Cd. Victoria, Tam. Estamos
hablando de una verdad a medias, deficientemente calculada, en base a
parámetros muy diversos y donde cada quien ofrece cifras distintas sobre el
pago a los expresidentes.
Desde los 125 mil pesos al mes manejados
por algunos medios hasta los 5 millones referidos por AMLO y una variedad
amplia de estimaciones intermedias, como 129 mil, 150 mil, 205 mil, 500 mil.
Difícil precisar la cifra, sobre todo
porque algunos observadores cuentan el ingreso bruto, otros el neto, unos suman
el costo del seguro de gastos médicos o bien el desembolso que representa para
el erario federal la paga del respectivo equipo de seguridad.
Por esto último es que otros columnistas
hablan de millones, sobre todo al anualizar la suma o englobar las cuentas
desde el primer día a la fecha.
El gasto mismo en vigilancia varía al
gusto de cada expresidente. Por razones naturales, LUIS ECHEVERRÍA los necesita
menos. Muy apenas se mueve.
Los de ZEDILLO, en su exilio dorado, son
también más discretos, mientras que FOX y CALDERÓN hacen de esta prerrogativa
un uso intensivo.
Se tiene el reporte formal de que SALINAS,
ZEDILLO y CALDERÓN renunciaron desde hace una década a su mensualidad, conservando
únicamente el seguro médico y los respectivos guardaespaldas.
Quienes sí cobran puntualmente su paga
son VICENTE FOX y las dos viudas, PALOMA DE LA MADRID y ALEJANDRA ACIMOVIC, mejor
conocida por su nombre artístico de SASHA MONTENEGRO, segunda esposa de JOSÉ
LOPEZ PORTILLO.
El tema se sostuvo largamente como
polémica nacional. Su mayor protagonista fue VICENTE, por la defensa terca y
recurrente que hizo de dicho privilegio, argumentando, al estilo ranchero, que
de ahí sacaba “para el chivo” o también “para los frijolitos.”
Sin embargo, resulta imperativo señalar
que, en medios periodísticos, existen elementos suficientes para ubicar a dicha
discusión en el terreno del mito, el reino de la mentira, la ficción, la farsa
vil.
Dicho en palabras llanas, FOX jamás ha
vivido de la pensión. Existen investigaciones muy completas que lo señalan como
la cabeza visible de un grupo empresarial con inversiones cuantiosas en exploración
de hidrocarburos, en los rubros hotelero, transportista, inmobiliario y de la
construcción.
Podrían citarse al menos cuatro, publicadas en los últimos años. A saber:
Dos obras consecutivas de ANABEL
HERNÁNDEZ (se diría que complementarias) intituladas “La familia presidencial”
(2005) y “Fin de fiesta en Los Pinos” (2006), ambas de Editorial Grijalbo.
El libro “Camisas Azules, manos negras.
El saqueo de Pemex desde Los Pinos” de ANA LILIA PÉREZ (2010, Grijalbo), con
prólogo del desaparecido maestro MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA.
El más reciente trabajo, “Fox, negocios
a la sombra del poder”, de RAÚL OLMOS y VALERIA DURÁN (misma casa editora) que
incluye datos actualizados sobre el enriquecimiento de FOX y su familia, bajo
el gobierno de ENRIQUE PEÑA NIETO.
En ninguno de estos libros asoma ese
VICENTE FOX pobretón y menesteroso del que hablan las redes sociales. Ni torpe,
ni holgazán, aunque el sector más ingenuo del obradorismo insista en
calificarlo así.
Es un magnate, oligarca, ricachón
empedernido, bajo cuyo mando se encuentra un conglomerado de negocios, al que,
sin exageración, podríamos denominar como el “Cartel de San Cristóbal”, formado
por una densa parentela de socios, entre esposa, hermanos, hijos, hijastros,
primos y sobrinos.
Desde luego, para el exmandatario resulta
muy conveniente y cómodo que una turba de malquerientes lo tenga etiquetado en redes
sociales como un viejo palurdo y baquetón, que medra parasitariamente de la
pensión estatal.
Nada más ajeno a la realidad. El propio
FOX sabe que su verdadero estatus económico pasará a segundo término, mientras
el tema a discutir sea la cacareada pensión. Pago que ni lejanamente necesita y
acaso le sirva para las propinas.
Narran los periodistas OLMOS y DURÁN que
VICENTE ha diversificado su fortuna en dos etapas. Lo hizo primeramente bajo su
gobierno (2000-2006) y después con la protección de PEÑA NIETO (2012-2018).
Hoy día está convertido en un cabildero
de lujo (lobista, intermediario, coyote) que recibe millones por arreglar
contratos para inversionistas extranjeros, en obra pública y compras
gubernamentales.
Aunque también en exploración petrolera,
donde destaca como accionista en empresas que se abren paso hasta los
yacimientos mediante la técnica conocida como “fracking”.
Igual de cuestionable resulta su manera de
cobrar las comisiones recibidas por amarrar transacciones, conectar al que
compra con el que vende, abrir puertas.
El dinero se entrega disfrazado de donación
a las dos asociaciones civiles creadas para reciclar ganancias sin pagar
impuestos: “Centro Fox” y “Vamos México”.
Ambas instituciones (según las fuentes
consultadas) han multiplicado sus activos mediante el pago de favores. Dineros
que no quedan registrados como ingresos personales de la llamada “pareja
presidencial” sino como obsequios a sus fundaciones, exentos de cualquier
obligación fiscal.
Acaso esto nos permita entender la
inmensa furia desatada por el expresidente en su cuenta de #Twitter contra la
candidatura de ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Esa interminable retahíla de majaderías,
amenazas, insultos, que incluso alcanzaban a sus colaboradores, familiares, seguidores
y votantes. A toda hora, todos los días, durante semanas, meses, un buen número
de años.
¿Todo ello para defender una pensión?...
Por supuesto, hay algo más, bastante más, como son sus negocios, nada claros,
por definición turbios, a la sombra del poder.
Detalle curioso pero muy revelador. Durante
el sexenio de FELIPE CALDERÓN, la Secretaría de la Función Pública abrió una indagación
sobre los bienes (lícitos, ilícitos, declarados y no declarados) del expresidente
FOX.
Mire usted, las irregularidades
resultaron de tal magnitud que llegaron a sumar 3 mil 668 fojas en cinco tomos.
Acaso por razones electorales, CALDERÓN no procedió, pero tuvo a bien dejar
abierto el expediente.
Y aunque el gobierno de PÉÑA NIETO jamás
avanzó en dichas pesquisas, tampoco cerró la averiguación. No hubo carpetazo,
lo cuál significa que en cualquier momento pudieran hacerlo efectivo.
Al respecto importa recordar el nombre
del destacado panista que, como secretario de la Función Pública, encabezó
dicha investigación y conoce (como nadie) los intestinos del caso.
Se llama GERMÁN MARTÍNEZ CÁZARES y hoy
destaca como un colaborador cercanísimo del presidente electo ANDRÉS MANUEL
LÓPEZ OBRADOR.
Para que la cuña apriete.