Cd.
Victoria.- Lo voy a recordar como un hombre marcado por la más
acendrada voluntad de supervivencia ante cualquier adversidad. Un perfil cincelado
en la perseverancia, el espíritu de permanencia.
De talante arisco
y mirada oscura, ya entrado en confianza su expresión cambiaba por una sonrisa triste.
Aún en la carcajada, revelaba en sus ojos un rastro de melancolía.
Coexistían en su
aspecto dos tiempos de vida. Por una parte, su complexión daba cuenta del
pasado azaroso, la juventud difícil, las una y mil adversidades que hubo de vencer
y en cuyo ascenso forjó un cuerpo macizo, puños, hombros, antebrazos sólidos, como
de boxeador.
El presente triunfal
asomaba en su estilo de vida, ropa, autos, voz pausada, modales estudiados, la
sincera disposición a escuchar. Ese atuendo caro que parecía seleccionado entre
los aparadores de MEN´S SHOP y JOE BRAND.
Tiendas selectas
de McAllen que frecuentaban, entre otros, su suegro don PEPE CRUZ CONTRERAS y
su antiguo maestro (después adversario) LUIS ENRIQUE ARREOLA LOPERENA.
Le decían el “Yuca”
en atención al origen familiar, aunque su formación fue netamente tamaulipeca.
Se enorgullecía de su origen modesto y por identificarse plenamente con eso que
llaman “cultura del esfuerzo”.
A lo largo de
dos décadas, PÉREZ VÁZQUEZ concentró en su puño hilos y palancas fundamentales que
movieron los engranes de la política universitaria.
Pero su poder
no estaba en la lejanía del sur conurbado, como JUAN SÁNCHEZ GUERRERO
(Comercio), GASTÓN GONZÁLEZ (Derecho) y JUAN MANZUR (Ingeniería).
Tampoco en las
postas suburbanas de Agronomía o Veterinaria, donde reinaban HUMBERTO FILIZOLA y
FERNANDO ARIZPE.
El feudo de
PÉREZ VÁZQUEZ fue siempre la estructura central, junto al rectorado, durante las
administraciones reiteradas de ADAME y FILIZOLA.
SU RED DE
PODER
En el bunker
del 8 y 9 Matamoros supo ejercer con habilidad diversas funciones en paralelo,
todas ellas vitales en la formación de capital político.
(1) Jefe omnímodo de prensa con un presupuesto ilimitado, acuerdos directos con editores de todos los tamaños, concesionarios y operadores de medios. Un arco tan amplio de favores que incluía desde el gacetillero más humilde, hasta el columnista más renombrado.
(1) Jefe omnímodo de prensa con un presupuesto ilimitado, acuerdos directos con editores de todos los tamaños, concesionarios y operadores de medios. Un arco tan amplio de favores que incluía desde el gacetillero más humilde, hasta el columnista más renombrado.
(2) Líder moral
de la facultad de derecho, cuyos egresados, generación tras generación, solían
actuar como sus emisarios, ojos y oídos en juzgados, ministerios públicos y
corporaciones policiacas, estatales y federales, dentro y fuera de Tamaulipas.
(3) Y también
la escuela de relaciones públicas (hoy comunicación) cuyos exalumnos se
incorporaban desde entonces como reporteros y directivos intermedios en
empresas regionales de prensa, radio y televisión.
(4) A la par
era cabeza de un grupo compacto denominado “ENRIQUE GARCÍA GUEVARA”, formado
por exdiscípulos y subordinados, llamado así en honor a un antiguo líder
estudiantil que en los lejanos años sesenta ofrendó su vida durante la lucha
por la autonomía universitaria.
(5) Ello, amén
de una importante hiperactividad extramuros. Entre otros logros, llegó a
presidir la Asociación Nacional de Comunicación y Relaciones Públicas de
Instituciones de Educación Superior (ANARPIES) que agrupa a titulares de
difusión universitaria en todo el país.
RESISTENCIA
A PRUEBA
Sin duda voy a
recordar a PÉREZ VÁZQUEZ por su asombrosa capacidad para sobreponerse a dificultades
extremas, que a cualquier otra persona habrían tumbado del caballo.
Broncas bien
gruesas a las que sobrevivió con ese raro estoicismo que le caracterizaba. Ese
ánimo atrincherado, fuente de su poder y su persistencia en la vida pública.
Por citar
algunos casos, la muerte del líder universitario ALEJANDRO VALLES OLVERA (de la
cual se le culpó) ocurrida en las postrimerías del gobierno manotuista, el 17
de septiembre de 1986, cuando iniciaba la campaña del ingeniero AMÉRICO
VILLARREAL GUERRA.
Ya desde
entonces se decía que ALFONSO iba a caer, que habría venganza del grupo
arreolista. Ni lo uno ni lo otro. Impunidad y consolidación fueron las pautas de
los días posteriores.
En aquella
sucesión gubernamental de 1986, ALFONSO tenía dos gallos: MANUEL GARZA GONZÁLEZ
y JOAQUÍN CONTRERAS CANTÚ. Ninguno llegó, el destape favoreció al ingeniero
VILLARREAL GUERRA.
En 1987, PÉREZ
VÁZQUEZ y buena parte de los universitarios le apostaron también a las
aspiraciones de ALFREDO DEL MAZO para la Presidencia de la República, quien además
era apoyado por el sindicalismo petrolero de JOAQUÍN HERNANDEZ GALICIA.
Tampoco les
fue bien, resultó candidato CARLOS SALINAS DE GORTARI. Dos errores políticos consecutivos
que, sin embargo, poco o nada cambiaron los equilibrios internos que lo sostenían
en la UAT.
En agosto de
1987, un litigio por fraude de tres millones de dólares cometido en la casa de
cambio “Azteca” de Monterrey enfrenta al empresario ENRIQUE BARDAWILL y al
abogado LEOPOLDO DEL REAL.
La disputa
llega a los golpes, el periódico “EL NORTE” informa que personas oriundas de
Tamaulipas contratadas por DEL REAL agreden a BARDAWILL.
No existía
Internet, al filo del mediodía, el periódico regiomontano desembarcó en Ciudad Victoria
con una plana completa dedicada al caso, en su sección policiaca.
Lo
sorprendente, las imágenes muestran rostros de sobra conocidos, empezando por
PÉREZ VÁZQUÉZ y distinguidos miembros del grupo GARCÍA GUEVARA.
Con gran
presteza, el subjefe de prensa universitaria ANDRÉS ESPINOZA (por entonces brazo
derecho de ALFONSO) recorre estanquillo tras estanquillo, comprando todos los
ejemplares a su alcance.
De los pocos periódicos
que sobrevivieron, algunos revisteros sacan copias y visitan a ESPINOZA en el
primer piso de rectoría para cambiarlas por una propina menor. Todo quedó
rápidamente bajo control, ALFONSO siguió inamovible.
MÁS
COMPLICACIONES
El 10 de enero
de 1989, con la caída de JOAQUÍN, la “Quina”, HERNÁNDEZ GALICIA, destaca en
medios nacionales el nombre del empresario reynosense JOSÉ CRUZ CONTRERAS, viejo
político treviñozapatista y suegro de PÉREZ VÁZQUEZ.
La prensa
capitalina lo señala como presunto responsable de un contrabando de fusiles
encontrado en casa de la “Quina”. Al paso de los días, el semanario PROCESO descubriría
que dicha acusación es totalmente falsa, las armas fueron sembradas por los
mismos soldados.
Sin embargo, el
operativo de Ciudad Madero acalambró a los seguidores de ALFONSO. Igual se dijo
que iba a caer, que su suegro lo arrastraría, a la postre nada sucedió.
A lo largo del
sexenio americanista, PÉREZ VÁZQUEZ sobrevivirá a problemas todavía más gordos,
aparatosos, muy sonados.
Comiendo con
su grupo de amigos en el restaurante “El Granero” (13 Carrera Torres) y en
compañía del abogado matamorense CARLOS AGUILAR GARZA (exdelegado de PGR en el
noreste y próspero editor de Nuevo Laredo), el ejército mexicano los levanta a
todos, se los lleva presos.
Hubo varias
versiones. Que los uniformados actuaron por gestión discreta del gobierno
estatal, aunque hay una explicación más simple: intervinieron al ver hombres
armados en la puerta del local, punto.
Sobre el inesperado
desenlace se dijeron muchas cosas. Entre otras, que los detenidos fueron trasladados
en avión a la capital del país, pero gracias a la presunta amistad de AGUILAR
GARZA con un hijo del general JUAN ARÉVALO GARDOQUI (titular de SEDENA) los
liberaron de inmediato.
Aunque también
se dice que ni siquiera llegaron al aeropuerto, la contraorden vino antes y
fueron devueltos al lugar del que procedían.
Otro caso, durante
el gobierno de MANUEL CAVAZOS, en el concurrido restaurante “Blanca White´s”, sobre
la avenida Álvaro Obregón de Matamoros, PÉREZ VÁZQUEZ sostendrá un encuentro desafortunado
con el expolicía federal RODOLFO LARRAZOLO.
Afloran viejas
rencillas, salen las armas a relucir, RODOLFO muere, ALFONSO resulta con
heridas de bala en el abdomen, pero no solamente sobrevive a las heridas, sino
que permanece en el cargo, sus amigos lo arropan.
Como en todos
los episodios anteriores, parecería que las dificultades en lugar de abatirlo o
derrotarlo, lo afianzan mejor en su silla universitaria.
EL DECLIVE
Ya bajo la
administración de TOMÁS YARRINGTON, el gobernador asiste un domingo al partido
del equipo “Correcaminos” en el estadio “Marte R. Gómez”, junto al rector
FILIZOLA.
En paralelo, un
piquete de soldados y agentes federales toma por asalto la residencia de PÉREZ
VÁZQUEZ, en el 9 y 10 boulevard López Mateos, de esta capital. Esperaban acaso descubrir
alguna irregularidad cuya tenencia pudiera representar un delito, como pretexto
para inculparlo.
Nada
encuentran. Hábilmente ALFONSO abre las puertas de par en par a los periodistas.
Ante las cámaras de televisión y los corresponsales de medios nacionales,
explica que la autoridad lo acusa de haber hallado armas en una recámara.
-“Si de verdad
tuviera armas, ¿ustedes creen que las guardaría bajo la cama de mis hijas?”, fue
su argumento.
El operativo
falló de manera vergonzante. El “Yuca” fue detenido solamente unas horas en la
delegación de PGR, que por entonces rentaba el edificio del hotel “El Peñón”,
sobre la calle Guatemala de la colonia “Pedro Sosa”.
Salió poco
después, sin que la errática autoridad federal pudiera sustentarle cargo
alguno. Volvería a sus actividades, su oficina, su ambiente.
Aunque ya para
entonces era patente que los años de gloria (ochentas y noventas) habían
quedado atrás. Con el nuevo siglo y milenio, ALFONSO y HUMBERTO darían por
concluidas sus respectivas carreras universitarias.
El primero se
fue a la banca, sin perder jamás el contacto regular con un nutrido grupo de
amigos. El segundo emigró a una diputación federal en la elección intermedia de
2003.
La mañana de
este sábado 25 de abril trascendió desde temprano la noticia luctuosa. Un
ataque al corazón sorprendió a PÉREZ VÁZQUEZ en su domicilio familiar de
Reynosa.
Personaje de leyenda
negra, el perfil de ALFONSO cuadra a la perfección con una época de
discrecionalidad absoluta, a cualquier nivel y en todas las dependencias.
Poder regido
sin contrapesos, bajo acuerdos discretos que otorgaron primacía a la
continuidad negociada, en aras de la paz institucional. Por lo que hace a la
UAT, la historia de aquellos años aún está por escribirse.