domingo, 26 de abril de 2020

Alfonso Pérez Vázquez


Cd. Victoria.- Lo voy a recordar como un hombre marcado por la más acendrada voluntad de supervivencia ante cualquier adversidad. Un perfil cincelado en la perseverancia, el espíritu de permanencia.
De talante arisco y mirada oscura, ya entrado en confianza su expresión cambiaba por una sonrisa triste. Aún en la carcajada, revelaba en sus ojos un rastro de melancolía.
Coexistían en su aspecto dos tiempos de vida. Por una parte, su complexión daba cuenta del pasado azaroso, la juventud difícil, las una y mil adversidades que hubo de vencer y en cuyo ascenso forjó un cuerpo macizo, puños, hombros, antebrazos sólidos, como de boxeador.
El presente triunfal asomaba en su estilo de vida, ropa, autos, voz pausada, modales estudiados, la sincera disposición a escuchar. Ese atuendo caro que parecía seleccionado entre los aparadores de MEN´S SHOP y JOE BRAND.
Tiendas selectas de McAllen que frecuentaban, entre otros, su suegro don PEPE CRUZ CONTRERAS y su antiguo maestro (después adversario) LUIS ENRIQUE ARREOLA LOPERENA.
Le decían el “Yuca” en atención al origen familiar, aunque su formación fue netamente tamaulipeca. Se enorgullecía de su origen modesto y por identificarse plenamente con eso que llaman “cultura del esfuerzo”.
A lo largo de dos décadas, PÉREZ VÁZQUEZ concentró en su puño hilos y palancas fundamentales que movieron los engranes de la política universitaria.
Pero su poder no estaba en la lejanía del sur conurbado, como JUAN SÁNCHEZ GUERRERO (Comercio), GASTÓN GONZÁLEZ (Derecho) y JUAN MANZUR (Ingeniería).
Tampoco en las postas suburbanas de Agronomía o Veterinaria, donde reinaban HUMBERTO FILIZOLA y FERNANDO ARIZPE.
El feudo de PÉREZ VÁZQUEZ fue siempre la estructura central, junto al rectorado, durante las administraciones reiteradas de ADAME y FILIZOLA.

SU RED DE PODER
En el bunker del 8 y 9 Matamoros supo ejercer con habilidad diversas funciones en paralelo, todas ellas vitales en la formación de capital político.
(1) Jefe omnímodo de prensa con un presupuesto ilimitado, acuerdos directos con editores de todos los tamaños, concesionarios y operadores de medios. Un arco tan amplio de favores que incluía desde el gacetillero más humilde, hasta el columnista más renombrado.
(2) Líder moral de la facultad de derecho, cuyos egresados, generación tras generación, solían actuar como sus emisarios, ojos y oídos en juzgados, ministerios públicos y corporaciones policiacas, estatales y federales, dentro y fuera de Tamaulipas.
(3) Y también la escuela de relaciones públicas (hoy comunicación) cuyos exalumnos se incorporaban desde entonces como reporteros y directivos intermedios en empresas regionales de prensa, radio y televisión.
(4) A la par era cabeza de un grupo compacto denominado “ENRIQUE GARCÍA GUEVARA”, formado por exdiscípulos y subordinados, llamado así en honor a un antiguo líder estudiantil que en los lejanos años sesenta ofrendó su vida durante la lucha por la autonomía universitaria.
(5) Ello, amén de una importante hiperactividad extramuros. Entre otros logros, llegó a presidir la Asociación Nacional de Comunicación y Relaciones Públicas de Instituciones de Educación Superior (ANARPIES) que agrupa a titulares de difusión universitaria en todo el país.

RESISTENCIA A PRUEBA
Sin duda voy a recordar a PÉREZ VÁZQUEZ por su asombrosa capacidad para sobreponerse a dificultades extremas, que a cualquier otra persona habrían tumbado del caballo.
Broncas bien gruesas a las que sobrevivió con ese raro estoicismo que le caracterizaba. Ese ánimo atrincherado, fuente de su poder y su persistencia en la vida pública.
Por citar algunos casos, la muerte del líder universitario ALEJANDRO VALLES OLVERA (de la cual se le culpó) ocurrida en las postrimerías del gobierno manotuista, el 17 de septiembre de 1986, cuando iniciaba la campaña del ingeniero AMÉRICO VILLARREAL GUERRA.
Ya desde entonces se decía que ALFONSO iba a caer, que habría venganza del grupo arreolista. Ni lo uno ni lo otro. Impunidad y consolidación fueron las pautas de los días posteriores.
En aquella sucesión gubernamental de 1986, ALFONSO tenía dos gallos: MANUEL GARZA GONZÁLEZ y JOAQUÍN CONTRERAS CANTÚ. Ninguno llegó, el destape favoreció al ingeniero VILLARREAL GUERRA.
En 1987, PÉREZ VÁZQUEZ y buena parte de los universitarios le apostaron también a las aspiraciones de ALFREDO DEL MAZO para la Presidencia de la República, quien además era apoyado por el sindicalismo petrolero de JOAQUÍN HERNANDEZ GALICIA.
Tampoco les fue bien, resultó candidato CARLOS SALINAS DE GORTARI. Dos errores políticos consecutivos que, sin embargo, poco o nada cambiaron los equilibrios internos que lo sostenían en la UAT.
En agosto de 1987, un litigio por fraude de tres millones de dólares cometido en la casa de cambio “Azteca” de Monterrey enfrenta al empresario ENRIQUE BARDAWILL y al abogado LEOPOLDO DEL REAL.
La disputa llega a los golpes, el periódico “EL NORTE” informa que personas oriundas de Tamaulipas contratadas por DEL REAL agreden a BARDAWILL.
No existía Internet, al filo del mediodía, el periódico regiomontano desembarcó en Ciudad Victoria con una plana completa dedicada al caso, en su sección policiaca.
Lo sorprendente, las imágenes muestran rostros de sobra conocidos, empezando por PÉREZ VÁZQUÉZ y distinguidos miembros del grupo GARCÍA GUEVARA.
Con gran presteza, el subjefe de prensa universitaria ANDRÉS ESPINOZA (por entonces brazo derecho de ALFONSO) recorre estanquillo tras estanquillo, comprando todos los ejemplares a su alcance.
De los pocos periódicos que sobrevivieron, algunos revisteros sacan copias y visitan a ESPINOZA en el primer piso de rectoría para cambiarlas por una propina menor. Todo quedó rápidamente bajo control, ALFONSO siguió inamovible.

MÁS COMPLICACIONES
El 10 de enero de 1989, con la caída de JOAQUÍN, la “Quina”, HERNÁNDEZ GALICIA, destaca en medios nacionales el nombre del empresario reynosense JOSÉ CRUZ CONTRERAS, viejo político treviñozapatista y suegro de PÉREZ VÁZQUEZ.
La prensa capitalina lo señala como presunto responsable de un contrabando de fusiles encontrado en casa de la “Quina”. Al paso de los días, el semanario PROCESO descubriría que dicha acusación es totalmente falsa, las armas fueron sembradas por los mismos soldados.
Sin embargo, el operativo de Ciudad Madero acalambró a los seguidores de ALFONSO. Igual se dijo que iba a caer, que su suegro lo arrastraría, a la postre nada sucedió.
A lo largo del sexenio americanista, PÉREZ VÁZQUEZ sobrevivirá a problemas todavía más gordos, aparatosos, muy sonados.
Comiendo con su grupo de amigos en el restaurante “El Granero” (13 Carrera Torres) y en compañía del abogado matamorense CARLOS AGUILAR GARZA (exdelegado de PGR en el noreste y próspero editor de Nuevo Laredo), el ejército mexicano los levanta a todos, se los lleva presos.
Hubo varias versiones. Que los uniformados actuaron por gestión discreta del gobierno estatal, aunque hay una explicación más simple: intervinieron al ver hombres armados en la puerta del local, punto.
Sobre el inesperado desenlace se dijeron muchas cosas. Entre otras, que los detenidos fueron trasladados en avión a la capital del país, pero gracias a la presunta amistad de AGUILAR GARZA con un hijo del general JUAN ARÉVALO GARDOQUI (titular de SEDENA) los liberaron de inmediato.
Aunque también se dice que ni siquiera llegaron al aeropuerto, la contraorden vino antes y fueron devueltos al lugar del que procedían.
Otro caso, durante el gobierno de MANUEL CAVAZOS, en el concurrido restaurante “Blanca White´s”, sobre la avenida Álvaro Obregón de Matamoros, PÉREZ VÁZQUEZ sostendrá un encuentro desafortunado con el expolicía federal RODOLFO LARRAZOLO.
Afloran viejas rencillas, salen las armas a relucir, RODOLFO muere, ALFONSO resulta con heridas de bala en el abdomen, pero no solamente sobrevive a las heridas, sino que permanece en el cargo, sus amigos lo arropan.
Como en todos los episodios anteriores, parecería que las dificultades en lugar de abatirlo o derrotarlo, lo afianzan mejor en su silla universitaria.

EL DECLIVE
Ya bajo la administración de TOMÁS YARRINGTON, el gobernador asiste un domingo al partido del equipo “Correcaminos” en el estadio “Marte R. Gómez”, junto al rector FILIZOLA.
En paralelo, un piquete de soldados y agentes federales toma por asalto la residencia de PÉREZ VÁZQUEZ, en el 9 y 10 boulevard López Mateos, de esta capital. Esperaban acaso descubrir alguna irregularidad cuya tenencia pudiera representar un delito, como pretexto para inculparlo.
Nada encuentran. Hábilmente ALFONSO abre las puertas de par en par a los periodistas. Ante las cámaras de televisión y los corresponsales de medios nacionales, explica que la autoridad lo acusa de haber hallado armas en una recámara.
-“Si de verdad tuviera armas, ¿ustedes creen que las guardaría bajo la cama de mis hijas?”, fue su argumento.
El operativo falló de manera vergonzante. El “Yuca” fue detenido solamente unas horas en la delegación de PGR, que por entonces rentaba el edificio del hotel “El Peñón”, sobre la calle Guatemala de la colonia “Pedro Sosa”.
Salió poco después, sin que la errática autoridad federal pudiera sustentarle cargo alguno. Volvería a sus actividades, su oficina, su ambiente.
Aunque ya para entonces era patente que los años de gloria (ochentas y noventas) habían quedado atrás. Con el nuevo siglo y milenio, ALFONSO y HUMBERTO darían por concluidas sus respectivas carreras universitarias.
El primero se fue a la banca, sin perder jamás el contacto regular con un nutrido grupo de amigos. El segundo emigró a una diputación federal en la elección intermedia de 2003.
La mañana de este sábado 25 de abril trascendió desde temprano la noticia luctuosa. Un ataque al corazón sorprendió a PÉREZ VÁZQUEZ en su domicilio familiar de Reynosa.
Personaje de leyenda negra, el perfil de ALFONSO cuadra a la perfección con una época de discrecionalidad absoluta, a cualquier nivel y en todas las dependencias.
Poder regido sin contrapesos, bajo acuerdos discretos que otorgaron primacía a la continuidad negociada, en aras de la paz institucional. Por lo que hace a la UAT, la historia de aquellos años aún está por escribirse.