Cd.
Victoria.- Resultados difíciles de anticipar,
acaso disparatados pero absolutamente reales, nos deja por saldo el megaproceso
del pasado 6 de junio.
Nuevo equilibrio de fuerzas que modifica sustantivamente el mapa político del país, sus instancias de poder y la viabilidad de las distintas alianzas partidistas con miras a la sucesión presidencial de 2024.
Por supuesto, es importante que la coalición PAN-PRI-PRD haya logrado su propósito de consolidar un valladar firme ante el ímpetu presidencial en la Cámara Baja.
Igual resulta significativo lo ocurrido en Nuevo León, segunda gubernatura para Movimiento Ciudadano (después de Jalisco) ganada por un personaje de perfil fársico, SAMUEL GARCÍA, del que conocemos solamente su disfraz mediático y cuya verdadera entraña emergerá en su ejercicio del mando.
Para MORENA, el megaproceso representó la consumación de tres escenarios en paralelo, muy contrastados entre sí y cuyos efectos se habrán de valorar mejor en los años venideros.
Hay un (1) saldo trágico en la capital del país, (2) una pérdida razonable en Palacio de San Lázaro y (3) un triunfo esperanzador en la disputa territorial. Importa revisarlos.
1.-
SALDO TRÁGICO
Por principio, atrae las miradas el desastre electoral de proporciones apocalípticas en la Ciudad de México. Su paisaje urbano se partió en dos, este y oeste.
Estamos ante la cantidad más alta de alcaldías (delegaciones) ganadas por la oposición en toda la historia de la democracia capitalina. Perdió hasta PABLO GÓMEZ, figura emblemática en las luchas de la izquierda, quien buscaba la reelección por el distrito 23 de Coyoacán.
Se diría que todo ello es producto de un desgaste natural tras 24 años de gobernar la metrópoli, desde que CUAUHTÉMOC CÁRDENAS ganó la jefatura de tres años en 1997, seguido de ANDRÉS MANUEL en 2000, MARCELO EBRARD en 2006, MIGUEL MANCERA en 2012 y CLAUDIA SHEINBAUM en 2018.
Aunque un naufragio de dicha magnitud exige explicaciones más amplias. Ese estilo lánguido, anémico, fantasmal de la señora SHEINBAUM ante una responsabilidad mayúscula donde parece ser únicamente la encargada, mientras el verdadero Jefe de Gobierno es el propio LÓPEZ OBRADOR.
Amén del pésimo manejo de la pandemia donde el divo LÓPEZ GATELL impuso su irresponsabilidad genocida, ante la visible desesperación de CLAUDIA.
O los salvajes recortes presupuestales que dejaron sin mantenimiento al Sistema de Transporte Colectivo Metro el año previo al accidente del pasado 3 de mayo, con su conocido saldo de 26 muertos y 80 heridos.
Como ocurre en el tema de la pandemia, la jefa formal de gobierno obedece órdenes aunque no le gusten y apechuga responsabilidades que en realidad se toman desde Palacio Nacional.
Comprensiblemente, dicha baja sustantiva en la cosecha de votos afecta las aspiraciones presidenciales de SHEIMBAUM pero (sobre todo) representa un severo voto de castigo, una vigorosa reprimenda ciudadana contra el verdadero jefe de la ciudad, LÓPEZ OBRADOR.
De aquí su narrativa rencorosa de esta semana contra la clase media que votó por otros partidos, porque siente en carne propia el agravio. Sabe que el desdén de las urnas va encausado directamente a su persona.
2.-
PÉRDIDA RAZONABLE
En segundo término habría que considerar como una noticia de gravedad menor el retroceso que sufrieron MORENA y sus aliados en la Cámara Baja.
Ciertamente, perdieron más curules de las que los encuestadores esperaban (más de medio centenar), aunque siguen conservando el número mágico de “la mitad más uno”.
Lo cual les permitirá despachar con celeridad asuntos de rutina, necesitando solamente de alianzas para temas específicos que requieran votaciones mayores, como es el caso de las reformas constitucionales.
Noticia mala pero soportable, sobre todo si recordamos que en todo el mundo los partidos gobernantes suelen perder asientos legislativos durante sus elecciones intermedias.
MORENA no fue la excepción, aunque en su caso se trata de una pérdida relativa que le permite seguir contando con operatividad básica en San Lázaro.
3.-
AVANCE TERRITORIAL
En tercero, el partido oficial encontró el mayor de sus éxitos en la lucha regional, la elección de gubernaturas, pero también congresos locales y ayuntamientos, como es el caso de Tamaulipas.
Éxito innegable que no solo compensa las pérdidas referidas en los dos incisos anteriores, sino que además otorga a MORENA su anhelada y varias veces pospuesta proyección territorial.
Hasta antes del reciente cotejo, el partido de AMLO tenía siete gubernaturas, a saber:
Baja California (JAIME BONILLA), Chiapas (RUTILIO ESCANDÓN), CDMX (CLAUDIA SHEINBAUM), Morelos (CUAUHTÉMOC BLANCO), Puebla (MIGUEL BARBOSA), Tabasco (ADÁN LÓPEZ) y Veracruz (CUITLÁHUAC GARCÍA).
A dicha cifra (siete) habría que añadir diez de las once que MORENA ganó ahora, porque en Baja California el mismo partido repitió triunfo.
Las nuevas gubernaturas bajo control de MORENA serían:
Baja California (MARINA DEL PILAR ÁVILA), Baja California Sur (VICTOR MANUEL CASTRO), Campeche (LAYDA SANSORES), Colima (INDIRA VIZCAINO), Guerrero (EVELYN SALGADO), Michoacán (ALFREDO RAMÍREZ), Nayarit (MIGUEL ÁNGEL NAVARRO), Sinaloa (RUBÉN ROCHA), Sonora (ALFONSO DURAZO), Tlaxcala (LORENA CUÉLLAR) y Zacatecas (DAVID MONREAL).
En total, entre haberes previos y nuevas conquistas, MORENA sumaría la insólita cantidad de 17 gubernaturas. Proporción similar a la que tuvo el PRI en la primera década del siglo. Ningún otro partido ha tenido tantas, ni el PAN, ni el PRD en sus mejores épocas.
A lo cuál habría que agregar (salvo cambios de última hora) las mayorías legislativas en los congresos locales de Baja California , Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, CDMX, Colima, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz.
COLOFÓN
Por lo pronto, un torrente de personajes nuevos o poco conocidos irrumpe de golpe en el escenario nacional, noticias, redes, primeras planas. Profesionistas, pequeños empresarios, cada día más gente nacida en los años setentas y ochentas.
Tan solo en el renglón de las gubernaturas, donde antes de junio solamente hubo una mujer (SHEINBAUM, CDMX), ¡llegan seis más!. Leyó usted bien.
Las cinco de MORENA arriba mencionadas (MARINA, LAYDA, INDIRA, EVELYN y LORENA), más una del PAN en Chihuahua (MARÍA EUGENIA CAMPOS).
Resultados dispares, triunfos y derrotas en paralelo. Como estratos geológicos dentro del propio MORENA, el sedimento más antiguo (el del obradorismo propiamente dicho) resulta ser el más golpeado, el desgastado, el perdedor.
Tanto el revés legislativo nacional como el naufragio electoral en la CDMX son fracasos muy personales del presidente LÓPEZ OBRADOR.
En contrapartida, los triunfos en provincia deben acreditarse a las bases y dirigencias locales de MORENA. El tigre que finalmente despertó y ya opera con creciente autonomía de su domador inicial.
Al paso del tiempo, a medida en que la lucha sucesoria sacuda con mayor urgencia al régimen, la nueva fuerza territorial de este partido se irá expresando con la mirada puesta hacia el futuro próximo, 2024 y más allá.
Ese mediano plazo donde ya no caben AMLO ni sus mañaneras, donde el obradorismo empieza a lucir obsoleto y deberá ser purgado para que MORENA viva y se consolide como institución partidista, capaz de operar con total autonomía respecto al rústico caudillo que le dio origen.
Su nuevo dominio territorial es acaso la noticia más relevante de la elección y nos indica la existencia de una formación política emergente, ante la cual ni el PRI ni el PAN parecen estar preparados.
La espera parece haber terminado, el movimiento está dando pasos para convertirse en partido. Hay mucho por ver, esto apenas empieza.
Nuevo equilibrio de fuerzas que modifica sustantivamente el mapa político del país, sus instancias de poder y la viabilidad de las distintas alianzas partidistas con miras a la sucesión presidencial de 2024.
Por supuesto, es importante que la coalición PAN-PRI-PRD haya logrado su propósito de consolidar un valladar firme ante el ímpetu presidencial en la Cámara Baja.
Igual resulta significativo lo ocurrido en Nuevo León, segunda gubernatura para Movimiento Ciudadano (después de Jalisco) ganada por un personaje de perfil fársico, SAMUEL GARCÍA, del que conocemos solamente su disfraz mediático y cuya verdadera entraña emergerá en su ejercicio del mando.
Para MORENA, el megaproceso representó la consumación de tres escenarios en paralelo, muy contrastados entre sí y cuyos efectos se habrán de valorar mejor en los años venideros.
Hay un (1) saldo trágico en la capital del país, (2) una pérdida razonable en Palacio de San Lázaro y (3) un triunfo esperanzador en la disputa territorial. Importa revisarlos.
Por principio, atrae las miradas el desastre electoral de proporciones apocalípticas en la Ciudad de México. Su paisaje urbano se partió en dos, este y oeste.
Estamos ante la cantidad más alta de alcaldías (delegaciones) ganadas por la oposición en toda la historia de la democracia capitalina. Perdió hasta PABLO GÓMEZ, figura emblemática en las luchas de la izquierda, quien buscaba la reelección por el distrito 23 de Coyoacán.
Se diría que todo ello es producto de un desgaste natural tras 24 años de gobernar la metrópoli, desde que CUAUHTÉMOC CÁRDENAS ganó la jefatura de tres años en 1997, seguido de ANDRÉS MANUEL en 2000, MARCELO EBRARD en 2006, MIGUEL MANCERA en 2012 y CLAUDIA SHEINBAUM en 2018.
Aunque un naufragio de dicha magnitud exige explicaciones más amplias. Ese estilo lánguido, anémico, fantasmal de la señora SHEINBAUM ante una responsabilidad mayúscula donde parece ser únicamente la encargada, mientras el verdadero Jefe de Gobierno es el propio LÓPEZ OBRADOR.
Amén del pésimo manejo de la pandemia donde el divo LÓPEZ GATELL impuso su irresponsabilidad genocida, ante la visible desesperación de CLAUDIA.
O los salvajes recortes presupuestales que dejaron sin mantenimiento al Sistema de Transporte Colectivo Metro el año previo al accidente del pasado 3 de mayo, con su conocido saldo de 26 muertos y 80 heridos.
Como ocurre en el tema de la pandemia, la jefa formal de gobierno obedece órdenes aunque no le gusten y apechuga responsabilidades que en realidad se toman desde Palacio Nacional.
Comprensiblemente, dicha baja sustantiva en la cosecha de votos afecta las aspiraciones presidenciales de SHEIMBAUM pero (sobre todo) representa un severo voto de castigo, una vigorosa reprimenda ciudadana contra el verdadero jefe de la ciudad, LÓPEZ OBRADOR.
De aquí su narrativa rencorosa de esta semana contra la clase media que votó por otros partidos, porque siente en carne propia el agravio. Sabe que el desdén de las urnas va encausado directamente a su persona.
En segundo término habría que considerar como una noticia de gravedad menor el retroceso que sufrieron MORENA y sus aliados en la Cámara Baja.
Ciertamente, perdieron más curules de las que los encuestadores esperaban (más de medio centenar), aunque siguen conservando el número mágico de “la mitad más uno”.
Lo cual les permitirá despachar con celeridad asuntos de rutina, necesitando solamente de alianzas para temas específicos que requieran votaciones mayores, como es el caso de las reformas constitucionales.
Noticia mala pero soportable, sobre todo si recordamos que en todo el mundo los partidos gobernantes suelen perder asientos legislativos durante sus elecciones intermedias.
MORENA no fue la excepción, aunque en su caso se trata de una pérdida relativa que le permite seguir contando con operatividad básica en San Lázaro.
En tercero, el partido oficial encontró el mayor de sus éxitos en la lucha regional, la elección de gubernaturas, pero también congresos locales y ayuntamientos, como es el caso de Tamaulipas.
Éxito innegable que no solo compensa las pérdidas referidas en los dos incisos anteriores, sino que además otorga a MORENA su anhelada y varias veces pospuesta proyección territorial.
Hasta antes del reciente cotejo, el partido de AMLO tenía siete gubernaturas, a saber:
Baja California (JAIME BONILLA), Chiapas (RUTILIO ESCANDÓN), CDMX (CLAUDIA SHEINBAUM), Morelos (CUAUHTÉMOC BLANCO), Puebla (MIGUEL BARBOSA), Tabasco (ADÁN LÓPEZ) y Veracruz (CUITLÁHUAC GARCÍA).
A dicha cifra (siete) habría que añadir diez de las once que MORENA ganó ahora, porque en Baja California el mismo partido repitió triunfo.
Las nuevas gubernaturas bajo control de MORENA serían:
Baja California (MARINA DEL PILAR ÁVILA), Baja California Sur (VICTOR MANUEL CASTRO), Campeche (LAYDA SANSORES), Colima (INDIRA VIZCAINO), Guerrero (EVELYN SALGADO), Michoacán (ALFREDO RAMÍREZ), Nayarit (MIGUEL ÁNGEL NAVARRO), Sinaloa (RUBÉN ROCHA), Sonora (ALFONSO DURAZO), Tlaxcala (LORENA CUÉLLAR) y Zacatecas (DAVID MONREAL).
En total, entre haberes previos y nuevas conquistas, MORENA sumaría la insólita cantidad de 17 gubernaturas. Proporción similar a la que tuvo el PRI en la primera década del siglo. Ningún otro partido ha tenido tantas, ni el PAN, ni el PRD en sus mejores épocas.
A lo cuál habría que agregar (salvo cambios de última hora) las mayorías legislativas en los congresos locales de Baja California , Baja California Sur, Campeche, Chihuahua, CDMX, Colima, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, Morelos, Nayarit, Oaxaca, Puebla, Sinaloa, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Tlaxcala y Veracruz.
Por lo pronto, un torrente de personajes nuevos o poco conocidos irrumpe de golpe en el escenario nacional, noticias, redes, primeras planas. Profesionistas, pequeños empresarios, cada día más gente nacida en los años setentas y ochentas.
Tan solo en el renglón de las gubernaturas, donde antes de junio solamente hubo una mujer (SHEINBAUM, CDMX), ¡llegan seis más!. Leyó usted bien.
Las cinco de MORENA arriba mencionadas (MARINA, LAYDA, INDIRA, EVELYN y LORENA), más una del PAN en Chihuahua (MARÍA EUGENIA CAMPOS).
Resultados dispares, triunfos y derrotas en paralelo. Como estratos geológicos dentro del propio MORENA, el sedimento más antiguo (el del obradorismo propiamente dicho) resulta ser el más golpeado, el desgastado, el perdedor.
Tanto el revés legislativo nacional como el naufragio electoral en la CDMX son fracasos muy personales del presidente LÓPEZ OBRADOR.
En contrapartida, los triunfos en provincia deben acreditarse a las bases y dirigencias locales de MORENA. El tigre que finalmente despertó y ya opera con creciente autonomía de su domador inicial.
Al paso del tiempo, a medida en que la lucha sucesoria sacuda con mayor urgencia al régimen, la nueva fuerza territorial de este partido se irá expresando con la mirada puesta hacia el futuro próximo, 2024 y más allá.
Ese mediano plazo donde ya no caben AMLO ni sus mañaneras, donde el obradorismo empieza a lucir obsoleto y deberá ser purgado para que MORENA viva y se consolide como institución partidista, capaz de operar con total autonomía respecto al rústico caudillo que le dio origen.
Su nuevo dominio territorial es acaso la noticia más relevante de la elección y nos indica la existencia de una formación política emergente, ante la cual ni el PRI ni el PAN parecen estar preparados.
La espera parece haber terminado, el movimiento está dando pasos para convertirse en partido. Hay mucho por ver, esto apenas empieza.