Cd.
Victoria, Tam.- Primero
de octubre, fecha de doble importancia para Tamaulipas y para México. Inicia el
nuevo gobierno del doctor AMÉRICO VILLARREAL ANAYA y también el bienio final de
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.
Por reformas al calendario político, el sexenio federal ya no termina el 30 de noviembre sino el 30 de septiembre. Y esto significa que el primero de octubre empieza una cuenta regresiva de dos años para la administración obradorista.
Bienio en el que AMÉRICO y ANDRÉS MANUEL estarán presidiendo en paralelo las jefaturas de los poderes ejecutivos, estatal y nacional. Dos años juntos, 24 meses, de manera formal.
Aunque la experiencia mexicana nos dice que el poder presidencial empieza a declinar de manera inexorable cuando su partido designa candidato. En ese momento la cargada oficialista empieza a transferir en forma gradual pero irreversible su capital político al sol que nace.
Además importa considerar que el día de la elección se adelantó un mes. En 2018 tuvo lugar el día primero de julio; para 2024 la fecha se corre al 2 de junio. Lo cual apresura los procesos internos de selección, ya de por sí muy acelerados
Si tomamos como referencia el proceso anterior, importa recordar que LÓPEZ OBRADOR registró su precandidatura en las oficinas de MORENA el martes 12 de diciembre de 2017.
Por todo ello cabe preguntar, en la perspectiva actual, ¿cuánto tiempo faltaría para que el candidato (candidata) oficialista a sucederlo hiciera lo mismo, con miras a los comicios de 2024?...
Es decir, ¿en qué momento, entre verano y otoño del ya próximo 2023 tendría MORENA abanderado robando reflectores al actual presidente?...
A manera de metáfora, los teóricos del viejo presidencialismo dicen que habría algo parecido a una transfusión de sangre (fuerza, vitalidad) entre el mandatario y el candidato. Este último crece a costa de la energía que devora de su antiguo jefe.
Y con ello empieza un proceso irreversible de debilitamiento para concluir con la total pérdida de poder, lo cual se consuma con la entrega de la banda presidencial, que ya no será el primero de diciembre sino dos meses antes, el primero de octubre.
CALENDARIOS DISPARES
Vieja tradición tamaulipeca, el que los gobernadores inicien cuando la administración federal va de salida. El ingeniero AMÉRICO VILLARREAL GUERRA llegó bajo el lamadridismo (1986) pero a los dos años tuvo que vérselas con SALINAS (1988). Igual les ocurrió a los señores CAVAZOS, YÁRRINGTON, HERNÁNDEZ, TORRE y CABEZA DE VACA.
Coincide pues, la primavera política estatal con el periodo invernal de los mandatarios nacionales. De los seis años que gobernará AMÉRICO, solo dos se compaginan con la presidencia de ANDRÉS MANUEL. Para los cuatro siguientes habrá otro mandamás en Palacio Nacional.
Tema importante si recordamos que muchas de las políticas marcadas por el actual presidente difícilmente sobrevivirán al cambio de régimen. Viene un ajuste de prioridades.
Aún ganando MORENA (que es altamente probable), ¿habrá mañaneras en octubre de 2024?, ¿el sucesor de AMLO dormirá en Palacio?...
Mejor aún, ¿sobrevivirá al cambio de sexenio la consigna de “abrazos no balazos” determinando el comportamiento de las fuerzas armadas y la propia Guardia Nacional?...
A este último punto quiero referirme. Hay muchas maneras de interpretar la palabra “abrazos”. Para LÓPEZ OBRADOR significa inacción, manga ancha, pobre o nula respuesta de las corporaciones de seguridad ante las bravatas de los cárteles.
Lo ha dicho recio y quedito, con lujo de confirmación, una y otra vez, defendiendo con énfasis su criterio de tolerancia sistémica a las acometidas del crimen organizado. Dejar hacer, dejar pasar, porque también son pueblo, dicho tal cual.
De manera sutil, el doctor VILLARREAL ANAYA parece tener una interpretación alternativa del tema. Diferencia que acaso no lo contraponga, pero sí asoma como variante. Lo dijo en campaña y también en el primer debate.
Según AMÉRICO, la palabra “abrazos” hace referencia al conjunto de políticas sociales que buscan corregir las condiciones de pobreza identificadas como causas profundas de la actividad delictiva.
Interesante, porque una cosa es promover la justicia redistributiva y otra (muy distinta) quedarse con los brazos cruzados ante la embestida criminal.
Vuelvo ahora al principio de esta columna. Son únicamente dos años los que estarán juntos, AMÉRICO y ANDRÉS. El poder de este último empezará a menguar muy pronto, en el último tercio de 2023.
Por ello la referencia que hago a la fecha mágica del primero de octubre. Cuando AMÉRICO asuma, al poder de PEJE le restarán un año de plenitud y otro de franco declive.
Es factible, pues, ir dando curso de manera gradual a esa variante semántica de la palabra “abrazos” que, administrada con prudencia y tacto, tendría el tiempo a su favor. La gente se lo va a agradecer.
Por reformas al calendario político, el sexenio federal ya no termina el 30 de noviembre sino el 30 de septiembre. Y esto significa que el primero de octubre empieza una cuenta regresiva de dos años para la administración obradorista.
Bienio en el que AMÉRICO y ANDRÉS MANUEL estarán presidiendo en paralelo las jefaturas de los poderes ejecutivos, estatal y nacional. Dos años juntos, 24 meses, de manera formal.
Aunque la experiencia mexicana nos dice que el poder presidencial empieza a declinar de manera inexorable cuando su partido designa candidato. En ese momento la cargada oficialista empieza a transferir en forma gradual pero irreversible su capital político al sol que nace.
Además importa considerar que el día de la elección se adelantó un mes. En 2018 tuvo lugar el día primero de julio; para 2024 la fecha se corre al 2 de junio. Lo cual apresura los procesos internos de selección, ya de por sí muy acelerados
Si tomamos como referencia el proceso anterior, importa recordar que LÓPEZ OBRADOR registró su precandidatura en las oficinas de MORENA el martes 12 de diciembre de 2017.
Por todo ello cabe preguntar, en la perspectiva actual, ¿cuánto tiempo faltaría para que el candidato (candidata) oficialista a sucederlo hiciera lo mismo, con miras a los comicios de 2024?...
Es decir, ¿en qué momento, entre verano y otoño del ya próximo 2023 tendría MORENA abanderado robando reflectores al actual presidente?...
A manera de metáfora, los teóricos del viejo presidencialismo dicen que habría algo parecido a una transfusión de sangre (fuerza, vitalidad) entre el mandatario y el candidato. Este último crece a costa de la energía que devora de su antiguo jefe.
Y con ello empieza un proceso irreversible de debilitamiento para concluir con la total pérdida de poder, lo cual se consuma con la entrega de la banda presidencial, que ya no será el primero de diciembre sino dos meses antes, el primero de octubre.
CALENDARIOS DISPARES
Vieja tradición tamaulipeca, el que los gobernadores inicien cuando la administración federal va de salida. El ingeniero AMÉRICO VILLARREAL GUERRA llegó bajo el lamadridismo (1986) pero a los dos años tuvo que vérselas con SALINAS (1988). Igual les ocurrió a los señores CAVAZOS, YÁRRINGTON, HERNÁNDEZ, TORRE y CABEZA DE VACA.
Coincide pues, la primavera política estatal con el periodo invernal de los mandatarios nacionales. De los seis años que gobernará AMÉRICO, solo dos se compaginan con la presidencia de ANDRÉS MANUEL. Para los cuatro siguientes habrá otro mandamás en Palacio Nacional.
Tema importante si recordamos que muchas de las políticas marcadas por el actual presidente difícilmente sobrevivirán al cambio de régimen. Viene un ajuste de prioridades.
Aún ganando MORENA (que es altamente probable), ¿habrá mañaneras en octubre de 2024?, ¿el sucesor de AMLO dormirá en Palacio?...
Mejor aún, ¿sobrevivirá al cambio de sexenio la consigna de “abrazos no balazos” determinando el comportamiento de las fuerzas armadas y la propia Guardia Nacional?...
A este último punto quiero referirme. Hay muchas maneras de interpretar la palabra “abrazos”. Para LÓPEZ OBRADOR significa inacción, manga ancha, pobre o nula respuesta de las corporaciones de seguridad ante las bravatas de los cárteles.
Lo ha dicho recio y quedito, con lujo de confirmación, una y otra vez, defendiendo con énfasis su criterio de tolerancia sistémica a las acometidas del crimen organizado. Dejar hacer, dejar pasar, porque también son pueblo, dicho tal cual.
De manera sutil, el doctor VILLARREAL ANAYA parece tener una interpretación alternativa del tema. Diferencia que acaso no lo contraponga, pero sí asoma como variante. Lo dijo en campaña y también en el primer debate.
Según AMÉRICO, la palabra “abrazos” hace referencia al conjunto de políticas sociales que buscan corregir las condiciones de pobreza identificadas como causas profundas de la actividad delictiva.
Interesante, porque una cosa es promover la justicia redistributiva y otra (muy distinta) quedarse con los brazos cruzados ante la embestida criminal.
Vuelvo ahora al principio de esta columna. Son únicamente dos años los que estarán juntos, AMÉRICO y ANDRÉS. El poder de este último empezará a menguar muy pronto, en el último tercio de 2023.
Por ello la referencia que hago a la fecha mágica del primero de octubre. Cuando AMÉRICO asuma, al poder de PEJE le restarán un año de plenitud y otro de franco declive.
Es factible, pues, ir dando curso de manera gradual a esa variante semántica de la palabra “abrazos” que, administrada con prudencia y tacto, tendría el tiempo a su favor. La gente se lo va a agradecer.