jueves, 8 de octubre de 2020

AMLO, ¿neosalinista?

Cd. Victoria, Tam.- Son 109 los organismos desaparecidos por iniciativa presidencial y con la aprobación maratónica del Congreso. Proliferan los malos entendidos entre quienes defienden y atracan la medida, en ambas trincheras.
Se antoja (al menos) ridículo que las legiones de bots obradoristas achaquen la existencia de dichos organismos al pasado neoliberal. Atizan la lumbre contra sus opositores.
Andanada pareja en redes contra fifís, machuchones, camajanes, o como se les quiera llamar, etiquetar y condenar en el más sabio dialecto macuspano. En resumen: la culpa es de la derecha.
Solo que la estatolatría es de signo contrario, ¿ya se les olvidó?... Fueron los regímenes populistas de LUIS ECHEVERRÍA y JOSÉ LOPEZ PORTILLO los que se aplicaron con mayor empeño en la tarea de amortiguar reclamos sociales creando oficinas que se encargarían de ellos.
Burocracia y más burocracia distractiva que, a la postre, no resolvía el problema, ni respondía a la necesidad ciudadana. Oiga usted, pero sí cooptaba inconformidades y eventualmente daba chamba a cartuchos quemados, politicastros en retiro y permitía al gobernante en turno posar para la foto algunas veces al año.
Aunque la verdadera clave para entender el asunto de los (hoy agonizantes) fideicomisos, radica en distinguirlos (por sus propósitos, frutos, fines) pues aunque todos hayan sido marcados con la misma etiqueta, su naturaleza y razón de ser varían sustantivamente.
La extinción es lamentable y representa un error muy grave si hablamos de aquellos organismos avocados a la ciencia, el medio ambiente, salud pública, protección civil ante desastres (huracanes, terremotos) o becas para investigación.
Con el debido respeto a los afectados, el enfoque pudiera ser distinto si nos referimos a entidades creadas para apoyar a deportistas de alto rendimiento, financiar a creadores cinematográficos y temas cercanos.
Aquí es donde AMLO se extralimita. Cortó parejo, como lo hizo con tantas cosas, con guarderías, quimioterapias o el suministro de gasolina, en aquella lucha perdida contra las bandas del huachicol.
Decisiones tajantes que son hijas del apremio. No le alcanza el dinero para sus caprichos chauvinistas, como Dos Bocas, Tren Maya y similares.
Y mire usted que el hombre llegó haciendo cortes desde un principio. Aterrizó reduciendo sueldos y recortando nóminas, eliminando ayudantías, pago de asesorías, personal de seguridad, choferes, gastos en vehículos, computadoras, aparatos celulares, viajes, viáticos y seguros privados.
Y no se detiene. Continúa dispensando tarrajazos a diestra y siniestra, más severos que los emprendidos en los años dorados del neoliberalismo. Por citar dos de sus adláteres, CARLOS SALINAS y ERNESTO ZEDILLO deben estar hoy admirados por la profundidad de los cortes.
Mutilaciones drásticas que harían palidecer al mismísimo JACQUES ROGOZINSKI, aquel privatizador en jefe que tuvo SALINAS en la unidad de desincorporación de empresas públicas. Bueno, hasta PEDRO ASPE se sentiría ruborizado por tanta saña.
 
SUEÑOS Y PESADILLAS
Pero resulta que de cualquier manera no le alcanza el dinero. La impresión es que AMLO toma nota puntual de sus sueños, pone por delante sus metas más queridas, ordena que se cumplan y solo hasta entonces averigua si son económicamente sustentables. Hasta que llega la etapa operativa se pregunta por los recursos.
Aquí es donde se agrava el problema (como luego dicen, donde la hembra del porcino enchueca su apéndice trasero)…
¿Qué pasa si los sueños, caprichos, antojos presidenciales rebasan con mucho la capacidad financiera del Estado?...
Se convierten en pesadillas. Procede entonces el arrebato, la orden letal. Que busquen dinero dónde lo haya, escarben hasta debajo de las piedras, corten donde tengan que cortar, porque las decisiones están tomadas y deberán materializarse a rajatabla.
Sus planificadores podrán advertirle que ya no hay grasa por eliminar, pero la orden terminante será seguir adelgazando presupuestos, aunque para ello deban mutilar músculo y trozar hueso, qué caray.
Se está llegando al extremo de privatizar los penales. En septiembre pasado fue anunciado el cierre del CEFERESO ubicado en Puente Grande, Jalisco.
Tras bambalinas se prepara hoy el reemplazo de las penitenciarías federales. Una versión privatizadora, pero con el sello de la #CuatroTe.
Los denominados Centros de Prestación de Servicios (CPS), operados como negocio por grupos empresariales donde habrán de participar figuras de la talla de CARLOS SLIM, OLEGARIO VÁZQUEZ RAÑA y hasta HIPÓLITO GERARD, cuñado de CARLOS SALINAS DE GORTARI.
Constatar esto y también a los grandes apellidos (SLIM, AZCÁRRAGA, SALINAS PLIEGO) beneficiados con las obras principales del régimen (no por concurso, sino por asignación directa) nos lleva a preguntar dónde quedó aquella enjundia de AMLO contra los megaempresarios denunciados en su libro del FOBAPROA y textos subsiguientes.
Al paso del tiempo, el presidente acaba por convencernos que su verdadera intención nunca fue el luchar contra la pretendida “mafia del poder” sino encabezarla alegremente. Servirla y servirse de ella.
Para ser un hombre que se autoproclama de izquierda, se diría que con los superricos se lleva demasiado bien. Con los dinosaurios también (BARTLETT, GORDILLO, ROMERO DESCHAMPS).
Queda claro que el verdadero sujeto de sus odios es la clase media progresista, educada, pensante, que hoy se observa sistemáticamente agredida por sus recurrentes embates contra la prensa, la opinión pública, la academia, el conocimiento y la ciencia, así como los recortes brutales a instituciones de investigación y cultura.
 
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
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