Cd. Victoria, Tam.- Preparación académica, experiencia
partidista y trayectoria reconocida dentro del servicio público describen el
perfil de FELIPE CALDERÓN al momento de asumir la Presidencia, el primero de
diciembre de 2006.
Cuestionada su legitimidad por una turbamulta afuera y adentro de San Lázaro, su silueta emergió atrás de las cortinas, eludiendo a sus detractores que se habían atrincherado a la entrada de la cámara.
Según versiones, habría sido introducido en una cajuela al estacionamiento del edificio para aguardar por horas tras bambalinas, en espera del momento estelar.
A toda prisa recibió la banda, juró protesta, dio media vuelta y se fue por donde vino, por la puerta trasera de San Lázaro. Así empezaba el sexenio de la “guerra contra las drogas”, que en Tamaulipas tuvo repercusiones siniestras.
En preparación, el hombre es abogado por la Escuela Libre de Derecho, master en economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y en administración pública por la Universidad de Harvard.
En experiencia partidista, al menos cuatro cargos. Líder juvenil del PAN; secretario de Estudios, secretario General y presidente del CEN .
Dentro del servicio público, su historial empieza como miembro de la asamblea de representantes (hoy diputados) en la capital mexicana; diputado federal y líder de la fracción panista en el Congreso de la Unión; director general de BANOBRAS y secretario de Energía.
NI VIO NI SUPO
Tiene importancia subrayar las capacidades de CALDERÓN porque hoy, desde las redes, está buscando cubrirse bajo un manto de inocencia, ignorancia, ingenuidad, candor, frente al perfil delictivo de su exsecretario de Seguridad GENARO GARCÍA LUNA.
No sabía, dice, la clase de sujeto que en 2006 convirtió en titular de Seguridad Pública. Hoy sabemos que el historial delictivo de GENARO empieza desde sus años juveniles, hampón, robacoches y “madrina” en la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Cuando la DFS se convierte en CISEN al arranque del salinismo, GARCÍA LUNA sigue ahí, pero en calidad de agente, con padrinos tan poderosos que en pocos años ocupa niveles de mando, para que después ZEDILLO lo nombre Coordinador de Inteligencia de la Policía Federal Preventiva y luego FOX lo haga titular de la AFI.
Oportunidades tuvieron sus superiores de conocer esa doble vida. Desde aquellos primeros años en el servicio público hay testimonios de que extorsionaba a jefes delictivos, exigiendo puntuales y abundantes sobornos.
Lo sabían en México, una oportuna consulta a los archivos de inteligencia habría mostrado a ZEDILLO, FOX y CALDERÓN la clase de hampón que los tres encumbraron.
Lo dice ahora la exembajadora norteamericana ROBERTA JACOBSON en declaraciones a PROCESO, con un cinismo que espanta. –“Todos sabemos que sí fue corrupto".
DANZA CON LOBOS
¿Tener un narcopolicía en el equipo gubernamental ayuda en algo?, ¿es acaso puente, embajador, vínculo, enlace entre los poderes fácticos y los constituidos?...
Con dicha lógica habría operado también varias décadas atrás otro expresidente mexicano, JOSÉ LÓPEZ PORTILLO (1976-1982), cuando la CIA le advirtió en plena campaña que su jefe de seguridad ARTURO, el “Negro”, DURAZO MORENO tenía un pestilente historial delictivo, como aduanero y policía.
Historial largo de matón con placa, miembro del grupo parapolicial denominado “Brigada Blanca”, contrabandista de armas, traficante de drogas, ladrón.
Todo eso lo sabía LÓPEZ PORTILLO por reporte detallado del gobierno norteamericano (la CIA, entonces a cargo de GEORGE BUSH, padre). Pero jamás le importó a JOSÉ y de cualquier manera nombró a su amigo de infancia director de la policía capitalina.
Aplicando el dicho mexicano, se decía en aquellos años ochentas que la culpa no era del “Negro”, sino de quien lo hizo gendarme. Es decir, quien lo nombró, le confirió poder, presupuesto, autoridad y mando.
Similar fue la responsabilidad de los tres presidentes que catapultaron a GARCIA LUNA. Se antoja absurdo el alegato de inocencia. Por supuesto que CALDERÓN lo sabía.
Se tardaron bastante. Hasta ahora lo dicen, lo aceptan, comentan, al norte y sur del río Bravo. El pragmatismo en ambos países parece apuntar en la misma dirección.
GLORIAS DE OROPEL
Por sucia que tengan la cara, larga la cola y negro su historial delictivo, sujetos así encontrarán un lugar en las instituciones mientras sean útiles al grupo político que los cobija. Los premian, incluso.
Caben aquí las frases claridosas del juez neoyorquino BRIAN COGAN cuando le dijo a GENARO que ni las numerosas condecoraciones recibidas de autoridades norteamericanas lo salvan de ser juzgado y condenado a 38 años de prisión.
Son algo comunes dichas ceremonias solemnes, oiga usted, en ocasiones con toga y birrete, donde simuladores de allá honran a malhechores de acá, sin que ello cambie un ápice sus trayectorias de inmundicia. Ningún grado honoris causa borra esas huellas.
Al contrario, tales contrastes, a la postre, rebajan premios, grados y reconocimientos al nivel de chatarra vil, demagogia, basura. Honras de hojalata y lentejuela.
Aquí en Tamaulipas supimos de un gobernador que también fue apapachado, reconocido y galardonado por gendarmes y cherifes de la Unión Americana.
De Texas y Nueva York mandaban las fotografías a todas las redacciones. Lo cual no impidió que hoy ande a salto de mata, por acusaciones diversas, entre otras, delincuencia organizada.
Cuestionada su legitimidad por una turbamulta afuera y adentro de San Lázaro, su silueta emergió atrás de las cortinas, eludiendo a sus detractores que se habían atrincherado a la entrada de la cámara.
Según versiones, habría sido introducido en una cajuela al estacionamiento del edificio para aguardar por horas tras bambalinas, en espera del momento estelar.
A toda prisa recibió la banda, juró protesta, dio media vuelta y se fue por donde vino, por la puerta trasera de San Lázaro. Así empezaba el sexenio de la “guerra contra las drogas”, que en Tamaulipas tuvo repercusiones siniestras.
En preparación, el hombre es abogado por la Escuela Libre de Derecho, master en economía por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y en administración pública por la Universidad de Harvard.
En experiencia partidista, al menos cuatro cargos. Líder juvenil del PAN; secretario de Estudios, secretario General y presidente del CEN .
Dentro del servicio público, su historial empieza como miembro de la asamblea de representantes (hoy diputados) en la capital mexicana; diputado federal y líder de la fracción panista en el Congreso de la Unión; director general de BANOBRAS y secretario de Energía.
Tiene importancia subrayar las capacidades de CALDERÓN porque hoy, desde las redes, está buscando cubrirse bajo un manto de inocencia, ignorancia, ingenuidad, candor, frente al perfil delictivo de su exsecretario de Seguridad GENARO GARCÍA LUNA.
No sabía, dice, la clase de sujeto que en 2006 convirtió en titular de Seguridad Pública. Hoy sabemos que el historial delictivo de GENARO empieza desde sus años juveniles, hampón, robacoches y “madrina” en la Dirección Federal de Seguridad (DFS).
Cuando la DFS se convierte en CISEN al arranque del salinismo, GARCÍA LUNA sigue ahí, pero en calidad de agente, con padrinos tan poderosos que en pocos años ocupa niveles de mando, para que después ZEDILLO lo nombre Coordinador de Inteligencia de la Policía Federal Preventiva y luego FOX lo haga titular de la AFI.
Oportunidades tuvieron sus superiores de conocer esa doble vida. Desde aquellos primeros años en el servicio público hay testimonios de que extorsionaba a jefes delictivos, exigiendo puntuales y abundantes sobornos.
Lo sabían en México, una oportuna consulta a los archivos de inteligencia habría mostrado a ZEDILLO, FOX y CALDERÓN la clase de hampón que los tres encumbraron.
Lo dice ahora la exembajadora norteamericana ROBERTA JACOBSON en declaraciones a PROCESO, con un cinismo que espanta. –“Todos sabemos que sí fue corrupto".
¿Tener un narcopolicía en el equipo gubernamental ayuda en algo?, ¿es acaso puente, embajador, vínculo, enlace entre los poderes fácticos y los constituidos?...
Con dicha lógica habría operado también varias décadas atrás otro expresidente mexicano, JOSÉ LÓPEZ PORTILLO (1976-1982), cuando la CIA le advirtió en plena campaña que su jefe de seguridad ARTURO, el “Negro”, DURAZO MORENO tenía un pestilente historial delictivo, como aduanero y policía.
Historial largo de matón con placa, miembro del grupo parapolicial denominado “Brigada Blanca”, contrabandista de armas, traficante de drogas, ladrón.
Todo eso lo sabía LÓPEZ PORTILLO por reporte detallado del gobierno norteamericano (la CIA, entonces a cargo de GEORGE BUSH, padre). Pero jamás le importó a JOSÉ y de cualquier manera nombró a su amigo de infancia director de la policía capitalina.
Aplicando el dicho mexicano, se decía en aquellos años ochentas que la culpa no era del “Negro”, sino de quien lo hizo gendarme. Es decir, quien lo nombró, le confirió poder, presupuesto, autoridad y mando.
Similar fue la responsabilidad de los tres presidentes que catapultaron a GARCIA LUNA. Se antoja absurdo el alegato de inocencia. Por supuesto que CALDERÓN lo sabía.
Se tardaron bastante. Hasta ahora lo dicen, lo aceptan, comentan, al norte y sur del río Bravo. El pragmatismo en ambos países parece apuntar en la misma dirección.
Por sucia que tengan la cara, larga la cola y negro su historial delictivo, sujetos así encontrarán un lugar en las instituciones mientras sean útiles al grupo político que los cobija. Los premian, incluso.
Caben aquí las frases claridosas del juez neoyorquino BRIAN COGAN cuando le dijo a GENARO que ni las numerosas condecoraciones recibidas de autoridades norteamericanas lo salvan de ser juzgado y condenado a 38 años de prisión.
Son algo comunes dichas ceremonias solemnes, oiga usted, en ocasiones con toga y birrete, donde simuladores de allá honran a malhechores de acá, sin que ello cambie un ápice sus trayectorias de inmundicia. Ningún grado honoris causa borra esas huellas.
Al contrario, tales contrastes, a la postre, rebajan premios, grados y reconocimientos al nivel de chatarra vil, demagogia, basura. Honras de hojalata y lentejuela.
Aquí en Tamaulipas supimos de un gobernador que también fue apapachado, reconocido y galardonado por gendarmes y cherifes de la Unión Americana.
De Texas y Nueva York mandaban las fotografías a todas las redacciones. Lo cual no impidió que hoy ande a salto de mata, por acusaciones diversas, entre otras, delincuencia organizada.