miércoles, 2 de octubre de 2024

Claudia, ni Pascual ni Lázaro

Cd. Victoria, Tam.- En su óptica de las transiciones presidenciales, el hoy exmandatario LÓPEZ OBRADOR pareció siempre tener la mirada puesta en la década crucial de los años treinta, del maximato al cardenismo y el avilacamachismo.
Admirador del general LÁZARO CÁRDENAS, AMLO calificó como un error su voluntad sucesoria en favor de MANUEL ÁVILA CAMACHO, a cuya gestión consideró (como muchos estudiosos) un retroceso en las políticas sociales de la Revolución Mexicana.
En este episodio se inspiró ANDRÉS MANUEL para proyectar desde mediados de sexenio los primeros esbozos de su plan de relevo para el 2024
Y fue claro cuando dijo tener dos opciones, igual que CÁRDENAS. Un continuador como el general michoacano FRANCISCO J. MÚGICA o un moderado como el poblano ÁVILA CAMACHO.
AMLO lo repitió cuando la opinión pública ya señalaba que solo existían dos sopas en el hándicap presidencial de MORENA: MARCELO EBRARD y la doctora SHEINBAUM.
El entonces canciller EBRARD sería, dentro del esquema reiterado por LÓPEZ OBRADOR, la opción moderada con cierto riesgo de retroceso (o corrimiento al centro) que representó ÁVILA CAMACHO.
Mientras que CLAUDIA, en dicho esquema, sería el equivalente a MÚGICA. La continuadora puntual llamada a profundizar y reafirmar una política de izquierdas.
 
OTRAS MIRADAS
Aunque la prensa lo comentó, queda claro que quien insertó dicha extrapolación empatando la sucesión cardenista con el proceso actual fue ANDRÉS MANUEL y nadie más.
Ya instalada nuestra visión en dicha época, analistas de diverso calibre quisieron ampliar la mirada y revisar con otros enfoques el referente histórico planteado por el Presidente.
En efecto, ANDRÉS MANUEL nos remitió de manera insistente a dicha época desde sus mañaneras, señalando la sucesión de 1940.
Con tal dicotomía, ANDRÉS MANUEL se situó felizmente en el papel de su admirado LÁZARO CÁRDENAS, barajando las dos opciones principales entre MÚGICA (CLAUDIA) o ÁVILA CAMACHO (MARCELO).
Ello no impidió a los analistas mirar un poquito atrás, para emprender extrapolaciones alternativas, sin duda provocadoras y más incómodas
Sin salirse de esa etapa, la mirada de los escribidores retrocedió una década atrás, a los días del maximato, cuando finaliza la gestión del licenciado EMILIO PORTES GIL (1930), empieza la de PASCUAL ORTIZ RUBIO (1930-1932) y luego la de ABELARDO L. RODRÍGUEZ (1932-1934). Los tres bajo la sombra del jefe máximo PLUTARCO ELÍAS CALLES.
 
TRAS EL REFERENTE
Y viene la pregunta audaz. ¿Y si el menú que define la suerte del 2024 no fuera entre MÚGICA y ÁVILA CAMACHO, sino entre PASCUAL, ABELARDO o CÁRDENAS, es decir, entre el sometimiento y la disrupción?
Desde luego, alguien dirá que las circunstancias fueron muy distintas a las actuales, pero eso aplica en todas direcciones, lo mismo si empatamos el tiempo presente con la decisión de 1940, que si pensamos en 1928, 1930 o 1934.
El ingeniero ORTIZ RUBIO (cuyas memorias son hoy un apremiante material de consulta) no soportó su condición de títere y botó la chamba a los dos años de fungir como tapadera de CALLES, con un gabinete prestado y cambiante.
AMLO dice ser historiador. Al menos sería un escritor recurrente de temas históricos. De toda la vida, su mirada navega de manera regular por periodos clave de la vida nacional. Conquista, independencia, reforma, revolución, cardenismo.
Sus biógrafos le atribuyen una temprana vocación presidencial. Y esto lo pinta como un observador tenaz de las luchas cíclicas por la silla del águila. Lo que ocurre antes, durante y después de cada hándicap presidencial.
Lo cual combina con otra manía muy marcada de reescribir la historia en función de su muy personal conveniencia. No lo que fue sino (más bien) lo que le gustaría, como narrativa propia de algún universo paralelo.
 
DECONSTRUCCIÓN, ACASO
Un sector importante de los mexicanos se observa esperanzado en el distanciamiento de la nueva presidenta con su antecesor, en cualquiera de sus variantes.
Con la pulcra discreción del contador RUIZ CORTINES hacia el alemanismo, o bien, los pronunciamientos ruidosos pero estériles de ECHEVERRÍA hacia los emisarios del pasado diazordacista.
O los castigos muy focalizados de LÓPEZ PORTILLO al echeverriísmo, cuando encarceló a los señores BARRA y MÉNDEZ DOCURRO.
O con golpes más sonoros, como MIGUEL DE LA MADRID al lopezportillismo, al enjaular a dos amigos cercanísimos del mandatario anterior como fueron los señores DURAZO y DÍAZ SERRANO.
O el tijeretazo más severo de ZEDILLO, tras el arresto de RAÚL SALINAS y el decomiso de millonarias cuentas en dólares, propiedad de su hermano CARLOS.
O el hachazo aún más radical, de CÁRDENAS con CALLES, a quien (cuenta la leyenda) un piquete de soldados lo sacó de su casa en calzoncillos para treparlo al aeroplano que lo llevaría al exilio.
En este 2024 parecería impensable una ruptura brusca, dado el poder inmenso de AMLO, su popularidad, su control del partido, sus posiciones en el nuevo gobierno y el sector militar.
En verdad, CLAUDIA está muy lejos de encaminarse a salidas tajantes como las de ZEDILLO, DE LA MADRID o CÁRDENAS. Sin embargo, tampoco parece que quiera conformarse con el triste papel de PASCUAL o ABELARDO.
El corte sería con bisturí (y hasta microcirugía), suturando y cerrando cada incisión, de manera gradual pero irreversible, en forma cuidadosa, en efecto, pero constante, perseverante y sin dar marcha atrás.
Ello, en el entendido de que, por encima de cualquier afecto o agradecimiento, todo poder que se respete jamás se comparte. El monitoreo en medios deberá ser, también, con lupa.