Cd.
Victoria, Tam. Más allá de los dimes
o diretes sobre quién o quienes pudieran estar detrás de la escalada huelguista
en la frontera tamaulipeca, la realidad de fondo descansa en la tragedia de los
minisalarios.
Sobre estos se impuso un feroz candado
desde finales del lopezportillato y los cinco sexenios posteriores, DE LA
MADRID, SALINAS, ZEDILLO, FOX, CALDERÓN y PEÑA.
El conflicto laboral que hoy aflore en
Matamoros posee además el valor de una advertencia. Los trabajadores de México no
tendrán mucha paciencia ante un proyecto como el de MORENA que llegó al poder
con la justicia laboral como una de sus metas más sentidas.
Es tiempo de cumplir. La dificultad
mayor para que esto suceda es el tamaño de la brecha que hoy separa a los minisalarios
vigentes (ya con el aumento dispuesto por AMLO) que son de 102.68 pesos diarios
y 176.72 para la zona fronteriza.
Demasiado lejos, ambos, del cálculo
realizado por el CONEVAL, la institución oficial que mide la pobreza en México y
que recomienda un monto arriba de los 11 mil al mes.
Compárelo usted (lector, lectora) con
los 3 mil 080 mensuales, hoy de aplicación general, o los 5 mil 301 fronterizos.
Sin menoscabo de duda, se quedan bastante cortos.
De ahí la razón por la cuál los
sindicalistas tamaulipecos en pie de huelga pidieron un 20% que, si bien (en
términos del CONEVAL) aún se queda muy atrás, resulta más realista que los
incrementos otorgados por el gobierno de la Cuarta Transformación en diciembre
pasado.
Siendo realistas, necesario es señalar
que la planta productiva no soportaría un incremento inspirado en el CONEVAL y por
ello se recomienda cierta (temporal) mesura.
Lo he señalado aquí, existe una
experiencia de este corte en la Francia de 1980, cuando el gobierno socialista
de FRANCOIS MITERRAND aterrizó en el poder con mejoras entre el 40 y el 60%,
provocando tal escalada inflacionaria que, literalmente, se tragó al incremento
antes de un año.
De aquí la idea de que los tan necesarios
aumentos de minisalarios solo podrán ser posibles mediante un acuerdo con las
cúpulas empresariales para que estas no repercutan dicho ajuste en los precios.
Si en verdad, el modelo con el que AMLO
empieza a coquetear son las socialdemocracias escandinavas, la justicia laboral
debe ser, además de gradual, compensada con estímulos fiscales.
Ello, para que micro, pequeñas y
medianas empresas puedan asimilar el salto, sin reflejarlo en los precios de
bienes y servicios.
En el entendido de que, para el mediano
plazo, hay mucho que ganar para todos. El mercado se ve favorecido por una
mayor capacidad adquisitiva de la población. Hay más consumo, pero también ahorro.
¿ESFUERZO
O PREBENDAS?
La duda que asoma se basa en las prioridades
de AMLO. Empezó bronqueado por un asunto meramente coyuntural como es el del
aeropuerto capitalino, sus opciones.
Hoy se le observa metido hasta el
tuétano en el tema huachicolero. Depuración necesaria pero que pospone la
necesidad urgente de un acuerdo integral en cuestión de salarios.
Ello, en un país donde (de acuerdo a la
OIT y a la propia OCDE) se paga muy mal el trabajo, somos coleros en este campo
y, al respecto, no vemos que se le otorgue la importancia debida.
Por delante de la justicia salarial
están (por citar un ejemplo) las becas a los “ninis”, prometidas a los jóvenes
sin oficio ni beneficio a quienes de manera (por decir lo menos) romántica se
les insta a dejar la delincuencia para transformarse (súbitamente) de sicarios
en becarios.
¿Por 3 mil 600 mensuales?... Conociendo
a nuestra gente, caben dudas razonables, que no parten (eso se los puedo jurar)
de ninguna postura “fifí”, ni lazo alguno con la mafia del poder, sino de una apreciación
personal.
Por puro sentido común: en este país, donde
las componendas y acuerdos a trasmano, forman parte de la subcultura familiar,
grupal, tribal, colectiva y nacional…
Carajo, ¿qué nos garantiza que quienes
cobren dicho estipendio lo harán a cambio de alguna ayudantía, en calidad de
aprendices, en algún negocio?
Por principio, ¿Qué patrones los van a
aceptar?
Pero hay más. En un México con
antecedentes de programas sociales fantasmas, becarios que nunca lo fueron,
apoyos que jamás llegaron, subsidios que se quedaron en pocas manos, recursos
que no se aplicaron…
¿Qué nos impide prever que los dineros
se entreguen sin control, que haya “ninis” cobrando tres o cuatro mesadas, sin
trabajar ni dejar su condición de sicarios?
¿O que los jefes de plaza metan mano en
las listas para abonar cobranzas a sus pistoleros?...
No juzgo aquí la intención, que en el
caso de ANDRÉS MANUEL me parece buena, generosa y honesta.
Lo que observo es que no está ofreciendo
una estrategia creíble para pensar que dichos dineros se apliquen de manera pulcra
si, como sabemos, el reparto va a descansar en autoridades regionales y locales.
Finalmente, se trata de dádivas donde (lo
sabemos desde los tiempos de RAVIZÉ en Tampico) el que parte y reparte se queda
con el bonche mayor y lucra con ello con lujo de gula.
¿No sería más realista dejarse de
programas ruidosos y corregir de una vez por todas nuestra condición vergonzante
de ser uno de los países peor pagados del mundo?
Justicia al esfuerzo, déjense de
regalos.