jueves, 22 de noviembre de 2012

Aniversario 49


Cd. Victoria, Tam.- Desmesurado en su hondura, el mito global de JOHN F. KENNEDY para un hombre que apenas gobernó dos años y diez meses, del 20 de enero de 1961 al 22 de noviembre de 1963.
Hoy se cumplen 49 años de un magnicidio cuya autoría y motivos jamás quedaron resueltos y acaso la única posibilidad de esclarecimiento apunte hacia décadas posteriores (concretamente, al año 2029) cuando sean consultables numerosos documentos que aún permanecen bajo reserva en los acervos de inteligencia norteamericanos.
Cierta luz de esperanza arrojó en 1991 la película JFK del cineasta neoyorquino OLIVER STONE, trabajo híbrido de investigación y política ficción que en su formato comercial duró 189 minutos (¡Tres horas con nueve minutos!) y ganó dos de ocho nominaciones al Oscar.
Truculento y polémico, el impacto social del filme reavivó en la opinión pública la tesis popular de un presunto crimen de Estado.
Conspiración que habría sido orquestada por la extrema derecha y agencias de seguridad como el FBI y la CIA, las cuáles (sin importar quien gobierne) son invariablemente afines al pensamiento conservador y a los intereses de la industria armamentista.
En la maniobra habría participado el petrolero texano y entonces vicepresidente LYNDON JOHNSON, acusación gravísima que STONE no pudo comprobar.
Paradójico que un Presidente como KENNEDY, a quien hoy la historia culpa de involucrar de lleno a los Estados Unidos en la guerra de Vietnam, podría haber sido asesinado (según STONE) por la razón contraria: sus planes de retirar las tropas estadounidenses en un tiempo breve (finales de 1965).
En pocas palabras: quería abortar la escalada bélica, dejando que la entonces colonia francesa quedase a merced de las tropas independentistas acaudilladas por HO CHI MINH.
Muerto KENNEDY, hoy sabemos que al profundizarse la guerra, en los años posteriores (y hasta la firma de la paz en 1973) al menos dos millones de vietnamitas murieron por los bombardeos inclementes dispuestos en los sucesivos gobiernos de JOHNSON y NIXON.
Sin duda alguna, todo hace sospechar un complot a gran escala en la ejecución de JOHN F. KENNEDY y, por ende, todo lleva a desconfiar de la explicación oficial fundada en la tesis de un asesino solitario, LEE HARVEY OSWALD.
Acaso esa sea la principal virtud del meticuloso trabajo realizado por STONE, al incorporar, como en un gran rompecabezas, numerosos testimonios fílmicos de aficionados que captaron imágenes fragmentarias del suceso.
Valor superlativo tendría en esta tarea el filme del turista ruso ABRAHAM ZAPRUDER realizado con una cámara doméstica Bell & Howell.
Material que sirvió de apoyo para que STONE sustentase su tesis de que habrían participado varios francotiradores en el atentado, desacreditando con ello al informe oficial de la Comisión WARREN, centrado en OSWALD.
Y, bueno, hoy que se recuerda el 49 aniversario luctuoso de KENNEDY, la revista PLAYBOY repone en su edición vigente a la más famosa de sus modelos, MARILYN MONROE, conmemorando así los 50 años de su muerte, cumplidos en agosto pasado.
Ella había fallecido de un aparente suicidio con barbitúricos en su casa de California, un año antes del magnicidio en Dallas.
Sobre la relación entre MONROE y KENNEDY se han vaciado toneladas de tinta. Relatos que a menudo pecan de fantasiosos, al decir, por ejemplo, que el de ella fue también un crimen de Estado.
Prefiero quedarme con el recuerdo radiante de esta pareja en aquella fiesta del Madison Square Garden un 19 de mayo de 1962, cuando MARILYN le canta al mandatario en ocasión de su cumpleaños 45, ante 15 mil asistentes.
Inolvidable ese tono de susurro que ella emplea arrastrando deliberadamente la voz para entonar su “happy birthday, Mr. President”, enfundada en un vestido color carne cubierto de pedrería y tan untado al cuerpo que para entrar en él tuvo que prescindir de ropa interior.
Por supuesto, la primera dama de Estados Unidos, JACQUELINE BOUVIER KENNEDY, se cuidó bien de no asistir al evento.