exgobernador yucateco PATRICIO PATRÓN, entre otros.
Sorprendió menos el caso de VICENTE FOX pues su alejamiento data de por lo menos cuatro años, cuando se identificó recio y quedito con la causa de ENRIQUE PEÑA NIETO.
Posteriores análisis, más serenos e imparciales, subrayan que el PAN, en realidad, se está reencontrando con su verdadero peso electoral.
Salvo honrosas excepciones, en términos generales lo presuntos exmilitantes y exadherentes registrados en dicha pérdida sólo eran votantes entusiasmados con el cambio, viniera de donde viniera. Antipriístas.
Ciudadanos inconformes cuya lealtad a principios y doctrina estaría prendida con alfileres por ser, básicamente, simpatizantes de ocasión. Masa clientelar.
Prueba de ello son los millares de simpatizantes bajacalifornianos que cosechó CUAUHTEMOC CÁRDENAS en la gesta presidencial de 1988 y que al siguiente año se volcaron en favor del panista ERNESTO RUFFO.
Acaso por ello GUSTAVO MADERO no se deja atrapar por el pesimismo.
Entrevistado por CARMEN ARISTEGUI la semana pasada, el sobrino-nieto de FRANCISCO I. MADERO entiende bien (y así lo dice) que el boom de afiliación fue inducido en forma artificial.
Fiebre que en muchos casos no cumplió los requisitos mínimos como llenar una solicitud, mostrar su credencial del IFE o un comprobante domiciliario.
Y ya con FOX en el poder, la euforia de la alternancia facilitaba las cosas. Se confundió, dice, adherentes con simpatizantes.
Peor todavía cuando jefes locales y regionales hacían afiliaciones masivas con el propósito artero de ganar una contienda interna, lo mismo en la imposición de dirigencias que en la rebatinga por candidaturas.
Esa nube de seguidores morralla fue la que infló el padrón blanquiazul más allá de toda prudencia, haciendo convivir bajo un mismo techo a seguidores sinceros (comprometidos, doctrinarios, leales a carta cabal) con muchedumbre oportunista de fidelidad tan endeble que luego eran vistos en las campañas de LÓPEZ OBRADOR o del PRI.
Es la razón por la que CALDERÓN optó en las elecciones federales intermedias de su régimen (y en no pocas regionales) por “palomear” al estilo priísta las candidaturas.
Entre otros motivos porque desconfiaba de los números que presentaban los jefes (y jefas) regionales, empresarios agrícolas y urbanos (jugueras, ladrilleras, viveros y esas cosas) que, de plano (y sin el menor recato) metían en la bola a su nómina de empleados, con todo y familias.
Por eso hoy, cuando doña REALIDAD los pone otra vez en su sitio, resulta alentador que un hombre como MADERO se avoque a conocer (y hacer público) el verdadero tamaño del partido a su cargo.
Por duro que sea, nada más sano que un buen diagnóstico y MADERO lo asume con una serenidad digna de encomio.
Finalmente, buena parte de los (y las) que “se fueron” nunca estuvieron realmente y en esta categoría habría que ubicar a personajes como VICENTE FOX y MARTHA SAHAGUN.
De ser militantes leales, ambos se habrían quedado en su partido, como mandan los cánones, en las buenas y en las malas.
Pero, como luego dicen en el futbol, salieron “villamelones” y a la primera insinuación cambiaron de camiseta pegando un brinco en el aire, en aras de preservar su cordón nutricio con el poder.
Bienvenido el neorrealismo, pues.