Cd. Victoria, Tam.-
Un amplio abanico de interpretaciones suscitó el reporte final (para mi gusto, sincero)
del dirigente panista GUSTAVO MADERO en torno al refrendo efectuado en
diciembre para actualizar su padrón de militantes y adherentes.
El
resultado fue que un 80% del millón 868 mil 565 miembros no confirmó su
permanencia, lo cuál redobló la andanada de críticas hacia la organización
albiazul.
Los (de
por sí) oscuros augurios respecto al futuro del PAN derivados de la debacle
electoral reciente, se tornaron aún más fúnebres cuando se supo que entre esa
andanada de tránsfugas estarían personalidades de renombre como el empresario
LORENZO SERVITJE y el exgobernador yucateco PATRICIO PATRÓN, entre otros.
Sorprendió
menos el caso de VICENTE FOX pues su alejamiento data de por lo menos cuatro
años, cuando se identificó recio y quedito con la causa de ENRIQUE PEÑA NIETO.
Posteriores
análisis, más serenos e imparciales, subrayan que el PAN, en realidad, se está
reencontrando con su verdadero peso electoral.
Salvo
honrosas excepciones, en términos generales lo presuntos exmilitantes y
exadherentes registrados en dicha pérdida sólo eran votantes entusiasmados con el
cambio, viniera de donde viniera. Antipriístas.
Ciudadanos
inconformes cuya lealtad a principios y doctrina estaría prendida con alfileres
por ser, básicamente, simpatizantes de ocasión. Masa clientelar.
Prueba
de ello son los millares de simpatizantes bajacalifornianos que cosechó
CUAUHTEMOC CÁRDENAS en la gesta presidencial de 1988 y que al siguiente año se
volcaron en favor del panista ERNESTO RUFFO.
Acaso
por ello GUSTAVO MADERO no se deja atrapar por el pesimismo.
Entrevistado
por CARMEN ARISTEGUI la semana pasada, el sobrino-nieto de FRANCISCO I. MADERO entiende
bien (y así lo dice) que el boom de afiliación fue inducido en forma artificial.
Fiebre
que en muchos casos no cumplió los requisitos mínimos como llenar una
solicitud, mostrar su credencial del IFE o un comprobante domiciliario.
Y ya
con FOX en el poder, la euforia de la alternancia facilitaba las cosas. Se
confundió, dice, adherentes con simpatizantes.
Peor
todavía cuando jefes locales y regionales hacían afiliaciones masivas con el
propósito artero de ganar una contienda interna, lo mismo en la imposición de
dirigencias que en la rebatinga por candidaturas.
Esa nube
de seguidores morralla fue la que infló el padrón blanquiazul más allá de toda
prudencia, haciendo convivir bajo un mismo techo a seguidores sinceros
(comprometidos, doctrinarios, leales a carta cabal) con muchedumbre oportunista
de fidelidad tan endeble que luego eran vistos en las campañas de LÓPEZ OBRADOR
o del PRI.
Es la
razón por la que CALDERÓN optó en las elecciones federales intermedias de su
régimen (y en no pocas regionales) por “palomear” al estilo priísta las
candidaturas.
Entre
otros motivos porque desconfiaba de los números que presentaban los jefes (y
jefas) regionales, empresarios agrícolas y urbanos (jugueras, ladrilleras,
viveros y esas cosas) que, de plano (y sin el menor recato) metían en la bola a
su nómina de empleados, con todo y familias.
Por eso
hoy, cuando doña REALIDAD los pone otra vez en su sitio, resulta alentador que
un hombre como MADERO se avoque a conocer (y hacer público) el verdadero tamaño
del partido a su cargo.
Por
duro que sea, nada más sano que un buen diagnóstico y MADERO lo asume con una
serenidad digna de encomio.
Finalmente,
buena parte de los (y las) que “se fueron” nunca estuvieron realmente y en esta
categoría habría que ubicar a personajes como VICENTE FOX y MARTHA SAHAGUN.
De ser
militantes leales, ambos se habrían quedado en su partido, como mandan los
cánones, en las buenas y en las malas.
Pero, como
luego dicen en el futbol, salieron “villamelones” y a la primera insinuación
cambiaron de camiseta pegando un brinco en el aire, en aras de preservar su
cordón nutricio con el poder.
Bienvenido
el neorrealismo, pues.