lunes, 21 de enero de 2019

¿Justicia o escarmiento?


Cd. Victoria, Tam. En octubre pasado, durante su visita al Palacio de Gobierno de esta capital, ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR retomó el tema medular de su discurso sobre corrupción, justicia y perdón, en una charla con la prensa donde fungió como anfitrión el gobernador FRANCISCO GARCÍA CABEZA DE VACA.
Junto a las escaleras, en el lobby del primer piso, el tabasqueño abundó en la postura sostenida durante su campaña. El borrón y cuenta nueva, dijo: “Vamos a ver hacia adelante, no nos vamos a quedar anclados en el pasado” para “terminar, acabar, abolir la corrupción en el país.”
Añadiendo el consabido deslinde: “no vamos nosotros a perseguir a nadie, no es mi fuerte la venganza”, con una aclaración que aún no sabemos si contradice o complementa su promesa de perdón, cuando puntualiza:
“Desde luego, hay instancias legales donde van a tener curso las denuncias que se presenten”, para suavizar de nuevo sus palabras con otra precisión: “pero, como política del nuevo gobierno, no está el perseguir a nadie, el que haya persecución, acoso, a nadie.”
En el mismo tono se preguntó: “¿qué se hacía antes para engañar?", respondiendo él mismo: “se metía a la cárcel a un personaje, a dos, a tres o, en algunos casos, chivos expiatorios y todo mundo aplaudía y el gobierno que hacía eso, terminaba empapado de corrupción, manchado de corrupción, hacían lo mismo. Todo era una farsa, eso ya no.”.
Para marcar entonces la diferencia:
“Nosotros vamos a actuar con responsabilidad”, dijo y girando su postura hacia el flanco derecho donde se encontraba CABEZA DE VACA, “si nos metemos al espectáculo, al circo, vamos a perder mucho tiempo. Además, no nos alcanzarían las cárceles, los juzgados.”
Para preguntar de nuevo: “¿qué es lo que vamos a hacer?, contestando enseguida: “lo he dicho en otras ocasiones y lo repito con toda claridad, nosotros vamos a perdonar.
Para luego subrayar: “a mí lo que me importa es cuidar que los que lleguen conmigo no se corrompan y que, además, el que cometa un delito, el que robe, sea castigado, que no tenga derecho a fianza.”

MENSAJES CRUZADOS
Dijo más cosas, desde luego, aunque por lo pronto destacan aquellas frases y parrafadas donde el doble planteamiento aflora y parece caminar sobre el filo de la navaja.
Terminar con el bandidaje, pero no castigar a los bandidos, aunque (en paralelo) posteriormente ha dicho que, de existir la necesidad de juzgar a los expresidentes (a los que, por cierto, ya había perdonado) esto se sometería a consulta en la primavera próxima.
Por supuesto, AMLO no nació ayer, tampoco. Parecería, en todo caso, estar esperando a consolidar su gobierno, tener su equipo de justicia completo (incluyendo el nuevo fiscal federal) y la guardia nacional trabajando, antes de abrirse de capa y mostrar propósitos más amplios.
Su estilo personal de ejercer el mando representa una novedad en el discurso político de nuestro país por el manejo deliberado de la ambigüedad. Entre otras razones porque conoce la magnitud de los intereses económicos afectados y su inmenso poder.
Sin embargo, la presión para que ANDRÉS MANUEL disponga acciones de justicia (léase castigo) se incrementa día con día.
El presidente afirma que hay demasiados culpables y no alcanzarían cárceles ni juzgados, amén de que representaría un desgaste político muy grave, al desatar el enfrentamiento del actual gobierno con la vieja clase política.

RUPTURA NECESARIA
Al respecto cabría recordar una vieja estrategia priísta practicada en los viejos tiempos cuando era necesaria una acción de autoridad capaz de apaciguar los ánimos entre los grupos de interés adversos.
El expresidente JOSÉ LÓPEZ PORTILO la adjetivó como la acción de “romper para estabilizar”. Y así lo hizo con figuras del echeverriísmo que le estaban metiendo ruido indeseable a su régimen, como EUGENIO MÉNDEZ DOCURRO, FAUSTO CANTÚ PEÑA, FELIX BARRA GARCÍA y otros más.
Desde luego, don PEPE no era iluso y sabía que una lucha contra los personeros del viejo régimen jamás podría ser exhaustiva. Ya desde aquel tiempo no habría cárceles, ni fiscales, ni juzgados suficientes para castigar a tanto sinvergüenza.
La determinación, aunque claramente focalizada (limitada, simbólica) significó un importante “estate quieto” para la clase política.
No fue justicia en el sentido literal de la palabra, fue únicamente un manotazo presidencial, golpe de timón que, en efecto, rompió con el pasado inmediato y estabilizó la nave.
Lo curioso es que la medida después sería practicada por MIGUEL DE LA MADRID para romper lanzas con el lopezportillismo, encarcelando a JORGE DÍAZ SERRANO y ARTURO DURAZO, entre otros.
Lo hizo después SALINAS soltando mandobles contra líderes sindicales, gobernadores y empresarios. Y luego lo emprendería ZEDILLO, con aquella persecución encarnizada que desató contra el salinismo.
En ese sentido, el diagnóstico que hoy se hace sobre los problemas de corrupción heredados por AMLO parece superar las expectativas más pesimistas.
El saqueo es mucho peor de lo que se pensaba y es por ello que no pocos analistas se preguntan hoy si basta con hacer las cosas bien a partir de ahora, perdonando olímpicamente a los culpables.
Por fuerza, harían falta dos o tres manotazos severos, decisiones de justicia selectivas que sirvan de advertencias y lleven como mensaje implícito, la más atenta invitación a escarmentar en cabeza ajena.