Cd.
Victoria.- Existe un umbral en la dimensión de cualquier protesta
después del cual, la valoración cambia, las descalificaciones se anulan y su
importancia queda validada.
Cierto es que
el gobierno de LÓPEZ OBRADOR subestimó la combatividad de la movilización
femenina pese a que (1) fue anunciada con antelación suficiente, (2) SEGOB
tenía elementos de sobra para saber que resultaría tumultuaria y (3) sería un
evento muy periodístico, sumamente atractivo para la cobertura de medios
nacionales y extranjeros.
Cabe la cita
histórica. Al respecto, importa recordar cómo se modificó la percepción del
gobierno foxista en el año 2005, cuando la multitudinaria protesta de la
izquierda contra el desafuero de AMLO rebasó cierto umbral numérico.
Cuando los
propios mandos armados del foxismo hicieron sus cálculos para diagnosticar que
(de consumarse el desafuero) sería imposible devolver a la gente a sus hogares,
salvo con una represión brutal.
Mejor aún, se
lo dijeron con la suficiente firmeza al presidente. Este lo entendió y ordenó al
entonces titular de Gobernación SANTIAGO CREEL, retirar la demanda, permitirle
a LÓPEZ OBRADOR reanudar sus actividades como Jefe de Gobierno y ser candidato
al año siguiente.
Igual pudiera
(y hasta debiera) ocurrir hoy día ante la contundencia de la protesta feminista
que logró impactar a toda la geografía del país y, muy particularmente, a la
capital mexicana.
Imágenes que
dieron vuelta al mundo pero sobre todo (y esto no debe subestimarse) fueron
vistas con especial atención en toda la provincia mexicana. Tomaron nota las
mujeres de ciudades, pueblos y rancherías.
Fue una
demostración de fuerza que el presidente y su equipo de asesores deben
forzosamente aquilatar, ponderar, medir, para los años que vienen.
No dan lugar a
dudas las imágenes tomadas desde drones por el equipo de CARMEN ARISTEGUI y
también los videos a ras de tierra que llegaban desde el Monumento a la Revolución,
el Hemiciclo a Juárez, la avenida Madero y, desde luego, la plancha del Zócalo.
Solo una
mentalidad paranoica y ciega podría decir que “grupos oscuros” conspiraron desde
trincheras partidistas o sótanos empresariales para que ello sucediera.
CAUSA
PLURAL
La indignación
por los feminicidios es un sentimiento generalizado que no hace distingos de
partidos, entre otras razones porque los depredadores tampoco lo hacen.
Ciertamente, de
manera abierta hubo participantes que podrían ser identificados con el Partido
Acción Nacional, el PRI, el PRD y otras organizaciones políticas. En ejercicio
pleno de sus libertades, muy en su derecho.
Sin embargo,
el verdadero “punch”, el innegable brazo fuerte que afloró y otorgó sustento a dicha
movilización tumultuaria jamás descansó en apoyo alguno de organismos o
membretes.
La
inconformidad es real, tiene raíz genuina, válida y eminentemente popular. Lo
cual va más allá de sus compañeros de ruta.
Incluso más allá de los habituales convidados de piedra, esos grupúsculos anarquistas que siempre se aparecen en cualquier lugar donde la gente se reúna. Y no de ahora, desde hace medio siglo, por lo menos.
Incluso más allá de los habituales convidados de piedra, esos grupúsculos anarquistas que siempre se aparecen en cualquier lugar donde la gente se reúna. Y no de ahora, desde hace medio siglo, por lo menos.
Quemas, cristalazos,
agresiones, pedradas, botellazos, pintas, rayones contra monumentos y edificios
históricos ni son algo nuevo, ni representan el sentir de la mayoría.
Los operadores
de MORENA (como antes del PRD) saben que dichos grupos ultras tarde o temprano
se presentan con su radical ferocidad.
Marchan los
contingentes desde las ciudades perdidas del Vaso de Texcoco o la vecina Ciudad
Netzahualcóyotl. Operan con una subcultura organizativa propia y códigos de
operación que han desarrollado por generaciones. Y, desde luego, les anima un
profundo (no justificable, pero si comprensible) rencor social.
RAÍCES DEL
MAL
Desde Palacio
Nacional, el gobierno obradorista culpa grupos de interés y partidos, neoliberales,
fifís, conservadores, reaccionarios, todos ellos englobados por AMLO en el mote
de “nuestros adversarios”.
Aunque en
fuentes contrarias se insiste con igual vehemencia que los grupos radicales habrían
actuado con apoyo y protección del propio gobierno. ¿A quién creerle?
Las redes nos
muestran videos con mujeres de rostros enmascarados descendiendo de camionetas policiacas
tipo panel. ¿Pero esto prueba el apoyo oficial?
La posibilidad
es la misma si pensamos que se trata de manifestantes detenidas en ruta de traslado
a la respectiva delegación.
Más allá de
cualquier tesis conspirativa, es la voz de la miseria crónica la que habla por
dichos grupos de muchachas incendiarias, irreductibles, contestatarias.
Cito datos de Evalúa-CDMX,
organismo público descentralizado que mide la eficacia de los programas
sociales, equivalente al CONEVAL, pero en la ciudad de México.
En su estudio
del año pasado (agosto, 2019), reportó que el 51% de los capitalinos vive en pobreza
y un 17% en pobreza extrema.
Cifras que
podrían ser todavía más dramáticas si pensamos en las comunidades conurbadas que
(siendo vecinas) políticamente pertenecen al Estado de México. Estas también
marchan.
Oiga usted,
para una megaurbe que ya sobrepasa los 22 millones de personas, el citado 17% de
habitantes en pobreza extrema (ojo al dato) representa alrededor de tres y
medio millones.
Cifras más,
cifras menos, el equivalente a la población total de Tamaulipas.