Cd. Victoria, Tam.- Meterse con ¿la generación equivocada?... Nada mejor que los tiempos electorales para generar frases estrambóticas, injertos novedosos, extrapolaciones de la epopeya popular, la cultura televisiva, las canciones, el cine, la moda y hasta la lucha libre.
Locuciones de doble filo y algún riesgo para quienes las formulan. Tal expresión habla de un error y podría ser entendida al menos de dos formas:
(1) Donde el equivocado es quien adopta una conducta calificada como errónea respecto a tal o cual persona, generación, grupo o partido. Desafía con ello a un adversario con capacidad superior de respuesta, por lo cual se le avisa que ello tendrá consecuencias.
Decirle algo como: “soy peligroso, no te metas conmigo, ten cuidado, te puede ir muy mal”, buscando disuadir al contrario y notificarle, en calidad de amago, que la respuesta podría ser muy severa.
2) Sin embargo, hay una segunda interpretación. Una lectura inversa, dónde el error descansa directamente en quien formula la frase. El equivocado sería el sujeto pasivo (el candidato, la generación).
El significado entonces cambia diametralmente. La amenaza se vuelve contra quien la formula, le cae como etiqueta. El reclamo observa un efecto bumerang.
EL REBOTE
En el caso de Movimiento Ciudadano ¿Quién es el equivocado, entonces?... Pudiera ser el propio candidato JORGE ÁLVAREZ MÁYNEZ, pero también la generación que dice representar y los activistas que le acompañan y, al decirlo, se tipifican.
Parece autogol, en efecto. Una lectura literal indicaría que los equivocados son ellos: JORGE, SAMUEL y MARIANA. La semántica también juega, ciencia del significado.
Esos coletazos que de tiempo en tiempo nos propina el lenguaje cuando hacemos un uso burdo del mismo. Juego de espejos. Lo que argumentas contra otro, sin querer lo esgrimes contra tu persona, te descalifica. Rebota en automático para convertirse en insulto, solo que en boca propia.
Pero aun tomando dicho eslogan en su intención original (es decir, como advertencia: “se metieron con nosotros y esto les va a pesar”) su base moral es muy endeble. Equivale a una amenaza emplazada desde una posición de presunta superioridad. Despide un tufo a prepotencia, insulto gratuito.
Y carece de sustento racional. Determinismo barato: ¿hay generaciones mejores que otras?, ¿por ser JORGE un “Millenial” será (en automático) mejor que sus predecesores?
NUEVO Y VIEJO
Ciertamente, al haber nacido entre 1981 y 1996, los tres personajes principales de esta historia son “Millenials”, JORGE (1985), SAMUEL (1987) y MARIANA (1995). De aquí su desprecio a las generaciones previas, en tono (además) excluyente. Mera fanfarronada, sin autoridad moral.
Aunque la invectiva les rebota en pleno rostro, se les regresa. Su jefe político DANTE DELGADO nació en 1950, lo cual lo ubicaría como un “Baby Boomer” (los nacidos entre 1946 y 1964).
Grupo al que pertenece la recién nombrada coordinadora de la campaña PATRICIA MERCADO (1957). Pero también GUSTAVO CÁRDENAS (1958) y hasta ARTURO DIEZ (1962).
La discriminación también ofende a miembros de la llamada Generación X (los nacidos entre 1965 y 1980) a la que pertenecen personalidades como IVONNE ORTEGA (1972) y ENRIQUE ALFARO (1973).
Como dato adicional, hay dos grupos posteriores a los “Millenials”, identificados ahora como “Generación Z” (1997-2012) y “Generación Alfa” (de 2013 a la fecha).
Para cualquier análisis serio, todo este tinglado tiene un valor muy relativo pues agrupa a la gente por edades, en función de los sucesos históricos, cambios culturales y avances tecnológicos que han vivido.
Pero su aplicación tiene límites. Sin importar el año de nacimiento, hay (1) gente joven con ideas viejas, obsoletas, cerradas y también (2) gente vieja con ideas nuevas, vigentes, libres.
Amén de que dicha clasificación se atiene a estereotipos. Son palabras de brocha gorda que acaso ilustren tendencias interesantes para los vendedores de colchones, zapatos, papas fritas o detergentes.
Pero carecen de validez sustantiva en materia política. Afirmaciones fáciles que ignoran la existencia de variables geográficas o socioeconómicas.
Y BUENO…
Para fines propagandísticos (y dada la fugacidad de las campañas) frases así de ligeras pueden tener alguna utilidad práctica. Son fáciles de aprender, la gente las repite por moda o chistorete, con diversos grados de seriedad, aunque no las crean del todo, por novedad, simple inercia.
Sobre todo si resultan pegajosas y se venden empaquetadas en una colección de efectos sonoros, trucos audiovisuales y recursos teatrales que (para ahorrar tiempo y esfuerzo) le apuestan a la hipnosis en vez de procurar el convencimiento.
Pero tienen vida de mariposa. Forman parte de una narrativa chatarra que jamás servirá para gobernar y cuya función se reduce a simple coartada con el único propósito de emboscar incautos. Engordar urnas sin que exista compromiso real.
Malabarismos mentales que tampoco pertenecen al reino de las ideas, la reflexión, el diagnóstico o la propuesta, sino al vocabulario de las ventas, el espectáculo, el showbiz. No necesitan inyectar ideas, solo inducir estados de ánimo que culminen en la elección adecuada frente a la boleta electoral.
Estridencias huecas, andamiajes, como una carpa de circo que se instala de un día para otro y con la misma rapidez se desmonta cuando deja de ser necesaria, sin dejar mayor rastro. Y cabe aquí el contrasentido, por huella queda el vacío.
Locuciones de doble filo y algún riesgo para quienes las formulan. Tal expresión habla de un error y podría ser entendida al menos de dos formas:
(1) Donde el equivocado es quien adopta una conducta calificada como errónea respecto a tal o cual persona, generación, grupo o partido. Desafía con ello a un adversario con capacidad superior de respuesta, por lo cual se le avisa que ello tendrá consecuencias.
Decirle algo como: “soy peligroso, no te metas conmigo, ten cuidado, te puede ir muy mal”, buscando disuadir al contrario y notificarle, en calidad de amago, que la respuesta podría ser muy severa.
2) Sin embargo, hay una segunda interpretación. Una lectura inversa, dónde el error descansa directamente en quien formula la frase. El equivocado sería el sujeto pasivo (el candidato, la generación).
El significado entonces cambia diametralmente. La amenaza se vuelve contra quien la formula, le cae como etiqueta. El reclamo observa un efecto bumerang.
En el caso de Movimiento Ciudadano ¿Quién es el equivocado, entonces?... Pudiera ser el propio candidato JORGE ÁLVAREZ MÁYNEZ, pero también la generación que dice representar y los activistas que le acompañan y, al decirlo, se tipifican.
Parece autogol, en efecto. Una lectura literal indicaría que los equivocados son ellos: JORGE, SAMUEL y MARIANA. La semántica también juega, ciencia del significado.
Esos coletazos que de tiempo en tiempo nos propina el lenguaje cuando hacemos un uso burdo del mismo. Juego de espejos. Lo que argumentas contra otro, sin querer lo esgrimes contra tu persona, te descalifica. Rebota en automático para convertirse en insulto, solo que en boca propia.
Pero aun tomando dicho eslogan en su intención original (es decir, como advertencia: “se metieron con nosotros y esto les va a pesar”) su base moral es muy endeble. Equivale a una amenaza emplazada desde una posición de presunta superioridad. Despide un tufo a prepotencia, insulto gratuito.
Y carece de sustento racional. Determinismo barato: ¿hay generaciones mejores que otras?, ¿por ser JORGE un “Millenial” será (en automático) mejor que sus predecesores?
Ciertamente, al haber nacido entre 1981 y 1996, los tres personajes principales de esta historia son “Millenials”, JORGE (1985), SAMUEL (1987) y MARIANA (1995). De aquí su desprecio a las generaciones previas, en tono (además) excluyente. Mera fanfarronada, sin autoridad moral.
Aunque la invectiva les rebota en pleno rostro, se les regresa. Su jefe político DANTE DELGADO nació en 1950, lo cual lo ubicaría como un “Baby Boomer” (los nacidos entre 1946 y 1964).
Grupo al que pertenece la recién nombrada coordinadora de la campaña PATRICIA MERCADO (1957). Pero también GUSTAVO CÁRDENAS (1958) y hasta ARTURO DIEZ (1962).
La discriminación también ofende a miembros de la llamada Generación X (los nacidos entre 1965 y 1980) a la que pertenecen personalidades como IVONNE ORTEGA (1972) y ENRIQUE ALFARO (1973).
Como dato adicional, hay dos grupos posteriores a los “Millenials”, identificados ahora como “Generación Z” (1997-2012) y “Generación Alfa” (de 2013 a la fecha).
Para cualquier análisis serio, todo este tinglado tiene un valor muy relativo pues agrupa a la gente por edades, en función de los sucesos históricos, cambios culturales y avances tecnológicos que han vivido.
Pero su aplicación tiene límites. Sin importar el año de nacimiento, hay (1) gente joven con ideas viejas, obsoletas, cerradas y también (2) gente vieja con ideas nuevas, vigentes, libres.
Amén de que dicha clasificación se atiene a estereotipos. Son palabras de brocha gorda que acaso ilustren tendencias interesantes para los vendedores de colchones, zapatos, papas fritas o detergentes.
Pero carecen de validez sustantiva en materia política. Afirmaciones fáciles que ignoran la existencia de variables geográficas o socioeconómicas.
Para fines propagandísticos (y dada la fugacidad de las campañas) frases así de ligeras pueden tener alguna utilidad práctica. Son fáciles de aprender, la gente las repite por moda o chistorete, con diversos grados de seriedad, aunque no las crean del todo, por novedad, simple inercia.
Sobre todo si resultan pegajosas y se venden empaquetadas en una colección de efectos sonoros, trucos audiovisuales y recursos teatrales que (para ahorrar tiempo y esfuerzo) le apuestan a la hipnosis en vez de procurar el convencimiento.
Pero tienen vida de mariposa. Forman parte de una narrativa chatarra que jamás servirá para gobernar y cuya función se reduce a simple coartada con el único propósito de emboscar incautos. Engordar urnas sin que exista compromiso real.
Malabarismos mentales que tampoco pertenecen al reino de las ideas, la reflexión, el diagnóstico o la propuesta, sino al vocabulario de las ventas, el espectáculo, el showbiz. No necesitan inyectar ideas, solo inducir estados de ánimo que culminen en la elección adecuada frente a la boleta electoral.
Estridencias huecas, andamiajes, como una carpa de circo que se instala de un día para otro y con la misma rapidez se desmonta cuando deja de ser necesaria, sin dejar mayor rastro. Y cabe aquí el contrasentido, por huella queda el vacío.