Cd.
Victoria.-
La historia es bien simple. Estamos ante un caso superlativo de fracaso
institucional que incluyó la capitulación de los tres niveles de gobierno ante
el poderío económico del crimen organizado. Punto.
Lo cual significa que carece de
relevancia la cansada ineptitud de JESÚS MURILLO KARAM. O la observación de que
los señores OSORIO y PEÑA compartían alguna suerte de animadversión hacia las
normales rurales.
O si el PRD gobernaba Guerrero en la persona del expriísta ANGEL AGUIRRE RIVERO. O si el ayuntamiento de Iguala, en manos de JOSÉ LUIS ABARCA VELÁZQUEZ, llegó avalado por la Corriente “Nueva Izquierda” de los CHUCHOS, ORTEGA y ZAMBRANO.
Ni siquiera tiene peso que la normal “ISIDRO BURGOS” de Ayotzinapa fuera el alma mater de LUCIO CABAÑAS y GENARO VÁZQUEZ ROJAS, cabecillas guerrilleros en los años sesenta.
Ni que la antigua hacienda de Ayotzinapa fue repartida en tiempos del generalísimo JOSÉ MARÍA MORELOS y un interminable forcejeo por la tierra se libró desde entonces entre campesinos y caciques, para alargarse generaciones después en las sucesivas etapas de BENITO JUÁREZ, EMILIANO ZAPATA y LÁZARO CÁRDENAS.
Hay demasiados añadidos de carácter anecdótico que acaso ilustren, aporten colorido y tornen amena la lectura, pero poco ayudan a entender el episodio central.
Peor todavía, funcionan como distractores en la interpretación del caso, al desviar las miradas hacia detalles sin sustancia. Demasiadas notas de color. En todo caso se trata de datos suplementarios cuya magnificación oscurece el problema.
NEGOCIO GLOBAL
El problema fue estrictamente de negocios, en el sentido más literal del término, tal cual, sin mayores rodeos, dentro de la fría lógica del dinero.
El triángulo dorado de Iguala tiene su historia, desde los tiempos en que los cárteles de Medellín y Cali le marcaban el paso al mercado continental de estupefacientes con figuras legendarias como PABLO ESCOBAR GAVIRIA y la dinastía RODRÍGUEZ OREJUELA.
Negocio brutal, no exento de variables y altibajos en el comportamiento y gustos del consumidor, con determinaciones de orden geopolítico que también juegan un papel importante.
Al cerrar el siglo 20, el Departamento de Estado norteamericano reportó focos rojos en el cono sur y el Caribe. El dinero de la cocaína aceitaba guerrilla en Colombia y gobiernos hostiles al imperio, como el de MANUEL ANTONIO NORIEGA en Panamá.
En su arrebato anticomunista, la Casa Blanca barajaría como presuntos beneficiarios del narcodolar a líderes de izquierda como LULA, CHAVEZ, KIRCHNER, EVO y ORTEGA, entre otros.
Máxime cuando el caudal de la coca arrastró a los cubanos, si recordamos el sonado caso del general ARNALDO OCHOA y el coronel ANTONIO DE LA GUARDIA, funcionarios de élite que acabaron en el paredón, tras un severo juicio de guerra, por asuntos de narcotráfico.
Y hasta contrarrevolucionarios nicaragüenses como EDÉN PASTORA y FERNANDO, “el Negro”, CHAMORRO, cuyos negocios con el narco corren paralelos a la caída de NORIEGA y el juicio por corrupción contra el militar norteamericano OLIVER NORTH.
El origen del recurso es el mismo. El inmenso mercado norteamericano de la droga, dinero suficiente para hacer triangulaciones de todo tipo entre el mundo visible y el invisible; alimentar insurrecciones y patrocinar guerras cuando el congreso limita los recursos.
Preocupación gringa cada vez más evidente. La víbora estaría mordiéndose la cola; sus vicios nutriendo a gobiernos enemigos. En algún momento decidieron que esto tenía que parar y tomaron cartas en el asunto.
De aquí el proverbial cambio de paradigma que fue dibujándose al arranque de los noventas. Reconsiderar el estimulante principal del consumidor estadounidense (el componente “high”), buscando modificar los patrones de compra.
En pocas palabras, que la anfeta y la efedra cuya producción es global (y no focalizada) fueran desplazando al arbusto de la coca, producción exclusiva del cono sur. Diferencia importante.
Cambiar, pues, el ingrediente central de eso que llaman drogas de diseño. La sustancia “high” levanta los ánimos, pero la adormidera los equilibra, lleva al usuario a una más cómoda fase de meseta y facilita la formación de clientela segura, la mejor de todas, el comprador de largo plazo.
Ahí donde el posicionamiento es mucho más que el lugar de un producto en el mercado. Es la ubicación de un bien o servicio en la mente del consumidor.
AJUSTES INDUCIDOS
La meta clara de los regímenes involucrados en dicha transición (CLINTON, BUSH, OBAMA) sería que hubiera menos dinero narco en manos de sus adversarios latinoamericanos. Aquí es donde entra en proceso de revaloración una vieja amiga de los cárteles mexicanos: la amapola.
Añádanse a ello, los cambios suscitados en la reglamentación norteamericana que en los últimos tiempos ha convertido en medicamentos controlados, un número amplio de analgésicos, antes disponibles sin receta. Un incentivo más para el mercado negro y en favor de los opiáceos ilegales.
De aquí el éxito de la zona triangular en Cocula, Iguala y Chilpancingo, unida desde el gobierno salinista por la Autopista del Sol, México-Acapulco.
Efecto secundario, desplazar a la coca tuvo impacto geopolítico. Por ello desde los noventas empiezan a ser castigadas las rutas del Golfo.
Aquellas que traían el producto en vuelos rasantes y lanchas rápidas hasta la frontera con Guatemala para de ahí subirla por Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas.
Empezaron con sus operadores; al arrancar el nuevo siglo se extenderían contra sus protectores políticos.
Ojo al detalle: ¿puerto de salida en el antiguo orden?... Matamoros.
Y, bueno, modificar los patrones de consumo cambió los itinerarios, descobijó a unos, fortaleció a otros. Solo que la nueva jauja de la heroína ya no se contentaría con el largo y difícil trasiego de Sinaloa, Sonora, Arizona y California.
Una poderosa alternativa serían las ciudades gemelas del noreste mexicano. Solo había que cruzar la cintura del país, cambiar de litoral y cortar camino por Tamaulipas, con rumbo a Chicago.
Ojo al detalle: ¿puerto de salida en el nuevo orden?... Reynosa.
Este es el trasfondo de los dos terremotos que sacudieron a las empresas delictivas en 2009 y 2010. El pleito por los espacios, la violenta fractura entre el CHAPO y los BELTRÁN LEYVA (2009). Y su consecuencia natural (para los tamaulipecos más cercana), la ruptura entre letras y golfos en el litoral opuesto (2010).
El resultado: la gente del Pacífico buscó controlar la ruta contraria. El emporio colosal de las drogas se reconfiguró, arrastrando en ello a la vida política de las regiones involucradas en toda la travesía de Guerrero a Tamaulipas.
Danza de sombras. Un auténtico vendaval cuyas modificaciones sustantivas tendrían consecuencias electorales y crímenes que llegaron, incluso, al magnicidio.
RUTA OBSTRUÍDA
El asunto reventó aquel 26 de septiembre de 2014, cuando los normalistas de Ayotzinapa se apoderaron de varios autobuses para realizar su tradicional peregrinación litúrgica a la plaza de Tlatelolco, en vísperas del 2 de octubre.
Ni siquiera tiene caso el discutir si los estudiantes sabían (o no) que dichos autobuses suelen transportar heroína en compartimentos ocultos para la ruta Iguala-Reynosa. La respuesta que sea no modifica los hechos.
Lo asombroso ocurrió después. Bajo distintas banderas partidistas, las autoridades de los tres niveles reaccionaron de inmediato, como una maquinaria bien aceitada. Urgencia común, ¿tenían muy claro qué hacer o todos recibieron la misma orden?
El caso es que bloquean, atajan y disparan. Los bajan y trasladan al patio de presidencia y, de ahí, en vehículos de carga, los transportan como ganado a la municipalidad vecina de Cocula.
En unas horas, todo estaba consumado. Muertos, quemados y sus restos echados al río, así lo dice la narrativa oficial pomposamente llamada “verdad histórica” y cuya importancia es menor a lo que suponen los medios.
Es verdad (por supuesto) pero muy elemental, nada explica. Solamente describe lo que ocurrió en pocas horas, entre la noche del 26 y la mañana del 27. Para ser realmente histórica (y merecer ese nombre) necesitaría aclarar dudas razonables, ojo:
(1) Si el levantón ocurrió temprano en una vialidad céntrica de Iguala, ¿por qué ninguna corporación superior actuó para frenar el atropello perpetrado por rústicos agentes municipales, con muy limitada potestad preventiva?
(2) Es decir, ¿qué razones tuvieron para quedarse con los brazos cruzados los destacamentos respectivos del 27 Batallón de Infantería, la Policía Federal, la Preventiva Estatal, la Ministerial Estatal y hasta un grupo de Marina ahí presentes?
(3) ¿Por qué nadie intervino, pese al trato salvaje que recibían los muchachos por parte de la policía local cuyo accionar debió detenerse en cuanto las otras corporaciones hicieron presencia?
Preguntas que haríamos extensivas a la autoridad superior en la capital mexicana. El gabinete de seguridad (OSORIO, MURILLO, CIENFUEGOS, SOBERÓN) lo supo de inmediato.
Ello, gracias a las cámaras del C5, monitoreadas desde la muy cercana ciudad de Chilpancingo, capital estatal. Los dejaron hacer, absolutamente.
Haciendo gala de buena memoria, la periodista ANABEL HERNÁNDEZ nos ha recordado que el actual secretario de Seguridad capitalina OMAR GARCÍA HARFUCH era comandante y principal responsable de la Policía Federal durante la tragedia de Iguala. Ni modo que CLAUDIA SHEINBAUM no lo sepa.
GOBIERNO IMPÁVIDO
Todo esto torna culposa la inacción gubernamental. Sobre dicha complicidad, la investigación desde el primer día tendría que haberse concentrado en los mandos castrenses y policiacos, estatales y federales.
Sin olvidar la responsabilidad que corresponda al gabinete de seguridad arriba mencionado. En las narices de unos y otros se cometió el secuestro de los muchachos y nadie hizo algo sustantivo para impedirlo.
Lo que vino después fue una nauseabunda cortina de humo, con despilfarro de dinero en peritos innecesarios (argentinos, europeos, norteamericanos) y cuadrillas escarbando entre la basura, en lugar de confrontar a los jefes de las distintas instituciones de seguridad destacamentadas en Iguala.
Se hizo un escándalo en la dirección equivocada. Todavía hoy, bajo el gobierno obradorista, voceros oficiales, comentaristas y hasta caricaturistas se siguen ocupando de denostar la verdad histórica.
Escandalizan demasiado en ello, como si definir el punto exacto donde los cadáveres fueron enterrados resolviera el enigma. Cuando las pesquisas se dirigen de manera franca por la ruta equivocada, el resultado final se llama encubrimiento.
Ojo al dato. Mire usted, aquel PRD, el partido que en 2011 abanderó y ganó la gubernatura para ANGEL AGUIRRE y la alcaldía para JOSÉ LUIS ABARCA, era todavía el de ANDRÉS MANUEL y sus amigos.
Por eso hay fotos de AGUIRRE celebrando su triunfo con los CHUCHOS, EBRARD, AMLO y toda la plana mayor de la izquierda. Hasta una exdirigente como ROSARIO ROBLES (desde 2012 en SEDESOL) aparece en fotos con ABARCA.
De poseer una modesta tienda de sombreros y huaraches en el mercado local de Iguala, ABARCA se había convertido, por la vía del matrimonio, en exitoso empresario de bienes raíces, propietario de una constructora, un colegio privado y establecimientos comerciales.
Durante su trienio, en ceremonia oficial, la SEDENA (el 27 Batallón de Infantería, a cargo del coronel JOSÉ PÉREZ RODRÍGUEZ) había donado un cuantioso predio dentro del casco urbano para que inversionistas privados construyeran el centro comercial "Galerías Tamarindos".
Complejo de 4 hectáreas, con una tienda de autoservicio, 7 salas de cine, 50 locales y estacionamiento para 720 autos. El lector lo puede localizar en la aplicación Google Maps, con ayuda de Street View.
Detalle curioso, el propio JOSÉ LUIS ABARCA y su esposa MARÍA DE LOS ÁNGELES PINEDA VILLA figuraban entre los principales socios de dicho “mall”, donde abrieron varias joyerías. La SEDENA donó el predio, ¿Tanto poder tenían?
NEXOS OSCUROS
No había duda de quién era ABARCA cuando empezó su carrera política. Sus cuñados, los hermanos PINEDA VILLA habían operado desde los años noventa como sicarios del cártel BELTRÁN LEYVA.
Después se independizarían creando una organización propia denominada “Guerreros Unidos”. Uno de ellos (SALVADOR, el “Salo” o el “Molón”) fue huésped del CEFERESO en Matamoros, Tamaulipas.
Los demás serían luego asesinados por bandas rivales, ALBERTO y MARIO en septiembre de 2009. El menos conocido, JULIO GUADALUPE, poco después.
Y mire usted, también andaban en esta danza los suegros de ABARCA, de nombres SALOMÓN PINEDA BERMÚDEZ y LEONOR VILLA ORTUÑO, arrestados en Cuernavaca en mayo de 2009 por los mismos motivos, delincuencia organizada, delitos contra la salud. Toda una familia dedicada a los negocios ilegales.
Siendo público todo esto, ¿cómo fue, pues, que aquel PRD original (donde todavía militaban quienes hoy están en MORENA) hizo candidato a la alcaldía de Iguala a un hombre como ABARCA?
La matanza de Ayotzinapa ocurrió en septiembre de 2014. De manera reiterada, en los meses previos (mayo, junio), AMLO había destapado como su “gallo” para la gubernatura al médico LÁZARO MAZÓN ALONSO, por entonces secretario de Salud en el gobierno de ANGEL AGUIRRE.
Todo se cae en los días posteriores a la masacre, pues resultó que LÁZARO MAZÓN es oriundo de Iguala, donde fue presidente municipal y además apadrinó las aspiraciones del propio JOSÉ LUIS ABARCA.
Desatado el escándalo, el primero que renunció a la administración estatal fue el propio LÁZARO. Semanas después caería el gobernador AGUIRRE, mientras se giraban órdenes de aprensión contra ABARCA y su esposa, atrapados luego en la capital del país.
Sin embargo, las autoridades cómplices, los verdaderos gargantones del caso, siguieron (y siguen) impunes. De ello han pasado seis años. Lo único seguro es que los estudiantes están muertos.
El propio ANDRÉS MANUEL acaba de declarar que las investigaciones no avanzan porque los jueces liberan a los detenidos, empleando en ello su pretexto favorito, descargar la culpa en terceros.
Cosecha miserable, el único pez medianamente gordo perseguido por este gobierno resulta ser TOMÁS ZERÓN DE LUCIO, exdirector de la Agencia de Investigación Criminal (2013) y extitular del Consejo de Seguridad Nacional (2016). Prófugo, por cierto.
En suma, la implacable opulencia del
triángulo de oro determinó (y sigue determinando) el curso de la vida política
y electoral en dicha entidad costeña. Y también en las regiones asociadas,
cercanas y distantes, centrales y fronterizas.
Por supuesto, imponiendo su ley por encima de ideologías y estructurando la realidad sin distingo de partidos. El dinero es el dinero y cuando opera en cantidades fabulosas produce milagros.
Verdaderos prodigios como (por ejemplo) el que todas las corporaciones castrenses y civiles, municipales, estatales y federales actuaran a una sola voz, de manera simultánea, sincronizada, mecánica, disciplinada, para aplastar a un grupo de jóvenes que, por razones distintas, entorpecían el negocio. Aritmética elemental.
O si el PRD gobernaba Guerrero en la persona del expriísta ANGEL AGUIRRE RIVERO. O si el ayuntamiento de Iguala, en manos de JOSÉ LUIS ABARCA VELÁZQUEZ, llegó avalado por la Corriente “Nueva Izquierda” de los CHUCHOS, ORTEGA y ZAMBRANO.
Ni siquiera tiene peso que la normal “ISIDRO BURGOS” de Ayotzinapa fuera el alma mater de LUCIO CABAÑAS y GENARO VÁZQUEZ ROJAS, cabecillas guerrilleros en los años sesenta.
Ni que la antigua hacienda de Ayotzinapa fue repartida en tiempos del generalísimo JOSÉ MARÍA MORELOS y un interminable forcejeo por la tierra se libró desde entonces entre campesinos y caciques, para alargarse generaciones después en las sucesivas etapas de BENITO JUÁREZ, EMILIANO ZAPATA y LÁZARO CÁRDENAS.
Hay demasiados añadidos de carácter anecdótico que acaso ilustren, aporten colorido y tornen amena la lectura, pero poco ayudan a entender el episodio central.
Peor todavía, funcionan como distractores en la interpretación del caso, al desviar las miradas hacia detalles sin sustancia. Demasiadas notas de color. En todo caso se trata de datos suplementarios cuya magnificación oscurece el problema.
El problema fue estrictamente de negocios, en el sentido más literal del término, tal cual, sin mayores rodeos, dentro de la fría lógica del dinero.
El triángulo dorado de Iguala tiene su historia, desde los tiempos en que los cárteles de Medellín y Cali le marcaban el paso al mercado continental de estupefacientes con figuras legendarias como PABLO ESCOBAR GAVIRIA y la dinastía RODRÍGUEZ OREJUELA.
Negocio brutal, no exento de variables y altibajos en el comportamiento y gustos del consumidor, con determinaciones de orden geopolítico que también juegan un papel importante.
Al cerrar el siglo 20, el Departamento de Estado norteamericano reportó focos rojos en el cono sur y el Caribe. El dinero de la cocaína aceitaba guerrilla en Colombia y gobiernos hostiles al imperio, como el de MANUEL ANTONIO NORIEGA en Panamá.
En su arrebato anticomunista, la Casa Blanca barajaría como presuntos beneficiarios del narcodolar a líderes de izquierda como LULA, CHAVEZ, KIRCHNER, EVO y ORTEGA, entre otros.
Máxime cuando el caudal de la coca arrastró a los cubanos, si recordamos el sonado caso del general ARNALDO OCHOA y el coronel ANTONIO DE LA GUARDIA, funcionarios de élite que acabaron en el paredón, tras un severo juicio de guerra, por asuntos de narcotráfico.
Y hasta contrarrevolucionarios nicaragüenses como EDÉN PASTORA y FERNANDO, “el Negro”, CHAMORRO, cuyos negocios con el narco corren paralelos a la caída de NORIEGA y el juicio por corrupción contra el militar norteamericano OLIVER NORTH.
El origen del recurso es el mismo. El inmenso mercado norteamericano de la droga, dinero suficiente para hacer triangulaciones de todo tipo entre el mundo visible y el invisible; alimentar insurrecciones y patrocinar guerras cuando el congreso limita los recursos.
Preocupación gringa cada vez más evidente. La víbora estaría mordiéndose la cola; sus vicios nutriendo a gobiernos enemigos. En algún momento decidieron que esto tenía que parar y tomaron cartas en el asunto.
De aquí el proverbial cambio de paradigma que fue dibujándose al arranque de los noventas. Reconsiderar el estimulante principal del consumidor estadounidense (el componente “high”), buscando modificar los patrones de compra.
En pocas palabras, que la anfeta y la efedra cuya producción es global (y no focalizada) fueran desplazando al arbusto de la coca, producción exclusiva del cono sur. Diferencia importante.
Cambiar, pues, el ingrediente central de eso que llaman drogas de diseño. La sustancia “high” levanta los ánimos, pero la adormidera los equilibra, lleva al usuario a una más cómoda fase de meseta y facilita la formación de clientela segura, la mejor de todas, el comprador de largo plazo.
Ahí donde el posicionamiento es mucho más que el lugar de un producto en el mercado. Es la ubicación de un bien o servicio en la mente del consumidor.
La meta clara de los regímenes involucrados en dicha transición (CLINTON, BUSH, OBAMA) sería que hubiera menos dinero narco en manos de sus adversarios latinoamericanos. Aquí es donde entra en proceso de revaloración una vieja amiga de los cárteles mexicanos: la amapola.
Añádanse a ello, los cambios suscitados en la reglamentación norteamericana que en los últimos tiempos ha convertido en medicamentos controlados, un número amplio de analgésicos, antes disponibles sin receta. Un incentivo más para el mercado negro y en favor de los opiáceos ilegales.
De aquí el éxito de la zona triangular en Cocula, Iguala y Chilpancingo, unida desde el gobierno salinista por la Autopista del Sol, México-Acapulco.
Efecto secundario, desplazar a la coca tuvo impacto geopolítico. Por ello desde los noventas empiezan a ser castigadas las rutas del Golfo.
Aquellas que traían el producto en vuelos rasantes y lanchas rápidas hasta la frontera con Guatemala para de ahí subirla por Campeche, Tabasco, Veracruz y Tamaulipas.
Empezaron con sus operadores; al arrancar el nuevo siglo se extenderían contra sus protectores políticos.
Ojo al detalle: ¿puerto de salida en el antiguo orden?... Matamoros.
Y, bueno, modificar los patrones de consumo cambió los itinerarios, descobijó a unos, fortaleció a otros. Solo que la nueva jauja de la heroína ya no se contentaría con el largo y difícil trasiego de Sinaloa, Sonora, Arizona y California.
Una poderosa alternativa serían las ciudades gemelas del noreste mexicano. Solo había que cruzar la cintura del país, cambiar de litoral y cortar camino por Tamaulipas, con rumbo a Chicago.
Ojo al detalle: ¿puerto de salida en el nuevo orden?... Reynosa.
Este es el trasfondo de los dos terremotos que sacudieron a las empresas delictivas en 2009 y 2010. El pleito por los espacios, la violenta fractura entre el CHAPO y los BELTRÁN LEYVA (2009). Y su consecuencia natural (para los tamaulipecos más cercana), la ruptura entre letras y golfos en el litoral opuesto (2010).
El resultado: la gente del Pacífico buscó controlar la ruta contraria. El emporio colosal de las drogas se reconfiguró, arrastrando en ello a la vida política de las regiones involucradas en toda la travesía de Guerrero a Tamaulipas.
Danza de sombras. Un auténtico vendaval cuyas modificaciones sustantivas tendrían consecuencias electorales y crímenes que llegaron, incluso, al magnicidio.
El asunto reventó aquel 26 de septiembre de 2014, cuando los normalistas de Ayotzinapa se apoderaron de varios autobuses para realizar su tradicional peregrinación litúrgica a la plaza de Tlatelolco, en vísperas del 2 de octubre.
Ni siquiera tiene caso el discutir si los estudiantes sabían (o no) que dichos autobuses suelen transportar heroína en compartimentos ocultos para la ruta Iguala-Reynosa. La respuesta que sea no modifica los hechos.
Lo asombroso ocurrió después. Bajo distintas banderas partidistas, las autoridades de los tres niveles reaccionaron de inmediato, como una maquinaria bien aceitada. Urgencia común, ¿tenían muy claro qué hacer o todos recibieron la misma orden?
El caso es que bloquean, atajan y disparan. Los bajan y trasladan al patio de presidencia y, de ahí, en vehículos de carga, los transportan como ganado a la municipalidad vecina de Cocula.
En unas horas, todo estaba consumado. Muertos, quemados y sus restos echados al río, así lo dice la narrativa oficial pomposamente llamada “verdad histórica” y cuya importancia es menor a lo que suponen los medios.
Es verdad (por supuesto) pero muy elemental, nada explica. Solamente describe lo que ocurrió en pocas horas, entre la noche del 26 y la mañana del 27. Para ser realmente histórica (y merecer ese nombre) necesitaría aclarar dudas razonables, ojo:
(1) Si el levantón ocurrió temprano en una vialidad céntrica de Iguala, ¿por qué ninguna corporación superior actuó para frenar el atropello perpetrado por rústicos agentes municipales, con muy limitada potestad preventiva?
(2) Es decir, ¿qué razones tuvieron para quedarse con los brazos cruzados los destacamentos respectivos del 27 Batallón de Infantería, la Policía Federal, la Preventiva Estatal, la Ministerial Estatal y hasta un grupo de Marina ahí presentes?
(3) ¿Por qué nadie intervino, pese al trato salvaje que recibían los muchachos por parte de la policía local cuyo accionar debió detenerse en cuanto las otras corporaciones hicieron presencia?
Preguntas que haríamos extensivas a la autoridad superior en la capital mexicana. El gabinete de seguridad (OSORIO, MURILLO, CIENFUEGOS, SOBERÓN) lo supo de inmediato.
Ello, gracias a las cámaras del C5, monitoreadas desde la muy cercana ciudad de Chilpancingo, capital estatal. Los dejaron hacer, absolutamente.
Haciendo gala de buena memoria, la periodista ANABEL HERNÁNDEZ nos ha recordado que el actual secretario de Seguridad capitalina OMAR GARCÍA HARFUCH era comandante y principal responsable de la Policía Federal durante la tragedia de Iguala. Ni modo que CLAUDIA SHEINBAUM no lo sepa.
Todo esto torna culposa la inacción gubernamental. Sobre dicha complicidad, la investigación desde el primer día tendría que haberse concentrado en los mandos castrenses y policiacos, estatales y federales.
Sin olvidar la responsabilidad que corresponda al gabinete de seguridad arriba mencionado. En las narices de unos y otros se cometió el secuestro de los muchachos y nadie hizo algo sustantivo para impedirlo.
Lo que vino después fue una nauseabunda cortina de humo, con despilfarro de dinero en peritos innecesarios (argentinos, europeos, norteamericanos) y cuadrillas escarbando entre la basura, en lugar de confrontar a los jefes de las distintas instituciones de seguridad destacamentadas en Iguala.
Se hizo un escándalo en la dirección equivocada. Todavía hoy, bajo el gobierno obradorista, voceros oficiales, comentaristas y hasta caricaturistas se siguen ocupando de denostar la verdad histórica.
Escandalizan demasiado en ello, como si definir el punto exacto donde los cadáveres fueron enterrados resolviera el enigma. Cuando las pesquisas se dirigen de manera franca por la ruta equivocada, el resultado final se llama encubrimiento.
Ojo al dato. Mire usted, aquel PRD, el partido que en 2011 abanderó y ganó la gubernatura para ANGEL AGUIRRE y la alcaldía para JOSÉ LUIS ABARCA, era todavía el de ANDRÉS MANUEL y sus amigos.
Por eso hay fotos de AGUIRRE celebrando su triunfo con los CHUCHOS, EBRARD, AMLO y toda la plana mayor de la izquierda. Hasta una exdirigente como ROSARIO ROBLES (desde 2012 en SEDESOL) aparece en fotos con ABARCA.
De poseer una modesta tienda de sombreros y huaraches en el mercado local de Iguala, ABARCA se había convertido, por la vía del matrimonio, en exitoso empresario de bienes raíces, propietario de una constructora, un colegio privado y establecimientos comerciales.
Durante su trienio, en ceremonia oficial, la SEDENA (el 27 Batallón de Infantería, a cargo del coronel JOSÉ PÉREZ RODRÍGUEZ) había donado un cuantioso predio dentro del casco urbano para que inversionistas privados construyeran el centro comercial "Galerías Tamarindos".
Complejo de 4 hectáreas, con una tienda de autoservicio, 7 salas de cine, 50 locales y estacionamiento para 720 autos. El lector lo puede localizar en la aplicación Google Maps, con ayuda de Street View.
Detalle curioso, el propio JOSÉ LUIS ABARCA y su esposa MARÍA DE LOS ÁNGELES PINEDA VILLA figuraban entre los principales socios de dicho “mall”, donde abrieron varias joyerías. La SEDENA donó el predio, ¿Tanto poder tenían?
No había duda de quién era ABARCA cuando empezó su carrera política. Sus cuñados, los hermanos PINEDA VILLA habían operado desde los años noventa como sicarios del cártel BELTRÁN LEYVA.
Después se independizarían creando una organización propia denominada “Guerreros Unidos”. Uno de ellos (SALVADOR, el “Salo” o el “Molón”) fue huésped del CEFERESO en Matamoros, Tamaulipas.
Los demás serían luego asesinados por bandas rivales, ALBERTO y MARIO en septiembre de 2009. El menos conocido, JULIO GUADALUPE, poco después.
Y mire usted, también andaban en esta danza los suegros de ABARCA, de nombres SALOMÓN PINEDA BERMÚDEZ y LEONOR VILLA ORTUÑO, arrestados en Cuernavaca en mayo de 2009 por los mismos motivos, delincuencia organizada, delitos contra la salud. Toda una familia dedicada a los negocios ilegales.
Siendo público todo esto, ¿cómo fue, pues, que aquel PRD original (donde todavía militaban quienes hoy están en MORENA) hizo candidato a la alcaldía de Iguala a un hombre como ABARCA?
La matanza de Ayotzinapa ocurrió en septiembre de 2014. De manera reiterada, en los meses previos (mayo, junio), AMLO había destapado como su “gallo” para la gubernatura al médico LÁZARO MAZÓN ALONSO, por entonces secretario de Salud en el gobierno de ANGEL AGUIRRE.
Todo se cae en los días posteriores a la masacre, pues resultó que LÁZARO MAZÓN es oriundo de Iguala, donde fue presidente municipal y además apadrinó las aspiraciones del propio JOSÉ LUIS ABARCA.
Desatado el escándalo, el primero que renunció a la administración estatal fue el propio LÁZARO. Semanas después caería el gobernador AGUIRRE, mientras se giraban órdenes de aprensión contra ABARCA y su esposa, atrapados luego en la capital del país.
Sin embargo, las autoridades cómplices, los verdaderos gargantones del caso, siguieron (y siguen) impunes. De ello han pasado seis años. Lo único seguro es que los estudiantes están muertos.
El propio ANDRÉS MANUEL acaba de declarar que las investigaciones no avanzan porque los jueces liberan a los detenidos, empleando en ello su pretexto favorito, descargar la culpa en terceros.
Cosecha miserable, el único pez medianamente gordo perseguido por este gobierno resulta ser TOMÁS ZERÓN DE LUCIO, exdirector de la Agencia de Investigación Criminal (2013) y extitular del Consejo de Seguridad Nacional (2016). Prófugo, por cierto.
Por supuesto, imponiendo su ley por encima de ideologías y estructurando la realidad sin distingo de partidos. El dinero es el dinero y cuando opera en cantidades fabulosas produce milagros.
Verdaderos prodigios como (por ejemplo) el que todas las corporaciones castrenses y civiles, municipales, estatales y federales actuaran a una sola voz, de manera simultánea, sincronizada, mecánica, disciplinada, para aplastar a un grupo de jóvenes que, por razones distintas, entorpecían el negocio. Aritmética elemental.