Cd.
Victoria.- Hay varias guerras en
curso, aparejadas al proceso eleccionario. En el vecino estado de Nuevo León,
el equipo obradorista ha decidido torpedear a dos candidatos punteros, SAMUEL
GARCÍA SEPÚLVEDA de Movimiento Ciudadano (MC) y ADRIÁN DE LA GARZA SANTOS, del Partido
Revolucionario Institucional (PRI).
Embestida no exenta de rarezas que suscitan preguntas. Refiero algunas:
(1) ¿Habrá pensado el presidente LÓPEZ OBRADOR en la posibilidad de un efecto inverso y que los candidatos afectados se crezcan al castigo, en lugar de perder puntaje?
(2) ¿Tiene sustento dejarle el problema a la Fiscalía General de la República (FGR) cuando sabemos que ambos casos caen dentro de las competencias del TRIFE y el INE?
(3) ¿Tiene caso renunciar a su condición neutral y meter las manos de lleno a un proceso electoral francamente perdido, buscando defender a una candidata irrescatable como es CLARA LUZ FLORES, abanderada de MORENA?
Una encuesta de MASSIVE CALLER publicada el 7 de mayo pasado (a un mes de la elección) ubica a CLARITA con 19.7% en la intención del voto, muy atrás de SAMUEL (34.2%) y de ADRIÁN (21.7%).
(4) ¿Tiene futuro, materia de investigación, el caso que hoy se maneja contra ADRIÁN, a quien se pretende juzgar por una promesa de campaña (tarjetas de apoyo) que una decena de candidatos a alcaldes y gobernadores están manejando en paralelo?, ¿hasta dónde podría llegar una investigación que en otro tiempo ha sido desechada, sentando con ello jurisprudencia?
(5) Finalmente, en el caso más sustancioso, el de SAMUEL, su estrafalario gasto de campaña (inmenso, desde que compitió para el senado), ¿qué les impidió investigarlo antes, a partir de esos nexos familiares tan directos con grupos delincuenciales de la llamada frontera chica tamaulipeca?
MALAS COMPAÑÍAS
En fecha muy reciente circularon de nuevo las imágenes de su padre, el presunto empresario SAMUEL GARCÍA MASCORRO junto a personajes de la delincuencia organizada oriundos del poblado Guardados de Abajo, en el municipio de Camargo, Tamaulipas.
Nexos que fueron revelados por el diario EL UNIVERSAL desde mayo del 2018 y retomados este año por medios regionales, en razón de las campañas.
Destaca, en concreto, el jefe delictivo GILBERTO GARCÍA MENA, el “June", capturado el 9 de abril del año 2001, en un operativo mixto de SEDENA y PGR donde le decomisaron un tráiler con dos toneladas de marihuana.
Con cierta sagacidad, el abanderado de Movimiento Ciudadano ha dicho que tales fotos nada prueban pues GILBERTO GARCÍA, el “June”, es un pariente lejano de su padre, razón por la cual aparecen en una convivencia familiar.
Pero no es lo más grave. Entre las fotografías que se calcula fueron tomadas en los años 90s, aparecen los padres de SAMUEL (y el propio candidato, apenas un niño) junto a un personaje de mucho mayor relevancia dentro del universo criminal como es HECTOR (el “H”) BELTRÁN LEYVA.
La memoria ayuda. En aquel tiempo la prensa regiomontana publicó un análisis sobre el papel que jugaba un hombre como GILBERTO en la trama delictiva de ambos estados, Nuevo León y Tamaulipas (“Tenía el June base regia”, 13 de mayo de 2001, EL Norte).
Siendo originario de Camargo, el “June” se había mudado a Monterrey, para instalarse en el fraccionamiento residencial Colinas de San Jerónimo, donde se hacía pasar como un rico ganadero, es decir, “un regio más”, dueño también de bodegas industriales.
Ya para aquellos años era conocida la migración de jefes narcos de la frontera a la ciudad de Monterrey y municipalidades aledañas, bastante más seguras que las de Tamaulipas.
La pujanza de la capital neoleonesa y su intensa actividad empresarial hacen más fácil disimular fortunas y pasar como tranquilos hombres de negocios, sin llamar demasiado la atención.
En ese marcado esfuerzo por ocultar su origen tamaulipeco y presentarse como regiomontanos honorables, encajaría también la familia del joven senador SAMUEL GARCÍA SEPÚLVEDA, candidato puntero a la gubernatura.
COMEDIANTE EN CAMPAÑA
Observe usted su artificioso empeño por adoptar y magnificar los modos y expresiones de los juniors regiomontanos. Gestos y tono de voz tan puntuales que parecen calculados, estudiados con disciplina de actor.
Lo cuál resulta alarmante si nos empezamos a preguntar qué clase de persona se esconde tras la máscara y más allá de la simulación. Quién es realmente el gesticulador que hoy se abalanza con tanta fuerza sobre el más alto cargo político de Nuevo León.
Una máscara, en efecto, cuidadosamente pulida, con una larga secuela de torpezas deliberadas que le permiten vender una imagen de autenticidad que no tiene.
¿Tontito pero sincero?... ¡Ajá!... Sepa usted que SAMUEL nació el Día de los Inocentes, diciembre 28 de 1987. Hay en su perfil un gusto temprano por los reflectores que incluye la conducción de un programa televisivo juvenil en el canal 28 reynero.
A sus 34 años va por su tercer cargo de elección popular, después de haber sido senador y diputado local plurinominal.
Su currícula habla de presuntos estudios profesionales en derecho y finanzas, una maestría en derecho público y tres doctorados (¡tres!) en política pública, derecho fiscal y derecho constitucional, que han sido puestos en duda por medios que lo acusan de falsificar documentación.
Le reclaman también su doble moral. En ocasiones esa máscara de muchacho voluntarioso y bien intencionado se agrieta y entonces asoma el verdadero SAMUEL.
El político que predica contra el consumo de bebidas embriagantes sorprendido luego ingiriendo alcohol. El líder igualitario que de repente usa la palabra “gato” para referirse a un empleado doméstico.
Y ese deseo recurrente de lograr sus metas a golpes de dinero, a menudo con resultados erráticos, como el regalar “una tonelada de croquetas” a la asociación “Manitas Pintando Arcoíris”, pensando que sería un refugio para animales, cuando en realidad se trataba de una asociación que ayuda a niños con cáncer.
O cuando su acompañante le dice que van al poblado de Pesquería y se expresa feliz de visitar una pescadería.
Aunque lo más grave y sospechoso es el derroche que acompaña su vida como presunto empresario. Lo cuál involucra de lleno a su gasto electoral.
Con ingenuidad se ha dicho que su liderazgo en las encuestas se debe a que supo hacer “clic” con el sector de votantes denominado “milenials”. En efecto, acaso le ayude ese temple hablantín, la interminable cauda de barbaridades que ha logrado legitimar como síntomas de presunta “autenticidad”.
Pero el verdadero factor que explica su impacto mediático descansa en su brutal dispendio en propaganda. Toneladas de dinero. Recurso sin límites, mucho, demasiado, que nos lleva a insistir sobre su verdadera identidad.
Quién es realmente, de dónde viene este personaje por demás atípico. Y si en verdad hay una historia de éxito empresarial en esa familia o la explicación final se encuentra escondida en un oscuro rincón de Camargo, con apenas medio millar de habitantes, llamado Guardados de Abajo, Tamaulipas.
Embestida no exenta de rarezas que suscitan preguntas. Refiero algunas:
(1) ¿Habrá pensado el presidente LÓPEZ OBRADOR en la posibilidad de un efecto inverso y que los candidatos afectados se crezcan al castigo, en lugar de perder puntaje?
(2) ¿Tiene sustento dejarle el problema a la Fiscalía General de la República (FGR) cuando sabemos que ambos casos caen dentro de las competencias del TRIFE y el INE?
(3) ¿Tiene caso renunciar a su condición neutral y meter las manos de lleno a un proceso electoral francamente perdido, buscando defender a una candidata irrescatable como es CLARA LUZ FLORES, abanderada de MORENA?
Una encuesta de MASSIVE CALLER publicada el 7 de mayo pasado (a un mes de la elección) ubica a CLARITA con 19.7% en la intención del voto, muy atrás de SAMUEL (34.2%) y de ADRIÁN (21.7%).
(4) ¿Tiene futuro, materia de investigación, el caso que hoy se maneja contra ADRIÁN, a quien se pretende juzgar por una promesa de campaña (tarjetas de apoyo) que una decena de candidatos a alcaldes y gobernadores están manejando en paralelo?, ¿hasta dónde podría llegar una investigación que en otro tiempo ha sido desechada, sentando con ello jurisprudencia?
(5) Finalmente, en el caso más sustancioso, el de SAMUEL, su estrafalario gasto de campaña (inmenso, desde que compitió para el senado), ¿qué les impidió investigarlo antes, a partir de esos nexos familiares tan directos con grupos delincuenciales de la llamada frontera chica tamaulipeca?
MALAS COMPAÑÍAS
En fecha muy reciente circularon de nuevo las imágenes de su padre, el presunto empresario SAMUEL GARCÍA MASCORRO junto a personajes de la delincuencia organizada oriundos del poblado Guardados de Abajo, en el municipio de Camargo, Tamaulipas.
Nexos que fueron revelados por el diario EL UNIVERSAL desde mayo del 2018 y retomados este año por medios regionales, en razón de las campañas.
Destaca, en concreto, el jefe delictivo GILBERTO GARCÍA MENA, el “June", capturado el 9 de abril del año 2001, en un operativo mixto de SEDENA y PGR donde le decomisaron un tráiler con dos toneladas de marihuana.
Con cierta sagacidad, el abanderado de Movimiento Ciudadano ha dicho que tales fotos nada prueban pues GILBERTO GARCÍA, el “June”, es un pariente lejano de su padre, razón por la cual aparecen en una convivencia familiar.
Pero no es lo más grave. Entre las fotografías que se calcula fueron tomadas en los años 90s, aparecen los padres de SAMUEL (y el propio candidato, apenas un niño) junto a un personaje de mucho mayor relevancia dentro del universo criminal como es HECTOR (el “H”) BELTRÁN LEYVA.
La memoria ayuda. En aquel tiempo la prensa regiomontana publicó un análisis sobre el papel que jugaba un hombre como GILBERTO en la trama delictiva de ambos estados, Nuevo León y Tamaulipas (“Tenía el June base regia”, 13 de mayo de 2001, EL Norte).
Siendo originario de Camargo, el “June” se había mudado a Monterrey, para instalarse en el fraccionamiento residencial Colinas de San Jerónimo, donde se hacía pasar como un rico ganadero, es decir, “un regio más”, dueño también de bodegas industriales.
Ya para aquellos años era conocida la migración de jefes narcos de la frontera a la ciudad de Monterrey y municipalidades aledañas, bastante más seguras que las de Tamaulipas.
La pujanza de la capital neoleonesa y su intensa actividad empresarial hacen más fácil disimular fortunas y pasar como tranquilos hombres de negocios, sin llamar demasiado la atención.
En ese marcado esfuerzo por ocultar su origen tamaulipeco y presentarse como regiomontanos honorables, encajaría también la familia del joven senador SAMUEL GARCÍA SEPÚLVEDA, candidato puntero a la gubernatura.
COMEDIANTE EN CAMPAÑA
Observe usted su artificioso empeño por adoptar y magnificar los modos y expresiones de los juniors regiomontanos. Gestos y tono de voz tan puntuales que parecen calculados, estudiados con disciplina de actor.
Lo cuál resulta alarmante si nos empezamos a preguntar qué clase de persona se esconde tras la máscara y más allá de la simulación. Quién es realmente el gesticulador que hoy se abalanza con tanta fuerza sobre el más alto cargo político de Nuevo León.
Una máscara, en efecto, cuidadosamente pulida, con una larga secuela de torpezas deliberadas que le permiten vender una imagen de autenticidad que no tiene.
¿Tontito pero sincero?... ¡Ajá!... Sepa usted que SAMUEL nació el Día de los Inocentes, diciembre 28 de 1987. Hay en su perfil un gusto temprano por los reflectores que incluye la conducción de un programa televisivo juvenil en el canal 28 reynero.
A sus 34 años va por su tercer cargo de elección popular, después de haber sido senador y diputado local plurinominal.
Su currícula habla de presuntos estudios profesionales en derecho y finanzas, una maestría en derecho público y tres doctorados (¡tres!) en política pública, derecho fiscal y derecho constitucional, que han sido puestos en duda por medios que lo acusan de falsificar documentación.
Le reclaman también su doble moral. En ocasiones esa máscara de muchacho voluntarioso y bien intencionado se agrieta y entonces asoma el verdadero SAMUEL.
El político que predica contra el consumo de bebidas embriagantes sorprendido luego ingiriendo alcohol. El líder igualitario que de repente usa la palabra “gato” para referirse a un empleado doméstico.
Y ese deseo recurrente de lograr sus metas a golpes de dinero, a menudo con resultados erráticos, como el regalar “una tonelada de croquetas” a la asociación “Manitas Pintando Arcoíris”, pensando que sería un refugio para animales, cuando en realidad se trataba de una asociación que ayuda a niños con cáncer.
O cuando su acompañante le dice que van al poblado de Pesquería y se expresa feliz de visitar una pescadería.
Aunque lo más grave y sospechoso es el derroche que acompaña su vida como presunto empresario. Lo cuál involucra de lleno a su gasto electoral.
Con ingenuidad se ha dicho que su liderazgo en las encuestas se debe a que supo hacer “clic” con el sector de votantes denominado “milenials”. En efecto, acaso le ayude ese temple hablantín, la interminable cauda de barbaridades que ha logrado legitimar como síntomas de presunta “autenticidad”.
Pero el verdadero factor que explica su impacto mediático descansa en su brutal dispendio en propaganda. Toneladas de dinero. Recurso sin límites, mucho, demasiado, que nos lleva a insistir sobre su verdadera identidad.
Quién es realmente, de dónde viene este personaje por demás atípico. Y si en verdad hay una historia de éxito empresarial en esa familia o la explicación final se encuentra escondida en un oscuro rincón de Camargo, con apenas medio millar de habitantes, llamado Guardados de Abajo, Tamaulipas.