Cd.
Victoria, Tam.- Segundo
y último round, con la ausencia del candidato morenista AMÉRICO VILLARREAL
ANAYA, cruzaron sables los abanderados del PAN y MC, CESAR AUGUSTO VERÁSTEGUI
OSTOS y ARTURO DIEZ GUTIÉRREZ NAVARRO.
Menos descalificaciones, en efecto, bajaron también los ataques personales, aunque se agudizó esa notable desproporción entre la estatura política de VERÁSTEGUI OSTOS y la pobreza discursiva de DIEZ GUTIÉRREZ.
Ejemplos habría muchos. Cuando el dos veces alcalde de Xicoténcatl rememora sus programas municipales de impacto social, la temática es amplia y diversificada. Experiencias dignas de ser contadas.
El exalcalde de Victoria, en cambio, insiste en cacarear como si fuera mérito propio la instalación de las tiendas Liverpool y Office Depot. Ello, como si la estrategia de mercado de firmas tan importantes fuera susceptible al exhorto de una autoridad local.
Y más cuando la opinión pública cueruda sabe de sobra que si alguna promoción hubo, esta vino del gobierno estatal, entonces a cargo de EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES.
Que ahora ARTURO se la adjudique lo equipara con la mosca trepada en la yunta (o en la trompa del tractor) que dice “vamos arando”.
Y, aunque parezca increíble, el candidato del partido naranja reincidió en la tan criticada cantaleta de sus presuntos viajes por los 43 municipios.
Quienes hemos observado en las últimas décadas la narrativa electoral (local, estatal, nacional) identificamos de inmediato esos anecdotarios ficticios que los asesores incorporan (a manera de script, guion predigerido) para que los candidatos los cuenten como supuestas vivencias.
A este tipo de falacias pertenecen los dichos del chico DIEZ sobre sus fantasiosos encuentros en colonias o comunidades rurales con víctimas de la pobreza, el abandono, el desempleo o la violencia.
Son historias que se reciclan en todas las campañas para vender la idea de que el abanderado de tal o cual partido escucha el llanto de los humildes, pone atención al dolor de quienes no tienen voz y ofrece esperanza a los desesperados.
La madre que llora, el niño sin escuela, el abuelo enfermo. Todo es prefabricado. No es necesario que ocurra, lo escriben por sistema los redactores del llamado “cuarto de guerra” y así deberá contarlo el susodicho, como añadido a su estribillo infame de “los 43 municipios” recorridos.
Sus asesores se lo entregan ya masticadito. Aunque justo es decir que para ello hay que aprenderlo bien, es decir, estudiarlo. En el caso presente, la exposición tan repetitiva y mecánica le restó toda credibilidad.
¿Qué ocurrió este domingo?... El “Truko” VERÁSTEGUI dio continuidad a su oferta madura de gobierno, avanzando en la propuesta programática que ha venido exponiendo desde su anterior debate y en todo su recorrido por la entidad.
Por el contrario, el chico DIEZ no hizo más que reiterar lugares comunes (verdaderos refritos) de otras campañas y partidos. Semanas atrás lo habíamos visto apropiarse de frases ajenas como el “yo tengo otros datos” de LÓPEZ OBRADOR.
Ahora, en este segundo debate propuso un gobierno “cercano a la gente”, frase común que se remonta a los tiempos de TOMÁS YARRINGTON.
Lo cierto es que ARTURO no da para más. Su narrativa es un prontuario de ocurrencias y frases alegres. Es el estilo de SAMUEL GARCÍA SEPÚLVEDA, aunque con una diferencia abismal en materia de eficacia. Son los modales, también, de GUSTAVO CÁRDENAS.
El lenguaje bronco, directo, tosco, de quien habla de frente, al chile, categórico y tajante, aunque huérfano de neuronas, ajeno a lecturas, principios, ideales, doctrina. Sin diagnóstico ni propuestas reales, nomás le faltó la escoba. Simulación pura en los tres casos, ARTURO, GUSTAVO y SAMUEL.
En suma, la ausencia de AMÉRICO le restó competitividad al debate. El evento queda para la memoria de la política regional como una pelea dispareja donde el “Truko” operó a sus anchas y sin adversario, ante un rival confuso y errático que jamás entró en materia ni dijo algo que mereciera ser rebatido.
Al concluir el programa me permití comentar en redes sociales (#Facebook, #Twitter) que el “hablar con aplomo no es garantía de preparación o inteligencia. Aún la ignorancia más supina puede venir disfrazada de firmeza.”
Menos descalificaciones, en efecto, bajaron también los ataques personales, aunque se agudizó esa notable desproporción entre la estatura política de VERÁSTEGUI OSTOS y la pobreza discursiva de DIEZ GUTIÉRREZ.
Ejemplos habría muchos. Cuando el dos veces alcalde de Xicoténcatl rememora sus programas municipales de impacto social, la temática es amplia y diversificada. Experiencias dignas de ser contadas.
El exalcalde de Victoria, en cambio, insiste en cacarear como si fuera mérito propio la instalación de las tiendas Liverpool y Office Depot. Ello, como si la estrategia de mercado de firmas tan importantes fuera susceptible al exhorto de una autoridad local.
Y más cuando la opinión pública cueruda sabe de sobra que si alguna promoción hubo, esta vino del gobierno estatal, entonces a cargo de EUGENIO HERNÁNDEZ FLORES.
Que ahora ARTURO se la adjudique lo equipara con la mosca trepada en la yunta (o en la trompa del tractor) que dice “vamos arando”.
Y, aunque parezca increíble, el candidato del partido naranja reincidió en la tan criticada cantaleta de sus presuntos viajes por los 43 municipios.
Quienes hemos observado en las últimas décadas la narrativa electoral (local, estatal, nacional) identificamos de inmediato esos anecdotarios ficticios que los asesores incorporan (a manera de script, guion predigerido) para que los candidatos los cuenten como supuestas vivencias.
A este tipo de falacias pertenecen los dichos del chico DIEZ sobre sus fantasiosos encuentros en colonias o comunidades rurales con víctimas de la pobreza, el abandono, el desempleo o la violencia.
Son historias que se reciclan en todas las campañas para vender la idea de que el abanderado de tal o cual partido escucha el llanto de los humildes, pone atención al dolor de quienes no tienen voz y ofrece esperanza a los desesperados.
La madre que llora, el niño sin escuela, el abuelo enfermo. Todo es prefabricado. No es necesario que ocurra, lo escriben por sistema los redactores del llamado “cuarto de guerra” y así deberá contarlo el susodicho, como añadido a su estribillo infame de “los 43 municipios” recorridos.
Sus asesores se lo entregan ya masticadito. Aunque justo es decir que para ello hay que aprenderlo bien, es decir, estudiarlo. En el caso presente, la exposición tan repetitiva y mecánica le restó toda credibilidad.
¿Qué ocurrió este domingo?... El “Truko” VERÁSTEGUI dio continuidad a su oferta madura de gobierno, avanzando en la propuesta programática que ha venido exponiendo desde su anterior debate y en todo su recorrido por la entidad.
Por el contrario, el chico DIEZ no hizo más que reiterar lugares comunes (verdaderos refritos) de otras campañas y partidos. Semanas atrás lo habíamos visto apropiarse de frases ajenas como el “yo tengo otros datos” de LÓPEZ OBRADOR.
Ahora, en este segundo debate propuso un gobierno “cercano a la gente”, frase común que se remonta a los tiempos de TOMÁS YARRINGTON.
Lo cierto es que ARTURO no da para más. Su narrativa es un prontuario de ocurrencias y frases alegres. Es el estilo de SAMUEL GARCÍA SEPÚLVEDA, aunque con una diferencia abismal en materia de eficacia. Son los modales, también, de GUSTAVO CÁRDENAS.
El lenguaje bronco, directo, tosco, de quien habla de frente, al chile, categórico y tajante, aunque huérfano de neuronas, ajeno a lecturas, principios, ideales, doctrina. Sin diagnóstico ni propuestas reales, nomás le faltó la escoba. Simulación pura en los tres casos, ARTURO, GUSTAVO y SAMUEL.
En suma, la ausencia de AMÉRICO le restó competitividad al debate. El evento queda para la memoria de la política regional como una pelea dispareja donde el “Truko” operó a sus anchas y sin adversario, ante un rival confuso y errático que jamás entró en materia ni dijo algo que mereciera ser rebatido.
Al concluir el programa me permití comentar en redes sociales (#Facebook, #Twitter) que el “hablar con aplomo no es garantía de preparación o inteligencia. Aún la ignorancia más supina puede venir disfrazada de firmeza.”