lunes, 2 de diciembre de 2019

Atrás de la cortina


Cd. Victoria, Tam.- Estemos (o no) en sintonía con sus ideas, propósitos y plataforma, mal haríamos en subestimar al presidente LÓPEZ OBRADOR.
Ello, aunque un sector importante de la clase media, escolarizada y pensante, detecte (un día sí y otro también) incongruencias, pifias y despropósitos de la más variada índole en su narrativa cotidiana.
Aun así, necesario es subrayar que sus inacciones y fallas discursivas no hacen merma entre la población mayoritaria.
Ciertamente, observamos marchas de inconformidad en las calles, pancartas y mantas de quejosos, voces críticas en redes y medios, pero que estadísticamente no pintan en términos reales.
¿Motivo, razón?... La gente más desprotegida de este país no parece dispuesta a olvidar la caída vertical en su nivel de ingresos (salario real, poder adquisitivo) durante los 30 años anteriores.
Los cambios estructurales instrumentados entre los cinco gobiernos que van de SALINAS a PEÑA, privilegiaron a los superricos, desoyeron sistemáticamente los reclamos de justicia social.
Los quisieron disfrazar por programas asistenciales, no siempre efectivos, por lo general limitados, a menudo fantasmales, fraudulentos o encaminados al control electoral.
Aún para los más críticos, AMLO demostró este domingo que sigue siendo un campeón en la difícil tarea de atestar el Zócalo capitalino y bocacalles aledañas.
Espacios que no llenaba el PRI ni llevando acarreados de provincia.
En este sentido, ANDRÉS MANUEL conserva buen músculo para inflamar multitudes con un discurso que (por cierto) sigue siendo de campaña.
Otro detalle a su favor es su habilidad para apelar como MORELOS, a los sentimientos de la nación.
Podrá disgustar a los más educados, pero hipnotiza al pueblo llano.
Los cronistas del futuro podrán quizás consignar la historia de un chamán que susurraba indicaciones inaudibles al oído del alma nacional.
Ese México profundo moldeado a golpes de poesía, donde la patria es primero, los valientes no asesinan, si hubiera armas no estaría usted aquí y el respeto al derecho ajeno es la paz.
El país del niño artillero, del Pípila y del joven cadete que se envuelve en la bandera para lanzarse al vacío desde el Castillo de Chapultepec.
Ese denso tejido de leyendas acaso improbables para los académicos de hoy, pero de una efectividad poderosa para las generaciones del siglo 20 que se educaron creyéndolas a pie juntillas.
La valentía trágica que oficialmente impregna a todo lo mexicano, desde que CUAUHTEMOC le dijo a CORTÉS “no puedo más, toma ese puñal y mátame.”
Acaso otros presidentes citaron estas leyendas como poses demagógicas o trucos de oratoria.
Aunque nadie como AMLO para contarlas con certeza absoluta, tan seguro de ellas como si las hubiera vivido.
Digámoslo así. Si aparece en el libro de Historia de cuarto año, entonces es cierto y mejor ni le discutan porque salen perdiendo.
Y algo más que quizás buena parte de sus malquerientes no han visto, o no hemos querido, consignar.
Mientras la opinión pública se divierte o se exalta día con día con las piruetas formales del mandatario, en otro palacio, el legislativo de San Lázaro, la cocina trabaja día y noche.
A veces con olla exprés, otras con horno de microondas, se reprograma pacientemente la historia de los siguientes años de gobierno. Tareas de reingeniería institucional cuyos efectos ni siquiera imaginamos.
Bueno o malo, este año ha sido denso en transformaciones de orden jurídico cuyo efecto conoceremos en dos, en tres o cuatro años.
Por eso (y muchas cosas más) quienes afirman que “LÓPEZ no ha hecho nada”, no saben lo que dicen.
Hay tareas de cirugía mayor a lo largo y ancho del aparato público federal que pasan por los recintos legislativos pero jamás asoman en los medios, ni siquiera en los discursos de la 4T.
No se nota todavía, pero (a manera de prólogo) el presidente está moldeando el aparato del estado a su entero gusto, imagen y semejanza, con miras a decisiones que trae en la alforja, reservadas para tiempos venideros.
Quita dinero a los partidos y al propio INE, toma por asalto los organismos autónomos, achaparra el poder judicial, le regatea recursos a los gobernadores, purga a fondo el servicio exterior.
Todo ello, mientras sigue recorriendo a ras de tierra el país, dando prioridad a rancherías perdidas, colonias y comunidades marginales.
Feliz de que sus adversarios se entretengan con las “mañaneras”, mientras opera tras bambalinas un cambio silencioso que hará eclosión cualquier día, acaso el menos pensado.