Cd.
Victoria, Tam.- Así como representa un
cándido error de interpretación negar el perfil terrorista de los cárteles
mexicanos, por igual resulta obvio, innegable, el carácter intervencionista de
la respuesta estadounidense.
Mi entrega anterior (“Terrorismo, desde luego”)
respondía al primer dilema. Hoy me enfoco a una de sus consecuencias.
Decir que el señor TRUMP es un cazador de
oportunidades define esa personalidad heterodoxa que lo convirtió en conductor televisivo,
sin dejar de ser empresario de la construcción, bienes raíces, capitán del
showbiz (Miss EEUU y Miss Universo) gestor de hoteles, casinos, campos de golf
y, finalmente, presidente de la Unión Americana.
Espíritu vigilante, depredador siempre al acecho, el
hombre aguarda, atento y dispuesto, para saltar sobre el nicho de oportunidad, con
una determinación total.
El día que el gobierno obradorista cometió el error de
ofrecer a los migrantes centroamericanos visas y becas, con el consabido
tumulto en la frontera sur, la respuesta de TRUMP fue tan puntual que parecía perfectamente
calculada con anterioridad.
El amago de imponer aranceles al tomate, el aluminio,
el acero. Es el estilo del jugador rudo, propio de un halcón, responder siempre
con fuerza, sin lugar a sutilezas, doblando la apuesta.
Por supuesto, quien pagó los platos rotos fue el
gobierno mexicano. La recién creada Guardia Nacional se estrenó persiguiendo
hondureños en lugar de combatir a la delincuencia.
SEGUNDO ROUND
Habrá que esperar qué nos piden ahora que un nuevo
flanco débil se abrió en el contexto binacional tras la masacre de la familia
LEBARON en un camino vecinal cercano a Bavispe, Sonora, el pasado 4 de
noviembre.
El impacto de la noticia fue mayúsculo desde las
primeras cifras: nueve personas asesinadas, tres mujeres y seis niños, que
luego fueron quemados.
No había lugar para la confusión. El falaz argumento
de que “los confundieron con miembros de una banda rival” no se pudo sostener
más allá de las primeras horas.
De hecho, es costumbre de los despachos policiales
recurrir a ese tipo de historias, antes aún de haber investigado un caso. Pleito
entre grupos, daño colateral, ¡pamplinas!...
Muy rápidamente se confirmó, los atacantes sabían
perfectamente que se trataba de mujeres y niños en total indefensión.
Aun así, alrededor de 15 sicarios llegaron con orden
de disparar y quemar los vehículos. Crueldad extrema contra gente inocente,
ante lo cual no tenemos explicaciones disponibles.
Hueco interpretativo que (en calidad de mientras) solo
se llena con la palabra terrorismo, ni modo.
La doble ciudadanía méxico-americana de las víctimas contribuyó
todavía más a la indignación al sur y al norte del rio Bravo.
Y también la carta que el patriarca JULIÁN LEBARÓN
envió el pasado 19 de noviembre al presidente de Estados Unidos, describiendo
el dolor de las familias LEBARÓN, JOHNSON, LANGFORD y MILLER.
De ellos viene la petición de entrevistarse con DONALD
TRUMP, marchar en caravana hasta Washington y plantear que los cárteles
mexicanos sean clasificados como “terroristas”.
Se dice fácil, pero es bastante más que una cuestión
semántica. No es cambiar un calificativo por otro, sino instrumentar toda una
categoría conceptual que otorga manga ancha a las dependencias de seguridad
norteamericanas para movilizar una amplia gama de recursos.
HERRAMIENTA LEGAL
La respuesta de TRUMP estaba dentro de lo previsible.
Simpatizó con la idea y ahora solo falta su confirmación plena. Es decir, el
decreto ejecutivo firmado por el presidente donde las bandas delictivas, al
menos las principales, serían consideradas terroristas.
Hay todo un andamiaje gubernamental dedicado a ello. Empezando
por la FOREIGN TERRORIST ORGANIZATION (FTO) oficina dependiente del
Departamento de Estado.
Históricamente se le ubica dentro de la Ley de Inmigración
y Nacionalidad (Immigration and Nationality Act) también conocida como Ley HART-CELLER,
iniciativa de dos legisladores demócratas, el senador PHILIP HART y el
congresista EMANUEL CELLER. Fue expedida en 1965 en plena guerra fría, bajo el
gobierno de LYNDON B. JOHNSON.
Por mencionar algunos casos, entre las organizaciones señaladas
oficialmente como terroristas se encuentran la internacional islámica AL-QAEDA,
la colombiana FARC y BOKO HARAM de Nigeria.
Las repercusiones serían considerables, pues ello
facultaría al gobierno norteamericano para intervenir directamente en
territorio mexicano.
Desde luego, no hablamos de una invasión abierta sino
de acciones selectivas, rápidas y quirúrgicas contra objetivos específicos.
En apoyo a esta intención habrá que considerar la
fotografía trucada que TRUMP difundió a través de TWITTER, donde aparece su
rostro montado sobre la imagen atlética del boxeador ROCKY BALBOA, el célebre
personaje interpretado por SYLVESTER STALLONE.
¿Y MÉXICO?
Bueno, especialistas consultados por medios nacionales
piensan que se trata de una acometida propagandística con mucho de blof y
segundas intenciones.
Sería un amago parecido al del acero y el tomate. Táctica
propia de un jugador experto como es el magnate americano. Ese manejo pendular
entre el puño duro y las palmaditas en la espalda,
Al poner el dedo en el gatillo nos estaría mostrando hasta
dónde puede llegar el gobierno vecino si sus similares mexicanos no frenan esta
terrible escalada de violencia.
Este horror cotidiano que viene creciendo desde los
tiempos de FOX, CALDERÓN y PEÑA pero está alcanzando niveles de escándalo en el
primer año de LÓPEZ OBRADOR.
DONALD nos enseña nuevamente dientes y colmillos, gruñe
amenazador desde la Casa Blanca y enarbola el tradicional Gran Garrote (Big
Stick) de TEDDY ROOSEVELT.
Por supuesto, esto significa una nueva y pesada carga
de trabajo para la cancillería de MARCELO EBRARD, cuyas tareas diplomáticas ya
habían logrado desactivar las amenazas proteccionistas esgrimidas por TRUMP a
raíz de la migración centroamericana.
Con el drama de la familia LEBARON se concatenan ambas
cosas, acción y reacción en un tiempo muy corto que exigen buenos reflejos. El chantaje
asoma, pero sobre bases reales. ¿Terrorismo?, desde luego, ¿intervencionismo?,
también.
Ahí va de nuevo MARCELO, por lo pronto a investigar
qué nos van a pedir ahora, en una etapa tan vulnerable para el gobierno mexicano,
cuando está colgada con alfileres la ratificación del nuevo tratado comercial. Lo
sabremos pronto, sin duda.