lunes, 14 de enero de 2013

Del hecho al dicho


Cd. Victoria, Tam.- Que más diéramos todos porque la percepción estadística en materia de seguridad pública fuera lo más cercana a la realidad.
Brincos daríamos, en serio, porque si bien dicha percepción ha mejorado sensiblemente, la realidad siga siendo la misma.
Un conjunto de acciones coordinadas en el ramo institucional y en el manejo de la información oficial han venido sembrando desde el primero de diciembre cierta expectativa favorable de cambio, sin duda saludable para el joven gobierno de ENRIQUE PEÑA NIETO.
Por un lado el discurso presidencial dejó atrás la obsesión calderonista por la cacería de capos, esa Guerra Santa que lejos de pacificar al país, encrespaba peor los ánimos.
Una diferencia sustantiva en la administración peñista radica en el hecho de que tanto los discursos como los comunicados oficiales vayan dirigidos hacia tareas de orden constructivo, creativo, propositivo.
Cuestión de repasar la bitácora de la semana recién concluida donde destacaron asuntos como la atención a la sequía en Zacatecas, el seguro de vida a jefas de familia y su reunión con embajadores.
En este último punto resalta también la orden girada desde Cancillería para que embajadas y oficinas consulares dejen a un lado el rubro de la (in)seguridad pública.
En su lugar, la nueva línea temática de nuestras representaciones en el exterior giraría en torno a la promoción franca del México que abriga grandes proyectos económicos, el México de las reformas modernizadoras, del crecimiento y de eso que solemos llamar buen gobierno.
Desde luego, la expectativa favorable sembrada de manera simultánea en los más diversos campos de la actividad gubernamental suele rendir frutos agradables en un plazo relativamente corto.
Cuenta en ello la tradicional esperanza que trae aparejada todo cambio presidencial.
Esto es, la inevitable luna de miel del nuevo mandatario con el electorado y también el hecho de que hoy resida en Los Pinos un hombre de semblante más optimista que ese antecesor tortuoso y acorralado en el que se convirtió FELIPE CALDERÓN en la segunda mitad de su mandato.
Necesario es aterrizar las cosas, sin embargo.
La realidad antecede a la palabra y no a la inversa como suelen soñar los políticos de todos los partidos y en los tres niveles de gobierno.
Por supuesto, en el marketing institucional se formulan y dibujan en el aire incontables deseos con la ferviente intención de que cristalicen en automático, por el sólo hecho de nombrarlos.
Ello, aunque (a decir verdad) sólo en la magia es dable (o al menos imaginable) el que la palabra, el logos, genere cambios sustanciales y visibles en los hechos.
Por lo general los cambios exigen esfuerzo, tareas sustantivas, ampliamente orquestadas y muy perseverantes en función (siempre) de un diagnóstico correcto.
Reflexiono esto al momento en que veo el recorrido del doctor MANUEL MONDRAGÓN y KALB, Subsecretario de Planeación y Protección Institucional de SEGOB en el Centro de Mando de la hoy renovada (reubicada, reconfigurada) Policía Federal.
-“Llevar tranquilidad al país”, apunta este médico de notable temple, graduado en la UNAM, apasionado de las artes marciales, contralmirante de la SEMAR, ligado profesionalmente al Instituto de Nutrición "SALVADOR ZUBIRÁN”, extitular de Salud bajo el gobierno capitalino de LÓPEZ OBRADOR (2000-2006) y extitular de seguridad con EBRARD (2006-2012).
MONDRAGÓN recorrió las instalaciones de inteligencia, tecnología y adiestramiento, mencionando no solo el combate a la delincuencia entre las obligaciones de esta corporación sino, además, una responsabilidad que me parece fundamental: “el auxilio a la población.”
Solía subrayar don MANUEL BUENDÍA TELLEZGIRÓN, ese estupendo analista que iluminó a mi generación, la importancia de ligar no solamente el dicho al hecho sino (también) el hecho al dicho.
La expectativa es favorable, la esperanza en la gente parece renacer, se escucha bien todo lo que dicen. Ahora faltan los hechos.