Cd. Victoria, Tam.-
Volante en mano, el día tiene prisa, la visión fue de golpe, un flash repentino.
Alguien pide limosna bajo el atuendo de hombre araña, frente al negocio de autos
del Ocho Berriozabal.
Nada tendría
de raro el que un malabarista de crucero se disfrace. Los hay de payasos,
personajes del comic, máscaras de FOX.
¿Qué
llamó mi atención?...
La
curva de su cintura, esa cadera afrutada delineando puntual la piel de
Spiderman. Completo el atuendo, botas rojas arriba del tobillo, mallón azul, gabán
bicolor, máscara, todo en su sitio.
-“¿Es
mujer?”, me pregunté y di volantazo sin pensar.
Retorno
por Anaya, giro por la Seis y de nuevo Berriozabal, pegadito a la banqueta. Me
beneficia el rojo en la maniobra.
A 30
metros puedo ver mejor su talle y algo más:
-“Dios, esa panza es de embarazo, ¡Por supuesto que es mujer!”
-“Dios, esa panza es de embarazo, ¡Por supuesto que es mujer!”
En la
esquinita encuentro abrigo, frente a ella exactamente. Desde luego me ve pero
no le preocupa mucho y ello me tranquiliza.
-“Está acostumbrada”,
aboné para mis adentros.
Me mira
como bicho inofensivo mientras bajo el cristal:
-
“¡Eres mujer!”, no pregunto, afirmo desde mi corazón aturdido.
Se ríe,
dice sí con la cabeza.
-“¡Estás
embarazada!”, insisto y tampoco es pregunta sino certificación del hecho.
Confirma
otra vez con la cabeza, serena.
Me
siento idiota ante alguien que se gana la vida con tal dignidad.
Pregunto
entonces en tono de súplica…
-“¿Me
permites tomarte unas fotos?” y añado una disculpa que quien sabe si entienda…
-“Son
para FACEBOOK, las quiero subir a la red…”
Si
entendió o no será lo de menos. Generosa, se pone a jugar con los bolos.
Anda de
buenas la cámara de mi iPhone y responde pronto. A velocidad de ráfaga capta
detalles.
No
puedo evitar cierta culpa cuando le pido que pose de frente, que gire a la
izquierda, a la derecha.
Al
final le extiendo un billete y un sonoro “gracias” al que responde con una sonrisa
diáfana.
Estacionarme
en casa es correr hacia mi Hewlett-Packard.
Demasiadas
imágenes, frente a la pantalla elijo siete.
Una
toma general, la visión desde el auto, a 15 metros, donde sale algo del
parabrisas y el cofre, el periodista como elemento extraño cuya presencia
afecta al sujeto observado. Ese irme acercando mientras desde la esquina ella siente
mi presencia.
Y luego
otras seis, la mujer y los bolos teniendo por fondo vehículos en exhibición que
valen lo que gente como ella no gana en toda una vida.
Junto las
siete en archivo único y, entonces sí, van rumbo a las redes sociales con una
leyenda:
“Imágenes
de hoy, es mujer, madre de familia, vino a Ciudad Victoria desde Veracruz, está
embarazada de su segundo hijo y se disfraza de Spiderman para sobrevivir.”
Escasa
respuesta en TWITTER, lo cuál me queda como lección valiosa.
En
FACEBOOK, la locura.
Generosa
la cosecha de “clics” indicando “me gusta”, amplio número de “compartidos” y,
desde luego, abundancia de comentarios.
Pero no
fue para cosechar “likes” que las subí.
Al
menos no como motivo último, desde luego.
Quería
compartir, como un acto en sí mismo necesario, saber de opiniones y
sentimientos.
La
tragedia del desempleo, claro está. Desde Texas, la colega REYNA LUNA me habla
de contar esa historia cámara en mano para su audiencia binacional, fronteriza.
Alguien
más me comenta que dicha persona ha sido vista en el Nueve Praxedis Balboa con una
niñita de la mano.
Migrante
veracruzana, igual podría ser de Oaxaca o Guerrero. Tamaulipas es tierra de
paso hacia la Unión Americana pero también destino final de quienes no
alcanzaron a cruzar la línea o fueron deportados por la migra.
En
etapas políticas anteriores recuerdo la existencia de programas asistenciales
para gente de la calle.
Acaso
sea una utopía palmaria acoger a multitudes sin número desde la esfera
institucional. La demanda siempre será superior a cualquier capacidad de ayuda.
Pero el
esfuerzo pudiera focalizarse en los grupos más vulnerables: discapacitados,
ancianos, niños, mujeres embarazadas.
Generar
conciencia es sólo el primer paso.