viernes, 6 de octubre de 2023

Murakami, Borges, el Nobel

Cd. Victoria, Tam.- Desairado una y otra vez en su sueño recurrente de conquistar el principal galardón de la literatura universal, habrá quien piense que la frustración le pesa a HARUKI MURAKAMI y se asuma vencido.
Pudiera no ser así. Sobre todo si recordamos que la segunda pasión de este escritor nacido en Kioto en 1949, son las carreras de resistencia.
Esos kilométricos maratones donde ha perfeccionado una disciplina mental que le viene del padre, (sacerdote budista) y también de la madre, cuyo oficio de comerciante incluye el cultivo de la perseverancia.
Sin olvidar que entre los 24 libros publicados hasta 2023 (novela, relato, ensayo) hay uno particularmente dedicado a las virtudes del maratonista.
El corredor de grandes distancias. La preparación y el estado anímico necesario para encarar empresas de largo aliento y no solamente soportar sino (sobre todo) disfrutar de la fatiga, kilómetro tras kilómetro, sin bajar la guardia, ni rendirse.
“De qué hablo cuando hablo de correr” (Editorial Planeta, 2013) aborda todo ello con tal convicción que resulta imposible distinguir (dicen sus presentadores) si MURAKAMI “es un novelista que corre o un corredor de fondo que escribe novelas”.
Aunque quizá la distinción sea completamente inútil porque para HARUKI, “escribir, correr y vivir es lo mismo.” Entre el teclado y la pista, un estilo de vida.
En su original japonés, la obra fue escrita entre el verano de 2005 y el otoño de 2006, aceptando de entrada que se trataba de un asunto ”tan vago como impreciso”. Pero la inquietud estaba ahí, esperando convertirse en palabras.
Resulta, incluso, difícil de creer que haya llegado tarde a la afición por los triatlones. Empezó a los 33 años, luego de abandonar su anterior ocupación como intérprete de jazz, para internarse de lleno en el oficio escritural.
 
DOLOR SIN SUFRIMIENTO
Y no son carreras cortas, precisamente. El ultramaratón alrededor del lago Saroma en la isla de Hokkaido cubre una distancia de 100 kilómetros.
Entre las motivaciones del libro destaca la relación con el dolor, inevitable en todo deportista y más en un corredor de largo alcance. “No pain, no gain” (sin dolor no hay triunfo) dicen los entrenadores en todas las disciplinas.
HARUKI añade otra observación, más sofisticada aún: “Pain is inevitable, suffering is optional” (“el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional”) donde la preocupación no debe centrarse en el problema, sino en la respuesta que damos al problema.
A elegir, dolor con sufrimiento o solamente dolor. Todos los corredores se enfrentan a esta disyuntiva. El momento en que algo de muy adentro nos ordena seguir, pese al malestar físico, las piernas engarrotadas y la ardiente irritación de los pulmones.
Ni como dudar que es un hombre paciente en la consecución de sus objetivos. Escritor de vida tan exitosa como discreta. Muy lejos de ser un divo de las letras como se estila en occidente.
Por él habla su oficio, sus novelas hoy consideradas obras maestras, traducidas a medio centenar de idiomas con ventas que en conjunto superan los 100 millones de ejemplares.
En fichas biográficas destacan sus premios: el Mundial de Fantasía (Estados Unidos), el Jerusalén (Israel), el Hans Christian Andersen (Dinamarca), el de Literatura de la Paz (Noruega), el Princesa de Asturias (España) y el Tanisaki (Japón), entre otros.
Aunque aún le falta la meta más apreciada, en la que tiene empeñada su constancia. El Nobel de la Literatura que en el presente 2023 le será entregado al dramaturgo noruego JON FOSSE.
Con fecha 5 de octubre, la Fundación Nobel informó en su página (www.nobelprize.org) que la decisión en favor de FOSSE honra “sus obras innovadoras y su prosa que dan voz a lo indecible.”
Para añadir que “su inmensa obra escrita” abarca “una variedad de géneros, (…) obras de teatro, novelas, colecciones de poesía, ensayos, libros para niños y traducciones.”
 
EL CASO BORGES
El tema de MURAKAMI y el merecido premio que año con año parece negársele, nos remite al argentino JORGE LUIS BORGES y su larga espera que jamás fructificó, pese a ser ocho veces nominado en la academia sueca.
Hasta dónde se supo, por razones políticas. Había aplaudido la caída de dos gobiernos peronistas, en los sucesivos golpes militares de 1955 y 1976. Pero ello no fue lo más grave.
En septiembre de 1976 aceptó una condecoración del general chileno AUGUSTO PINOCHET. El mismo día del encuentro, una bomba mata al militar allendista ORLANDO LETELIER en Washington. La opinión pública mundial culpó a PINOCHET.
MARIA KODAMA, hoy viuda de BORGES, narraría luego que la Fundación Nobel tenía decidido premiar ese año al gran escritor argentino y por ello en días previos le pidieron rechazar el galardón chileno.
Según KODAMA, ni ella ni JORGE LUIS aceptaron la sugerencia, por considerarla una presión inaceptable y así se escribió la historia. El Nobel fue para el escritor canadiense SAUL BELLOW.
Experto en literatura nórdica, BORGES diría después: “Es una antigua tradición escandinava: me nominan para el premio y se lo dan a otro. Ya todo es una especie de rito.”
Otra anécdota tiene que ver con el colombiano GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ y data de 1982, cuando JORGE LUIS se encontraba en una ventanilla gubernamental tramitando el pasaporte para viajar a Estados Unidos.
En ese momento, la radio informa que el Nobel había sido otorgado al GABO. Un reportero detecta a BORGES y lo aborda para consultarle sobre la decisión, a lo que responde:
-“Es un gran escritor, Cien Años de Soledad es una gran novela, aunque creo que con cincuenta años hubiera sido suficiente”. Esa fue la respuesta literal, corta y sustantiva. Posteriores versiones exageraron lo dicho.
En fin, HARUKI MURAKAMI cumplió 74 años en enero pasado. Tiene salud y buen margen de tiempo para seguir esperando, como competidor tenaz que siempre ha sido. Y acaso con mejor suerte que BORGES.