Cd.
Victoria, Tam.- Cifras
del PREP a las ocho de la mañana de este lunes: AMÉRICO VILLARREAL ANAYA 710
mil 952 votos; CESAR VERÁSTEGUI OSTOS: 628 mil 541. ¿Diferencia?, 82 mil 411.
Expresado
en puntos porcentuales, AMÉRICO logró el 49.9952% de los votos, contra el 44.2000%
de CESAR. La diferencia es de 5.7952%.
Oiga usted, muy lejos se observa este resultado de dos mediciones previas como son (1) las encuestas de intención al voto que durante toda la campaña nos dijeron que CÉSAR y AMÉRICO ganarían con 25 o 30 puntos de ventaja y (2) las encuestas de salida que daban por triunfadores a ambos, también con muy amplia diferencia.
El desenlace, finalmente, fue de “carrera parejera” como lo comenté varias veces en esta columna. Final de fotografía donde el primer lugar ganó por margen modesto, aunque suficiente.
Competencia cerrada, elecciones reales, bastante más reñidas que las de 2016 donde CABEZA DE VACA, cheque usted, obtuvo 721 mil 049 votos contra los 517 mil 619 de BALTAZAR HINOJOSA. Los comentarios de prensa hace seis años decían que el candidato tricolor había sufrido una derrota contundente.
Dicho en porcentajes se observa mejor: 50.15% contra 36.03%. ¿La diferencia en 2016?, 14.2%
En el presente 2022, la trinchera del ingeniero VERÁSTEGUI ya anunció que peleará en los tribunales, aunque habría que observar con lupa qué tipo de irregularidades serán las que reporten y de qué tamaño es la distancia a remontar.
OTRAS LUCHAS
Cabe recordar que en 2006, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR objetó directamente la parte más sensible de cualquier resultado, como es sin duda el conteo de votos.
Por ello su causa fue atendida y el veredicto se alargó, pues había tema sobre el cual litigar y un reclamo que resonaba en todas partes. Voto por voto, casilla por casilla.
En dicha elección, el panista FELIPE CALDERÓN HINOJOSA logró el 35.89% contra el 35.31% de AMLO, lo cual arroja una ventaja inferior al medio punto porcentual, es decir del .48% (¡48 centésimas de punto!).
Tenía ANDRÉS MANUEL márgenes interesantes para pelear porque su impugnación iba directamente sobre un aspecto determinante como es el número de boletas a favor y en contra. Amén de que el margen entre ambas cosechas de votos era inusualmente pequeño.
Cheque usted el contraste. Seis años después, en 2012, la derrota de AMLO ante el priísta ENRIQUE PEÑA NIETO fue muy distinta. La ventaja de ENRIQUE sobre ANDRÉS MANUEL sería de 38.20% contra 32.61%. ¿Diferencia?, 5.59%.
Y otro detallito, en 2012, la principal impugnación al proceso no recaía en el conteo de votos sino en el uso cuantioso de recursos que desde la gubernatura mexiquense realizó PEÑA NIETO durante años, para posicionar exitosamente su imagen.
Justo el reclamo, solo que la relación causa-efecto entre publicidad y resultados se antoja muy difícil de sustentar en los tribunales. Es por ello que la impugnación en 2012 no implicó la toma de calles (como en 2006) ni un litigio jurídico largo.
En pocas semanas AMLO se tuvo que tragar su derrota, sin mayores aspavientos que sus recurrentes declaraciones contra un fraude acaso real, pero difícil de sustanciar.
¿VALE LA PENA?
Importan, pues, todas estas remembranzas para preguntarnos por el reclamo del ingeniero VERÁSTEGUI OSTOS. No se trata de irregularidades mayores que salten a la vista y a partir de las cuáles se pueda fincar una relación directa con el cómputo final.
Hasta donde alcanzamos a leer, son conductas ciertamente punibles como el acarreo de votantes y las intervenciones de funcionarios federales en la campaña morenista de Tamaulipas.
Podrán acaso sobrevenir sanciones o amonestaciones al partido y a los propios personajes como MARCELO EBRARD, RICARDO MONREAL o CLAUDIA SHEINBAUM, pero no hay manera de disminuir el margen de ventaja a partir de ello.
Diferencia que (mucho ojo) no es de décimas de punto como la de CALDERÓN sobre AMLO en 2006, sino de 5.79%, superior incluso a la ventaja de 5.59% que logró PEÑA NIETO sobre LÓPEZ OBRADOR en 2012.
El margen cuenta mucho para saber (valorar, responder) qué tan factibles son las luchas postelectorales en cada caso. Por ello, lo que ahora plantea CESAR VERÁSTEGUI tiene sus bemoles.
Ciertamente, el TRUKO es un hombre de lucha, un gallo de pelea que hoy se siente muy comprometido con sus millares de seguidores a llevar el reclamo hasta sus últimas consecuencias jurídicas. Actitud valiente, enjundiosa, válida, plausible.
Sin embargo, considerando el tipo de pecados a denunciar y el margen de sufragios a remontar, parecería poco viable el reclamo. Muy cuesta arriba, en efecto, la lucha postelectoral. Mi impresión es que el triunfo de AMÉRICO ya es irreversible.
Oiga usted, muy lejos se observa este resultado de dos mediciones previas como son (1) las encuestas de intención al voto que durante toda la campaña nos dijeron que CÉSAR y AMÉRICO ganarían con 25 o 30 puntos de ventaja y (2) las encuestas de salida que daban por triunfadores a ambos, también con muy amplia diferencia.
El desenlace, finalmente, fue de “carrera parejera” como lo comenté varias veces en esta columna. Final de fotografía donde el primer lugar ganó por margen modesto, aunque suficiente.
Competencia cerrada, elecciones reales, bastante más reñidas que las de 2016 donde CABEZA DE VACA, cheque usted, obtuvo 721 mil 049 votos contra los 517 mil 619 de BALTAZAR HINOJOSA. Los comentarios de prensa hace seis años decían que el candidato tricolor había sufrido una derrota contundente.
Dicho en porcentajes se observa mejor: 50.15% contra 36.03%. ¿La diferencia en 2016?, 14.2%
En el presente 2022, la trinchera del ingeniero VERÁSTEGUI ya anunció que peleará en los tribunales, aunque habría que observar con lupa qué tipo de irregularidades serán las que reporten y de qué tamaño es la distancia a remontar.
OTRAS LUCHAS
Cabe recordar que en 2006, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR objetó directamente la parte más sensible de cualquier resultado, como es sin duda el conteo de votos.
Por ello su causa fue atendida y el veredicto se alargó, pues había tema sobre el cual litigar y un reclamo que resonaba en todas partes. Voto por voto, casilla por casilla.
En dicha elección, el panista FELIPE CALDERÓN HINOJOSA logró el 35.89% contra el 35.31% de AMLO, lo cual arroja una ventaja inferior al medio punto porcentual, es decir del .48% (¡48 centésimas de punto!).
Tenía ANDRÉS MANUEL márgenes interesantes para pelear porque su impugnación iba directamente sobre un aspecto determinante como es el número de boletas a favor y en contra. Amén de que el margen entre ambas cosechas de votos era inusualmente pequeño.
Cheque usted el contraste. Seis años después, en 2012, la derrota de AMLO ante el priísta ENRIQUE PEÑA NIETO fue muy distinta. La ventaja de ENRIQUE sobre ANDRÉS MANUEL sería de 38.20% contra 32.61%. ¿Diferencia?, 5.59%.
Y otro detallito, en 2012, la principal impugnación al proceso no recaía en el conteo de votos sino en el uso cuantioso de recursos que desde la gubernatura mexiquense realizó PEÑA NIETO durante años, para posicionar exitosamente su imagen.
Justo el reclamo, solo que la relación causa-efecto entre publicidad y resultados se antoja muy difícil de sustentar en los tribunales. Es por ello que la impugnación en 2012 no implicó la toma de calles (como en 2006) ni un litigio jurídico largo.
En pocas semanas AMLO se tuvo que tragar su derrota, sin mayores aspavientos que sus recurrentes declaraciones contra un fraude acaso real, pero difícil de sustanciar.
¿VALE LA PENA?
Importan, pues, todas estas remembranzas para preguntarnos por el reclamo del ingeniero VERÁSTEGUI OSTOS. No se trata de irregularidades mayores que salten a la vista y a partir de las cuáles se pueda fincar una relación directa con el cómputo final.
Hasta donde alcanzamos a leer, son conductas ciertamente punibles como el acarreo de votantes y las intervenciones de funcionarios federales en la campaña morenista de Tamaulipas.
Podrán acaso sobrevenir sanciones o amonestaciones al partido y a los propios personajes como MARCELO EBRARD, RICARDO MONREAL o CLAUDIA SHEINBAUM, pero no hay manera de disminuir el margen de ventaja a partir de ello.
Diferencia que (mucho ojo) no es de décimas de punto como la de CALDERÓN sobre AMLO en 2006, sino de 5.79%, superior incluso a la ventaja de 5.59% que logró PEÑA NIETO sobre LÓPEZ OBRADOR en 2012.
El margen cuenta mucho para saber (valorar, responder) qué tan factibles son las luchas postelectorales en cada caso. Por ello, lo que ahora plantea CESAR VERÁSTEGUI tiene sus bemoles.
Ciertamente, el TRUKO es un hombre de lucha, un gallo de pelea que hoy se siente muy comprometido con sus millares de seguidores a llevar el reclamo hasta sus últimas consecuencias jurídicas. Actitud valiente, enjundiosa, válida, plausible.
Sin embargo, considerando el tipo de pecados a denunciar y el margen de sufragios a remontar, parecería poco viable el reclamo. Muy cuesta arriba, en efecto, la lucha postelectoral. Mi impresión es que el triunfo de AMÉRICO ya es irreversible.