Cd. Victoria, Tam.-
La reaparición del exgobernador EUGENIO HERNÁNDEZ cierra un capítulo muy oscuro
y estresante para la clase política tamaulipeca, abierto desde los medios por
el gobierno de FELIPE CALDERÓN bajo la errática conducción de la entonces
titular de PGR y actual cónsul refugiada en Milán MARISELA MORALES.
Días de
adrenalina intensa inaugurados desde aquella alerta migratoria que la misma
autoridad federal terminaría reconociendo como un parto de los montes.
La PGR
de CALDERÓN jamás pudo documentar y dar sustento a ese inmenso encono con que
soltó su jauría de divos y divas mediáticos.
Lo cuál
de alguna manera nos recuerda aquel año feroz de 1994 cuando la muerte de JOSE
FRANCISCO RUIZ MASSIEU observó en los medios nacionales un delirio muy similar.
Una orden de linchamiento a las principales figuras públicas del estado.
En
1994, igual que en 2012, semana tras semana, filtraciones sin fuente dirigidas
contra Tamaulipas se llevaban las ocho columnas.
Se
hablaba entonces de conjuras que incluían alianzas imposibles entre hombres
como don ENRIQUE CÁRDENAS y MANUEL GARZA GONZÁLEZ (“el aceite y el agua” decía
el propio MEME), incluidos ABRAHAM RUBIO, JOAQUÍN HERNÁNDEZ GALICIA y
personajes de las más diversas cataduras cuyo único elemento común era el ser
tamaulipecos.
El
tiempo acabaría descubriendo la maniobra con una nitidez asombrosa.
Hubo de
terminar la noche oscura del alma salinista para que supiéramos la razón de tan
retorcido encono. Desviar la culpa hacia las tierras de ESCANDÓN para encubrir
a RAUL, el hermano rapaz.
En el
caso de la ofensiva librada por CALDERÓN, su tufo electorero era más que
evidente: impedir el triunfo del candidato puntero en las encuestas: ENRIQUE
PEÑA NIETO.
Los fantasmas
de 1994 habían regresado sobrecargados en el año de RODOLFO (2010) para
intensificarse con creces en 2011, terminando en pleno alarido durante la
campaña presidencial del 2012.
Ahora las
cosas son algo distintas. El más antiguo de los implicados, CAVAZOS, es senador
de la República y YARRINGTON tiene en marcha toda su maquinaria legal compilando
pruebas a ritmo acelerado contra MARISELA.
Y,
bueno, HERNÁNDEZ FLORES regresa al paisaje natural (¡el hábitat!) de su
gabinete, el crucero de las calles Ocho y Chihuahua, que además tiene para él
un significado especial: ahí estuvieron en 1999 sus oficinas como coordinador
de la campaña labastidista.
La que PANCHO
ganó (desde luego, la interna contra MADRAZO) porque ya para la constitucional EUGENIO
iba camino a San Lázaro, de donde luego se mudaría al 17 Hidalgo y después al
15 Juárez.
Soplan
vientos de concordia en las filas del tricolor.
Cabría
preguntar: ¿Las aguas vuelven a su nivel?
Difícilmente,
porque el daño está hecho. Aunque los amigos comunes que tienen los tres
personajes (el gobernador EGIDIO TORRE, entre ellos) coinciden en que la
ofensiva albiazul fracasó.
Abogado,
con estudios en economía y postgrado en administración, FELIPE CALDERÓN tenía
en sus manos las capacidades profesionales, preparación, experiencia y el
inmenso poder presidencial para obrar en consecuencia a partir de que abre las
hostilidades aquel 13 de enero de 2012 cuando difunde la alerta migratoria.
A
partir de ese momento el tiempo corre en cuenta regresiva tanto para el bando
atacante como para el defensor.
Algo
elemental en derecho: si no pueden probarlo que respondan por ello y mire usted
que los abogados de YARRINGTON se aprestan hoy a la batalla.
Ciertamente,
nuestros tres paisanos están lejos de ser santitos bajados del cielo, como tampoco
les veo que traigan alitas.
Pero si
algo podemos decir es que desde un principio hubo una sensación muy clara entre
la opinión pública tamaulipeca de encontrarnos bajo una metralla
propagandística fincada en epítetos y descalificaciones pero huérfana (en lo
medular) de datos duros.
La
paradoja aflora porque, al menos en el caso de CALDERÓN y MARISELA, se diría
que la historia fue escrita por los perdedores.