lunes, 21 de octubre de 2013

La mujer araña


Cd. Victoria, Tam.- Volante en mano, el día tiene prisa, la visión fue de golpe, un flash repentino. Alguien pide limosna bajo el atuendo de hombre araña, frente al negocio de autos del Ocho Berriozabal.
Nada tendría de raro el que un malabarista de crucero se disfrace. Los hay de payasos, personajes del comic, máscaras de FOX.
¿Qué llamó mi atención?...
La curva de su cintura, esa cadera afrutada delineando puntual la piel de Spiderman. Completo el atuendo, botas rojas arriba del tobillo, mallón azul, gabán bicolor, máscara, todo en su sitio.
-“¿Es mujer?”, me pregunté y di volantazo sin pensar.
Retorno por Anaya, giro por la Seis y de nuevo Berriozabal, pegadito a la banqueta. Me beneficia el rojo en la maniobra.
A 30 metros puedo ver mejor su talle y algo más:
-“Dios, esa panza es de embarazo, ¡Por supuesto que es mujer!”
En la esquinita encuentro abrigo, frente a ella exactamente. Desde luego me ve pero no le preocupa mucho y ello me tranquiliza.
-“Está acostumbrada”, aboné para mis adentros.
Me mira como bicho inofensivo mientras bajo el cristal:
- “¡Eres mujer!”, no pregunto, afirmo desde mi corazón aturdido.
Se ríe, dice sí con la cabeza.
-“¡Estás embarazada!”, insisto y tampoco es pregunta sino certificación del hecho.
Confirma otra vez con la cabeza, serena.
Me siento idiota ante alguien que se gana la vida con tal dignidad.
Pregunto entonces en tono de súplica…
-“¿Me permites tomarte unas fotos?” y añado una disculpa que quien sabe si entienda…
-“Son para FACEBOOK, las quiero subir a la red…”
Si entendió o no será lo de menos. Generosa, se pone a jugar con los bolos.
Anda de buenas la cámara de mi iPhone y responde pronto. A velocidad de ráfaga capta detalles.
No puedo evitar cierta culpa cuando le pido que pose de frente, que gire a la izquierda, a la derecha.
Al final le extiendo un billete y un sonoro “gracias” al que responde con una sonrisa diáfana.
Estacionarme en casa es correr hacia mi Hewlett-Packard.
Demasiadas imágenes, frente a la pantalla elijo siete.
Una toma general, la visión desde el auto, a 15 metros, donde sale algo del parabrisas y el cofre, el periodista como elemento extraño cuya presencia afecta al sujeto observado. Ese irme acercando mientras desde la esquina ella siente mi presencia.
Y luego otras seis, la mujer y los bolos teniendo por fondo vehículos en exhibición que valen lo que gente como ella no gana en toda una vida.
Junto las siete en archivo único y, entonces sí, van rumbo a las redes sociales con una leyenda:
“Imágenes de hoy, es mujer, madre de familia, vino a Ciudad Victoria desde Veracruz, está embarazada de su segundo hijo y se disfraza de Spiderman para sobrevivir.”
Escasa respuesta en TWITTER, lo cuál me queda como lección valiosa.
En FACEBOOK, la locura.
Generosa la cosecha de “clics” indicando “me gusta”, amplio número de “compartidos” y, desde luego, abundancia de comentarios.
Pero no fue para cosechar “likes” que las subí.
Al menos no como motivo último, desde luego.
Quería compartir, como un acto en sí mismo necesario, saber de opiniones y sentimientos.
La tragedia del desempleo, claro está. Desde Texas, la colega REYNA LUNA me habla de contar esa historia cámara en mano para su audiencia binacional, fronteriza.
Alguien más me comenta que dicha persona ha sido vista en el Nueve Praxedis Balboa con una niñita de la mano.
Migrante veracruzana, igual podría ser de Oaxaca o Guerrero. Tamaulipas es tierra de paso hacia la Unión Americana pero también destino final de quienes no alcanzaron a cruzar la línea o fueron deportados por la migra.
En etapas políticas anteriores recuerdo la existencia de programas asistenciales para gente de la calle.
Acaso sea una utopía palmaria acoger a multitudes sin número desde la esfera institucional. La demanda siempre será superior a cualquier capacidad de ayuda.
Pero el esfuerzo pudiera focalizarse en los grupos más vulnerables: discapacitados, ancianos, niños, mujeres embarazadas.
Generar conciencia es sólo el primer paso.