miércoles, 13 de febrero de 2013

Un dalai, ocho papas



Cd. Victoria, Tam.- El tiempo corre de distinta manera en un continente y en otro. Algunos medios norteamericanos se han sorprendido por el número de inquilinos que han pasado por la Casa Blanca en un solo mandato (uno solo) de la reina ISABEL II, quien, además, no tiene planes de irse.
Cabeceaba con sorna CNN hace tiempo:
-“All the queen's presidents”, todos los presidentes de la reina.
Y también ABC news, qué caray:
-“Queen Elizabeth II has met 12 U.S. Presidents”, la reina Isabel se ha reunido con 12 presidentes norteamericanos.
Lo cuál es cierto. Durante más de seis décadas, de HARRY S. TRUMAN a BARACK OBAMA, la soberana británica ha saludado a cada uno, los ha visto llegar y partir, mientras ella permanece en su sitio, haciéndose tan sólo más vieja y, para su fortuna, más risueña.
Rememoro esto hoy que va en camino otro relevo en Ciudad del Vaticano tras el adiós de BENEDICTO XVI.
Hace tiempo comenté aquí un comparativo similar entre los liderazgos en dos grandes religiones universales como son la católica y la budista, particularmente en su rama tibetana.
El contraste es más o menos el mismo, mire usted.
El Dalai Lama, es decir, el señor TENZIN GYATSO, fue investido con dicho título en 1939, a la edad de cuatro años, lo cuál significa que tiene 74 años como máximo dirigente del budismo universal y 79 de vida.
Pudiera parecer sencillo pero durante dicha existencia tan intensa como extensa, TENZIN ha visto pasar a siete papas católicos, a saber: PÍO XI (1922-1939); PÍO XII (1939-1958); JUAN XXIII (1958-1963); PAULO VI (1963-1978); JUAN PABLO I (1978); JUAN PABLO II (1978-2005) y BENEDICTO XVI (2005-2013).
Más el que viene. En pocas semanas, el Dalai podrá extender la mano al octavo pontífice católico al hilo, así como la reina ISABEL ha saludado a doce mandatarios estadounidenses.
Vidas longevas, reinados largos, de un continente a otro, de una cultura a otra, reglas distintas.
El relevo papal es algo que prepara con tiempo el pontífice en turno, salvo en casos excepcionales de muerte inesperada y prematura como ocurrió con ALBINO LUCIANI (JUAN PABLO I) en 1979, al mes de haber asumido el cargo.
Máxime ahora que el papa saliente, por primera vez en 600 años, estará vivo para operar su propia sucesión, circunstancia inédita que dará un toque distintivo al proceso que está por comenzar.
Por primera vez en seis siglos, la renovación vaticana no empieza con un funeral, ni con llanto ni con velatorio alguno pues no hay muerto que enterrar, ni visitas presurosas de jefes de estado en representación de todos los países del mundo, ni monjas de negro rezando llorosas. Nada de eso.
BENEDICTO XVI no va camino al catafalco sino que se prepara para retornar a su condición de JOSEPH RATZINGER a partir del próximo 28 de febrero.
Su anillo papal será destruido, se dedicará a descansar y (como buen intelectual católico) a la lectura y escritura de libros, quizás con una copa de jerez.
A partir de ese día, la autoridad vaticana queda en manos temporales del colegio cardenalicio mientras se organiza el nuevo cónclave.
Que no haya papa tendido modifica mucho las cosas. La autoridad de JOSEPH vivo habrá de pesar más que las recomendaciones de JOSEPH muerto, al momento en que el colegio deba elegir sucesor.
Y, bueno, desde el arranque todo el asunto está plagado de símbolos. BENEDICTO ventila su renuncia el día de la virgen de Lourdes (11 de febrero) advocación mariana de origen francés.
Su dimisión se hará efectiva el día 28, aniversario del Edicto de Tesalónica firmado por TEODOSIO (380 DC) a la sazón, primer emperador católico de Roma, quien instauró la fe cristiana como religión de estado, empezando con ello la devastación feroz del paganismo: literatura, arte, escultura,  arquitectura.
Por cierto, este año la llamada Semana Mayor corre del lunes 25 al domingo 31 de marzo. Tiempo suficiente para que sea cabalmente designado el nuevo Jefe del Estado Vaticano. Será el entrante monarca quien presida las fiestas, por supuesto.